La semana pasada cerró Rond Point así que nos pusimos a indagar un poco acerca de los bares de la elite porteña. Entre ellos contamos al Florida Garden, Caffe Tabac, La Biela, el ex bar del Hotel Plaza: todos sitios históricos con décadas en Buenos Aires y con un punto en común: la selecta clientela y la privilegiada ubicación de la que gozan. Allí se reúnen o reunían, de forma consuetudinaria, la elite o aristocracia porteña, es decir, políticos de toda clase, empresarios, militares, servicios de inteligencia, periodistas y particulares con intereses de lo más variados.
Aun cuando existen espacios de reunión en hoteles u oficinas o lugares más herméticos e íntimos se siguen eligiendo los cafés y bares. Acá los concurrentes sienten comodidad, no necesitan arreglarse y así la mayoría de las negociaciones que terminan en ámbitos más institucionalizados empiezan en estas mesas. Además, son locales ubicados en los puntos más opulentos de la ciudad, es decir, cerca de donde vive el poder: zonas de embajadas, cerca de la calle Alvear o en el corazón de Recoleta y muy cercano a oficinas gubernamentales y militares de alto perfil. Hay entonces en estos cafés y bares una marca de pertenencia, un territorio compartido y una sensación de club privado, es decir, de estar alrededor de “parecidos”.
Todo este microclima de cerramiento tiende a asentarse por algunos factores: los altos precios de los establecimientos en cuestión, la discreción del personal, siempre hombres con décadas de experiencia que entienden todo lo que sus clientes necesitan, mesas y sillas grandes y bien espaciosas, espacios recubiertos de mármol o madera y por esto mismo bien acustizados. El resultado: un espacio vital de cercanía, lujo, informalidad e intimidad.
Ahora bien, el bar del Hotel Plaza donde toda la cúpula militar se reunía para la hora del aperitivo y por donde han pasado todos los presidentes y monarcas europeos o Rond Point donde el círculo rojo y la farándula más adinerada se daban cita, ya están cerrados. Sin embargo, sobreviven tres locales bien históricos, clásicos y aristocrático asi que este un racconto por la historia de cada uno.
Caffe Tabac
Data del año 1969, cerrado en 2013, remodelado y reabierto en 2015. Desde sus comienzos fue reconocido por ser punto de reunión de nuestra farándula citadina y de políticos de alto perfil del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Ahí Calabró escribía sus libretos, también se la pueda encontrar a Graciela Alfano, Guillermo Coppola y Jacobo Winograd, consagrado habitué, y políticos como Lombardi, Macri y Larreta, que viven o vivían en las adyacencias del edificio.
La anécdota definitiva de este bar es aquella que involucra la devolución del cuerpo de Eva Perón a la Argentina. En ese café, según señala Tomás Eloy Martínez en su libro “Santa Evita”, se reunieron dos altos mandos del ejército, Héctor Cabanillas, jefe de inteligencia a cargo de ocultar el cuerpo de Eva en Italia, y Jorge Rojas Silveyra, embajador en España durante el gobierno de Lanusse, para los detalles del “Operativo devolución” que trajo al país los resto de Eva Perón.
Antes de la reforma del 2015, el bar conservaba su barra de mármol blanco y verdes con ribetes color oro, además de unos amplios asientos forrados en terciopelo también verde. Todo un aire fuertemente ochentoso que la nueva firma decidió transformar y adaptar.
Florida Garden
“Reducto preferido de los político y figuras cercanas al poder” describe La Nación en una nota de 1992. En el Florida son protagonistas no sólo la política sino también los artistas. En las cercanías de calle Florida y Paraguay funcionaba la Galería Wildenstein y el Instituto Di Tella. La apertura del Florida fue en 1962 así que durante esas décadas la zona estuvo muy influenciada por la bohemia de la zona. Muchas anécdotas involucran a Marta Minujín y Federico Peralta Ramos: “Me la pasaba en el Florida Garden de smoking inventando cosas con mi amigo Federico Peralta Ramos” cuenta en una entrevista Minujín que, siendo habitué y estudiante en el Di Tella, organizó una especie de happening donde ella y otros artistas se vistieron de mozos y se pusieron a atender a los mozos originales.
Durante los ochenta y los noventa fue mayoritaria la presencia de servicios de inteligencia, periodistas y ávidos de datos y nombres. Quizás se trate de la ubicación central y estratégica o de la selección de maltas, pero lo cierto es que en las horas pico, de 14 a 17 hs el Florida Garden gozaba de una clientela complacida en intercambiar información de todo tipo.
En otro orden de cosas, en un número de 1975 de la revista “Evita Montonera” de la organización Montoneros aparece un listado bien exhaustivo de “Lugares objetivo en zonas oligárquicas”, es decir, los sitios de interés de la clase alta: en el ítem número 36 se mencionan unos petardos dirigidos contra la confitería Florida Garden. No quedan entonces dudas que este café desde sus inicios fue el elegido por personajes de mucha influencia, excentricidad y poder.
La Biela
La Biela fue otro de los sitios donde Montoneros colocó bombas: “Incendio en la confitería La biela y tragos en Junín y Alvear, con quema de auto” informa el pasquín arriba mencionado, haciendo en ese acto un reconocimiento claro de este café como espacio de sociabilidad de los sectores más opulentos. Claro, ahí se instalaban para tomar café los hombres de la Triple A. Según el mismo periódico, dos números después, la confitería quedó totalmente destruida. No sabemos exactamente el resultado del incendio, pero desde ya el personal y los dueños supieron del tipo de clientela que los frecuentaba.
La Biela data de 1950 y está en el corazón del barrio más distinguido de la ciudad, fue un locus de encuentro muy concurrido durante los noventa por todo el arco político gobernante y los llamados yuppies de la época. Situaciones insólitas de acusaciones por recibo de coimas (caso Alberto Tell), reuniones de ex-agentes de la SIDE o el caso de discriminación homosexual en 2016 tienen a este elegante bar de escenario. Adolfo Bioy Casares, vivía a la vuelta y concurría mucho con Borges, dos muñecos inmóviles en la entrada lo verifican. Todos datos, eclécticos, por cierto, que refuerzan la idea de elitismo y aires aristócratas.
Por Florencia Miglorisi