Mónica Ojeda, nacida en 1988 e integrante de la escueta lista de mujeres que formaron parte de la selección Bogotá 39, publicó en 2016 Nefando, su segunda novela, por la española editorial Candaya. En 2017 el libro tuvo su segunda edición, a la que se le sumó la edición boliviana de 2018, publicada por Dum Dum. Dentro de la novela Nefando es un extraño videojuego de bordes sadomasoquistas que, luego de haber estado online en la deep web, fue censurado.
En base a esto, un investigador desarrolla una serie de pesquisas que incluyen monólogos de personas vinculadas a la confección del proyecto -principalmente, los misteriosos hermanos Terán-, entrevistas a aquellos que compartían con ellos un piso de alquiler en Barcelona o las clases de una maestría en escritura creativa, y fragmentos de una novela erótica. Abajo te presento cinco puntos por los cuales esta novela te puede resultar interesante.
1. El proyecto de Ojeda
Las conquistas del feminismo en América Latina recién empiezan y prometen reformatear la gramática no sólo de mundos culturales a veces un poco vetustos como el literario, sino el régimen de circulación de los signos en lo que queda de la esfera pública. En este marco, Ojeda es un emergente de un nuevo tipo de escritoras que, en lugar de focalizarse en la pedagogía siempre necesaria sobre las asimetrías histórico sociales que existen entre las construcciones de género, intentan dar un paso más a través de la formulación de estéticas novedosas que le pegan al patriarcado donde más le duele: disputando su cánon, reescribiendo sus mitos, y ofreciendo preguntas que estaban fuera del radar.
2. Su relectura de Bolaño
Soy de los lectores que mantienen una relación tensa con Los Detectives Salvajes, la inolvidable novela de Roberto Bolaño. Si, más allá de sus pletóricos méritos, su docilidad con respecto a la mirada sobre América Latina que los centros de poder vienen construyendo, unida a su inefable reflexión sobre los procesos de transformación política me producían cierto ruido, Nefando viene a redibujar esas coordenadas. Como la novela de Bolaño, Nefando enhebra dialectos y acentos de los desterrados, los exiliados, los que intentan mantenerse a flote y, a fin de cuentas, no son de ninguna parte por más que se sueñen como los miembros fantasma de una clase media en extinción.
Sin embargo, para Ojeda América Latina no es ya un cuerpo torturado que lamenta la pérdida de una utopía y pretende suturarla en base a la exploración artística de los límites de lo representable, sino más bien una comunidad imposible violada por sus padres. Por eso, la exploración de los límites de la representación que es el centro de la cantinela literaria desde hace más de cincuenta años se construye más como farsa que como tragedia.
Uno de los principales efectos de esta decisión es que, en tanto tema, la sexualidad aparezca más como onanismo doméstico que como deseo de conmoción a una esfera pública que, en el fondo, se acepta estructurada por monopolios rentísticos de datos y narrada con la gramática del porno. Lo central en este punto, sin embargo, es que Nefando es un catalejo interesante para avizorar lo lejos que queda ya alguna literatura latinoamericana recién canonizada. Y los intereses políticos implicados en su vigencia.
3. Su abordaje formal del erotismo
Una de las protagonistas de Nefando arriesga la hipótesis de que toda la cultura latina, deudora del catolicismo, es en el fondo un sistema BDSM (sadomaso) donde el éxtasis sólo puede adquirirse a través del sacrificio y del dolor, en los límites de la tortura. De hecho, la novela trae adentro fragmentos de otra novela de erotismo sádico, que a su vez trae incrustados fragmentos de una investigación sobre novelas pornoeróticas de América Latina.
En esta caja de matrioshkas de a momentos Ojeda se parece al Kubrick mórbido de Ojos bien cerrados, en otros roza el infantilismo perverso de Mark Ryden, y a veces cae en baches de academicismo soso. Por estos motivos su trabajo despliega todas estas facetas y las hace confluir en las zonas donde sexo, muerte y animalidad contaminan al lenguaje merece ser tenido en cuenta.
4. Su indagación sobre el precariado migrante y sobre la divinización de la categoría socialmente construida de infancia
En lugar de poetas errantes, los personajes mejor elaborados de Nefando son alumnos de maestrías en escritura creativa que en algunos casos salen a robarle a los turistas, es decir: son infraturistas, delincuentes y migrantes, el eslabón más bajo de la ciudadanía. El desempleo y el exilio por motivos económicos, políticos y sociales en unas democracias oxidadas e insatisfactorias que ya no necesitan de las dictaduras para imponer ajustes estructurales es el velo que engloba a la investigación sobre Nefando, el videojuego, que funciona como excusa para hablar de los hermanos Terán y su problemática condición de víctimas extorsivas de un padre que realizó con ellos videos de pornografía infantil.
Por más que la mirada de Ojeda sobre el hacking y la piratería y sus conocimientos de programación se muestren quizás rudimentarios, aunque Sade o Dennis Cooper lo hayan hecho antes y pese a ser un poco errática en el desarrollo de su trama, Nefando es una novela estrictamente meditada, conceptual y al mismo tiempo visceral: un misil dirigido al oscuro espacio donde se encuentra el núcleo moral de las subjetividades traumadas que buscan construir un neopuritanismo “amable” desde la legitimidad que les otorga su calidad de víctimas.
El misil, y esto lo hace exquisito, no va cargado con el plutonio de un nietzscheanismo tardío ni con la mojada pólvora de un recetario conservador, sino que más bien porta intenciones exploratorias menos vinculadas a ridiculizar un tabú necesario que a preguntarse por sus fundamentos concretos y, por ende, por sus posibilidades y peligros.
5. Las preguntas que propone
¿Se puede formar comunidad en base a una justicia delegada en un orden legal? ¿Cuál sería la superación dialéctica de una moral regida por la soberanía de las víctimas y otra regida por la violencia de los poderosos? ¿Quién es el dueño de las imágenes que circulan en la web? ¿Es posible el perdón por fuera de una idea de trascendencia? Si sos de los que creen que la literatura tiene entre sus efectos colaterales más nobles el de ampliar los límites de la imaginación, las preguntas que sugiere Nefando no van a dejar de interesarte.