El sábado 30 de junio de 2018 Argentina perdió 4-3 con Francia y se terminó su mundial. Pero ese mismo día volvieron a verse las caras dos viejos amigos y protagonistas de uno de los casos de corrupción deportiva más recordados en Francia: Didier Deschamps, ahora técnico del equipo galo, y Jorge Burruchaga, mánager de la selección argentina y sindicado por la prensa como el topo que filtró los detalles de las peleas de Sampaoli con su cuerpo técnico y el plantel.
Veinticinco años antes, el 20 de mayo de 1993, el Olympique de Marsella –puntero por entonces del campeonato francés- enfrentaba a un modesto Valenciennes, que estaba al borde del descenso. El OM, cuyo líder y capitán era el futuro jugador y técnico campeón del mundo Didier Deschamps, ganaría ese partido y quedaría muy cerca del título francés gracias a un gol de Boksic. Pocos días después, el 26 de mayo, el Olympique se consagraba campeón de Europa tras derrotar al Milan en la final de la Liga de Campeones.
Sin embargo, y aunque todavía no había hecho sentir su onda expansiva, una bomba ya había explotado durante el entretiempo del partido disputado contra el Valenciennes. Jacques Glassman, defensor del equipo que estaba a punto de descender, les había confesado al técnico y los dirigentes de su club que había sido contactado por jugadores y dirigentes del Marsella para “arreglar” el resultado de aquel partido. Glassman también confesó que dos de sus compañeros habían sido contactados por el OM para que Valenciennes “sacara el pie del acelerador”: Christophe Robert (que finalmente jugó 20 minutos de aquel partido, pero cuya mujer habría ido a buscar el dinero para que su equipo fuera para atrás) y Jorge Burruchaga, que se encontraba ya en el declive de su carrera profesional. Los volantes del Marsella Jacques Eydelie y Didier Deschamps habían jugado varios años en el Nantes con Burruchaga y Robert. Eydelie también conocía previamente a Glassman porque habían jugado juntos en el Tours.
En septiembre de 1993 la Federación Francesa de Fútbol le sacó el título al equipo de Deschamps y lo mandó a la B, los jugadores protagonistas del caso fueron en su mayoría condenados sin prisión efectiva o con multas, salvo Deschamps que no fue mencionado en la denuncia formal. Pero el presidente del Marsella, el inefable Bernard Tapie, estuvo algunos meses en la cárcel. Deschamps era el capitán del equipo y su hombre de confianza. De hecho, sus propios compañeros lo llamaban “el ojo de Moscú” en alusión a la relación estrecha y promiscua que tenían presidente y capitán. Pocos dudan de que la decisión de tener un partido liviano con el Valenciennes a cambio de dinero en efectivo, a la espera de la final de la Liga de Campeones con el Milán, no pudo haberse gestado sin su conocimiento. Es además lo que sugiere el documental que la TV pública francesa le dedicó a Deschamps pocos días antes del inicio del mundial de Rusia, cuando no confiaban en las posibilidades de los Bleus, y que aún puede ser visto en la web:
Las malas lenguas dicen que Deschamps zafó en 1993 gracias a su amistad con Tapie. Burruchaga, en cambio, quedó manchado. Se dice también que el puesto actual de “manager” de la Selección le cayó del cielo por la amistad que su familia tiene con la del Tano Angelici. Didier salió por arriba de aquel affaire, fue campeón del mundo como jugador en el 98 y como técnico hace poco más de un mes. Burru ya había pasado su mejor momento y como jugador estaba en declive. Iniciar esa nueva etapa yendo para atrás por plata no fue buen augurio.