Todos los que crecimos usando computadoras desde chicos alguna vez abrimos el Paint, dibujamos tres pavadas y soñamos con que éramos artistas maravillosos. Claro que pocos –por no decir ninguno– lograron hacer con ese programa algo de la potencia que tienen las imágenes que la española Concha García Zaera va posteando en su cuenta de Instagram. Aun así, hay que reconocer que la idea de que cualquier hijo de vecino tenga en su computadora el programa con el que Concha hace sus imágenes le da a su obra un condimento muy particular.
La historia de Concha es igual de atípica que sus creaciones. Trabajó toda su vida en un laboratorio fotográfico de Valencia hasta que recién de jubilada puedo ponerse a estudiar arte en la universidad. De un día para el otro, su marido enfermó y ella se vio obligada a dejar sus estudios para cuidarlo. En su casa trató de seguir, pero encontró que el aguarrás con el que hacía sus cuadros empeoraba el estado de salud de su pareja y tuvo que dejar de pintar. Sus hijos se preocuparon al verla cabizbaja y le regalaron una computadora. Recién ahí fue que Concha conoció su adorado Paint. No sería extraño que en uno o dos años un documental llamado algo así como Concha, la reina del Paint cuente su vida en el streaming.
En entrevistas ella confiesa que no quería publicar sus creaciones, que pensaba que no valían la pena. Fue una de sus nietas quien agarró su teléfono, le instaló Instagram y compartió por primera vez su arte. Los seguidores empezaron a llegar de a miles. Hoy en día, ella maneja su cuenta, trata de responder a quienes comentan y sigue sentándose a darse un panzazo de Paint. Sus nietas hicieron en Instagram una cuenta aparte llamada “La Boutique de Concha” en la que tratan de comercializar bolsas e impresiones con los cuadros de su abuela. El negocio queda en familia.
No sería extraño que en uno o dos años un documental llamado algo así como Concha, la reina del Paint cuente su vida en el streaming.
Todos los años, en marzo, se festejan las Fallas Valencianas: unas fiestas históricas de la ciudad en las que se conmemora a San José, santo de los carpinteros. Aunque antiguamente los carpinteros de la ciudad hacían fogatas con restos de viruta y trapos viejos sobrantes, para mantener viva la tradición, reemplazaron las fogatas de sobras por unos coquetos monumentos artísticos que se queman el último día de la fiesta. La fiesta tiene el agregado de que los distintos municipios de Valencia compiten por cuál crea el mejor monumento. Este año la fiesta tiene varias características especiales: entre ellas, que se festejó los primeros días de septiembre y que entre los monumentos había una escultura naturalista que representaba a Concha, de cuatro metros, con un mouse en mano. ¿La abuela que hace arte contemporáneo en Instagram pasó a ser una estatua en una ciudad que es más tradicionalistas que ella? Sí, eso parece. Ella se reconoció honrada.
Viendo al alcalde de Valencia abrazado con Concha delante de su monumento, alguien podría interpretar que intentan hacer de ella una figura igual de importante que Cecilia Giménez Zueco, la creadora de la famosa “restauración” del Ecce Homo de Borja. Considerando el imán de turistas que el Ecce Homo terminó siendo –las visitas a la ciudad se cuadruplicaron desde que se popularizó la intervención–, no sería para nada una mala idea.
Sus nietas hicieron en Instagram una cuenta aparte llamada “La Boutique de Concha” en la que tratan de comercializar bolsas e impresiones con los cuadros de su abuela. El negocio queda en familia.
El dúo de electropop Las Bistec –ese que se separó en 2018 después de grabar un solo disco y dejarnos con las ganas de más– en “HDA” se burlaban de los varones del arte cantando: “Historia del arte, penes con pincel. Famosos, pintaje, sin píxel, con papel”. Ojalá volvieran con un tema sobre el Instagram de Concha, ojalá hicieran un hit radial tan fuerte y pegadizo que nos hiciera olvidar del tiempo que nos dejaron sin su música. Soñar no cuesta nada, ¿no?