1) Pron hace un gran esfuerzo por que sus relatos no se parezcan entre sí. No compra ninguna de las soluciones precocinadas para escribir cuentos, y leer el libro se parece más a pasear por una exposición donde diferentes artistas desplegaron una serie de instalaciones con una temática común -titulada “Patricio Pron quiere ser un gran escritor”- que a leer una y otra vez el mismo truco narrativo realizado con situaciones, moralejas o personajes diferentes. De hecho, uno de los mejores relatos habla sobre un escritor llamado Patricio Pron que, cansado de las pequeñas delicias y ultrajes de la microsociablidad literaria, termina contratando actores para que asuman su rol. En otro la historia de vida se construye en base a las preguntas de un formulario de inmigración que habilita una sutil interrogación sobre el fascismo.
2) Si te gusta leer biografías, la de Pron podría ser una manera muy literaria de contar la vida de un joven que se exilió de muy joven en Alemania, luego recaló en España y siempre quiso ser escritor. Más allá de la supuesta verdad o mentira de las anécdotas desparramadas en los cuentos, todos hablan un poco de eso: vivir afuera, el significado de intentar ser un escritor respetado en una era en que la literatura parece no tener demasiado para aportar, y lo reiterativo de ciertos mecanismos ficcionales de los cuales sin embargo no podemos escapar a la hora de narrarnos.
3) Para los padres jóvenes o los no tan jóvenes con dudas sobre la necesidad de ser padres, el libro está atravesado también por ese sentimiento primal que es el miedo a la reproducción. Y sobre la relación entre la decisión de engendrar descendencia, las tecnologías que existen para eso y el paisaje emocional de los hombres blancos, urbanos y neuróticos.
4) Hay un cuento, llamado Notas para un perfil en Tinder, que dice muchísimo más sobre Tinder que cualquier otro análisis que hayas leído hasta el momento.
5) Si la imagen del “escritor latinoamericano” te resulta de a momentos artificiosa, este libro va a gustarte mucho. Pron retoma muchos temas y climas de Cortázar y de Bolaño, dos grandes escritores latinoamericanos, y los hackea. En la misma tesitura, y con un ritmo vertiginoso que se agradece, Divorcio del 74 reescribe la historia de hijos de desaparecidos por la dictadura militar argentina desde una perspectiva que, pese a no diferir demasiado en lo político de lo que podría decir el diario Clarín, sí resulta interesante leída dentro de la percudida autonomía estética. En otras palabras: el libro muestra un esfuerzo conceptual por desarmar lo que el mercado español piensa del cuento latinoamericano.
6) No son pocos los que quieren abandonar el país tras el desastre social, económico y emocional que representa el gobierno de Mauricio Macri. Si la fantasía te visita, y pese a estar escrito en español ibérico, Lo que está y no se usa te fulminará es una intro a la desconcertante y adictiva experiencia de preguntarse qué significa ser argentino en el exilio. La historia de un viejo profesor brasileño que tras vivir buena parte de su vida en los Estados Unidos regresa a sus pagos para hacer la remake de una fiesta de su adolescencia, de la cual sólo recuerda los objetos inanimados, cifra buena parte de las preguntas vinculadas a la relación entre arte, memoria y exilio que recorren al libro.
7) El último relato, llamado Nota final, es un ejercicio de exhibición de las condiciones de producción. Allí, Pron desliza un farragoso name dropping, una suculenta ensalada donde se encuentran Piglia y Aira, Alan Pauls y Rodrigo Fresán, Bob Dylan y Stephen Dixon, Luis Alberto Spinetta y Osvaldo Soriano. No hacía falta llevarlo a ese extremo pero vale el intento.