“¡Nadie me quiere saludar, nadie habla conmigo! Entonces empecé a ver a TikTok como una posibilidad”. Eso no lo dice una adolescente encerrada en su casa porque no puede ver a sus amigas. Lo dice la hermana Josefina Cattaneo, monja argentina tiktokera de veinticinco años, que con 85 mil seguidores busca hacer llegar la palabra de Jesús al mundo entero. Canta y baila reggaetón con los hábitos puestos.
Y así como TikTok recibe de brazos abiertos a las monjas, también le da la bienvenida a una de las heridas más grandes que dejó el siglo XX: el Holocausto nazi. Hasta hace poco, si se buscaba el hashtag #HolocaustChallenge, se podía ver, por ejemplo, a chicos muy jóvenes que entraban en el rol de víctimas del Holocausto –con sus caras maquilladas como si hubieran entrado a las cámaras de gas– y fantaseaban con la idea de recibir a quien, una vez muerto, va al cielo y se encuentra con alguien que murió en un campo de concentración.
Otros tenían peor gusto: adolescentes con aparatos dentales que bailaban una canción alegre del grupo Twenty One Pilots y de repente se convertían en judíos uniformados como en los campos de concentración y se veían obligados a escapar de guardias que gritaban: “Atrapen a ese judío, métanlo en las duchas”. La variedad era grande, y muchos de los videos tenían miles de vistas. Aunque al principio la plataforma no quiso bajarlos, argumentando que no compartían mensajes de odio, finalmente lo hicieron: ahora en TikTok quedaban únicamente quienes denunciaban y atacaban a eso que muchos llaman una banalización del Holocausto. Y, según dicen representantes de la red social, cancelarán no solo las cuentas que comparten ese tipo de contenido sino también a quienes lo buscan.
Si bien hay razones de sobra para considerar que este juego toca un tema ultrasensible, al reducirlo a chistes antisemitas que se burlan del sufrimiento, nos da también la oportunidad para pensar que todo esto es una de las primeras lecturas del Holocausto de quienes, mayoritariamente, opinan sobre el tema como si les fuera ajeno. Se pueden leer libros y ver una tonelada de películas, maratonear semanas enteras en Netflix con contenido sobre la Segunda Guerra Mundial, pero vivir en un mundo en el que apenas quedan personas que atravesaron los campos de concentración nazis podría estar desarrollando –por primera vez desde que ocurrió– una lectura sobre el Holocausto muy distinta de la que conocemos.
En 1947, Primo Levi publicaba el primer libro de lo que terminaría siendo la Trilogía de Auschwitz, donde narraba, en primera persona y por primera vez, lo que había pasado dentro de los campos de exterminio. En 1991, Art Spiegelman nos dio la posibilidad de ver en la historieta Maus cómo fue ser educado por un sobreviviente de la Alemania nazi. Desde febrero de este año, en Amazon Prime, puede verse Hunters, la serie de David Weil protagonizada por Al Pacino, construida a partir de los relatos de la abuela del director. Salvando las inmensas distancias, lo que estos tiktokeros empiezan a mostrar vendría a ser el relato de los que no tuvieron la posibilidad de escuchar los testimonios en palabras de las víctimas, los que ven ese material como algo de museo, viejo, sin vida, que puede manipularse igual que algo que no es de mucha fragilidad.
Un buen ejemplo de la susceptibilidad que se observa frente a cualquier intento mínimamente expresivo sobre este tema es lo que genera la música de Richard Wagner en Israel, en donde hoy viven 189 mil personas sobrevivientes del Holocausto. Primer acto: en 1981, Zubin Mehta, director en ese momento de la Filarmónica de Israel, decide interpretar la música de Wagner en Tel Aviv, y aunque mucha gente se queja y se retira de la sala, la música sigue. Segundo acto: 2001, el argentino-israelí Daniel Barenboim, a la hora de los bises en un concierto en Jerusalén, le pregunta al público: “¿Quién quiere escuchar algo de Richard Wagner?”, y a pesar de que algunos se quejan y le gritan fascista, la gran mayoría aplaude con entusiasmo. Tercer acto: en 2018, la radio pública israelí pide perdón por reproducir la música de este compositor, que no solo era el favorito de Hitler sino que era escuchado de forma forzada por quienes estaban en los campos de concentración. ¿Cómo se llama la obra? La herida sigue abierta. Y al tocarla, duele.
Algunos de los contenidos del Holocaust Challenge eran englobados en las categorías –muy propias de esta red social china que en estos momentos les gana en cantidad de descargas a sus competidoras– Trauma Porn y POV. El trauma porn, imitación de ese inofensivo food porn de Instagram con el que se suelen etiquetar hamburguesas desmadradas y tortas empalagosas, se refiere a lo que puede considerarse como traumas sociales que son mostrados de una forma “graciosa”. Por ejemplo, un policía blanco que le aplasta con la rodilla la cabeza a una persona negra, queriendo imitar el asesinato de George Floyd, o dos chicas que recrean la narración del atentado terrorista del 11 de septiembre: este tipo de contenido coquetea con el vértigo de algo que no queda claro si debería prohibirse y censurarse. En cambio, que entre en lo que es POV (las siglas de “puntos de vista” en inglés) no habla del contenido en sí, sino de la forma con la que quien está delante de la cámara intenta demostrar su destreza en la actuación.
Hay quienes sostienen que parte del problema es que el gobierno chino elige enfocarse en regular TikTok según los contenidos que ellos consideran perjudiciales para su gobierno; hay quienes aseguran que censurar en una red social no es hacer desaparecer lo que se posteó sino invitarlo a irse a otro lugar más oculto y siniestro en los interminables pasillos de internet. Y hay quienes (más que nada desde la inagotable cuenta de Twitter de Auschwitz Central, donde diariamente se comparten fotos de víctimas y sobrevivientes del campo de concentración nazi) ven todo este desafío como la forma de enfrentar un dilema educativo con las próximas generaciones. Lo que es innegable es que esto parece susurrarnos al oído que, a medida que nos alejamos del siglo XX, quienes vengan a contarnos algo sobre la parte más tortuosa y terrible del pasado van a hacerlo de una forma que chocará con los que mantienen vivo eso que cada vez queda más y más atrás.