Errol Morris va a cumplir 71 años en febrero de 2019. Es, quizás, uno de los mejores documentalistas norteamericanos vivos. Tiene un ojo defectuoso que le impide ver en tres dimensiones, en 1975 trabajó con Werner Herzog -muchos dicen que es uno de sus herederos directos- y hasta se dio el lujo de ganar un Oscar por Fog of War: Eleven lessons from the life of Robert S. McNamara, que según muchos no es su mejor película. Para decirlo mal y pronto, la vida del Secretario de Defensa de los Estados Unidos durante la Guerra de Vietnam. McNamara había sido presidente de la Ford Motors Company, y su actuación en las guerras norteamericanas abarcó la Segunda Guerra Mundial y la crisis de los misiles con Cuba, en 1962.
El film cuenta con una entrevista de 20 horas al protagonista y está dividido en capítulos representados por las máximas de McNamara para actuar con frialdad y eficiencia en medio de una guerra. Que McNamara haya trabajado en la Ford y haya sido el propulsor de los cinturones de seguridad para los automóviles en el mercado masivo del mayor consimidor de automóviles -y de petróleo- del mundo es solo una de las exquisitas paradojas que las películas de Errol Morris suelen traer a la luz para enfrentarnos a un mundo cada vez más complejo, retorcido e injusto.
Sus películas no sólo podrían ser pensadas como ensayos filosóficos sobre la técnica, lo indecible del alma humana y la monstruosidad (Morris estudió Historia y Filosofía pero abandonó ambas carreras), sino que además son generosos y eclécticos a la hora de mixturar perspectivas narratológicas y posiciones estéticas que muchos de los documentalistas “artísticos” calificaron como heterodoxas o poco distinguidas.
Fue muy castigado por su última película, American Dharma, que consiste en una extensa entrevista a Steve Bannon, ideólogo de Breitbart y del populismo de derecha que llevó a Trump a la presidencia y ahora amenaza con expandirse por Europa. Pero además de eso, estos son cinco motivos por los que su obra (y su vida) documental – ficcional podría interesarte:
1. Hizo que Werner Herzog “se comiera un zapato” luego de desafiarlo a que nunca terminaría Gates of Heaven, su primera película.
2. Planeó filmar varias novelas de Stephen King y fracasó en el intento. También fracasó en su cruzada anti reelección de George W. Bush en 2004, durante la cual hizo una serie de videos sobre votantes de Bush en 2000 que ahora se habrían inclinado por el finalmente derrotado Kerry.
3. Además de ser cineasta tuvo varios empleos, por lo que conoce los códigos de la calle. Trabajó como detective para una firma abocada a investigar casos de Wall Street, y aplicó su expertise en la película The thin blue line, que investigó el caso de un hombre injustamente acusado de asesinato. Con muchas de sus entrevistas como prueba, y luego de permanercer una larga temporada en la cárcel, el acusado fue puesto en libertad.
4. Filmó una serie de excelentes comerciales de televisión (en total fueron, según dice, más de mil), algunos de los cuales pueden verse en su página web. Esta libertad creativa le permite hacer “recreaciones ficticias” para muchos de sus documentales, lo cual le trajo no pocos problemas con las categorías de la crítica institucionalizada.
5. Inventó el Interrotron, un dispositivo que es una suerte de Teleprompter pero con una cámara. De esa forma, Morris logra que sus entrevistados lo vean a través de una pantalla al mismo tiempo que pueden hablarle directo al lente de la cámara.
Las cinco películas imperdibles de Morris:
– Fast, Cheap & Out of Control (1997)
The Thin Blue Line (1988)
– The Fog of War (2003)
– The Unknown Known (2013)
– Vernon, Florida (1981)