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Fin del Mundo: música para crear películas mentales

Una banda que empieza siempre es la posibilidad de ensanchar la vida, de ampliar el campo de batalla. El rock sigue siendo esa zona utópica donde las cosas pueden cambiar o mejorar. Fin del Mundo es una banda nueva que se maneja con los climas, la sugestión, lo que puede llamarse las texturas sonoras. Sus canciones favorecen el viaje mental y hacerse la película con la cabeza.

Acaban de sacar La ciudad que dejamos, su primer EP. Y ya puede considerarse como una de las mejores noticias del año. Una entrevista a la banda para conocerla en profundidad y dar la buena nueva: apareció otra banda de rock para mostrar que vale la pena llegar al fin de semana. 

¿Por qué armar una banda de rock en este momento histórico? ¿Qué significado/sentido le dan ustedes? 

Yanina Silva: El rock como un espacio de expresión siempre nos pareció increíble. Todas crecimos escuchando principalmente rock, punk o música alternativa y nuestra relación con los instrumentos comenzó por ese lado. Agarrar un instrumento y tocar: la acción de IR Y HACERLO porque nos hace bien, porque nos gusta, porque nos reconforta. Muchas veces esa misma actitud del “do it yourself” es algo que rescatamos de estos espacios, su forma de organización y ayuda colectiva, en estos casos el hecho de reunir y difundir proyectos diversos. Creemos que esto da la oportunidad de involucrarse no solo desde la música sino también desde lo político y dando lugar así de accionar ideológicamente. 

Foto de Giselle Marzovilla

Al ser una banda formada por mujeres también sentimos que nos da otro rol, es un poco hacerse lugar e ir conquistando espacios que muchas veces nos fueron relegados. Ver mujeres en el escenario es algo que creemos sustancial en este momento histórico, estar en un lugar más protagónico haciéndonos escuchar, ya sea desde la música, la poesía o las artes en general, celebrando cada vez que nos enteramos que hay un nuevo grupo de chicas tocando o alguna banda con una integrante mujer o disidencias. Nos parece completamente necesario y hermoso, porque si bien hubo muchas mujeres que fueron construyendo el camino, todavía quedan espacios por conquistar en otros ámbitos de la sociedad.

En su bio de Spotify destacan sus lugares de origen. ¿Qué valor tiene lo territorial en la construcción de un sonido?

Julieta Heredia: Por un lado lo mencionamos para poner el nombre en contexto: Fin del Mundo surgió en el sentido geográfico, el extremo sur, la isla de Tierra del Fuego que es el lugar donde crecí. Cuando formamos la banda nos costó mucho decidir un nombre y fuimos posponiendo la decisión hasta el último momento, antes de tocar en vivo por primera vez a fines de 2019. Pero cuando lo elegimos también nos sirvió como hilo conductor del EP para ordenar las canciones, imaginar el arte de tapa y la narrativa de las letras que, aunque ya estaban escritas, tomaron la idea más global de un viaje desde Buenos Aires hasta una playa del sur de nuestro país. 

Ver mujeres en el escenario es algo que creemos sustancial en este momento histórico, estar en un lugar más protagónico haciéndonos escuchar, ya sea desde la música, la poesía o las artes en general, celebrando cada vez que nos enteramos que hay un nuevo grupo de chicas tocando o alguna banda con una integrante mujer o disidencias.

La mitad de la banda es patagónica pero las cuatro nos identificamos con este sonido que construimos y remite por varias razones al desierto de la costa atlántica, en los pasajes instrumentales que predominan y en el viento y la distancia que están presentes en las letras de Lucía. En mi experiencia la música fue un refugio, la forma de “pasar el invierno” que duró muchos años de estadía en Río Grande, donde por suerte conocí y empecé a tocar en bandas con amigxs para aprender y hacer lo que se podía, puertas adentro.   

La ciudad que dejamos suena hipnótico y poderoso. Mantra y belleza se unen, incluso desde lo vocal, como un todo orgánico. ¿Cómo fue grabar este trabajo? 

Lucía Masnatta: Este EP tiene la particularidad de haber sido grabado en distintos momentos y en distintos estudios por diferentes técnicos, por lo cual, si decís que suena como un todo orgánico es un gran halago para nosotras porque nos esforzamos para lograr ese objetivo desde la composición.

“El Incendio” y “Desvelo” se grabaron a fines de 2020, “Hacia los bosques” y “El próximo verano” a fines de 2021. La instancia de grabación para nosotras es muy importante, queremos dar lo mejor y llegar a una calidad sonora que nos convenza. Intentamos ponernos en la piel del oyente para generar sensaciones, emociones y paisajes mentales acordes a conceptos que planteamos una vez decidido que estos temas van a estar juntos. 

Desde lo vocal intento que la voz acompañe la música y no al revés, que sea un instrumento más, que agregue un timbre distinto y que sea la guía de lo imaginario, que refuerce sensaciones brindadas por la música en sí.

En la canción “El próximo verano” dicen: “Ya no me da miedo perder”. ¿Las líricas las trabajan en función de los sonidos o les interesa la idea del mensaje, tener “algo para decir”? 

Lucía Masnatta: Ambas, generalmente al componer comenzamos por lo instrumental, armando partes, puentes, estrofas, cortes y dejando lugar para la voz. En ese camino voy impregnándome de lo musical, imaginando melodías acordes a las brindadas por las guitarras, que generan ese “colchón armónico” del cual me sirvo para despegar una voz. Así emergen pequeños patrones vocales rítmico-melódicos. La segunda instancia es ponerle a esos patrones palabras, y luego una historia, un mensaje, algo que contar. Nos interesa que las letras dejen entrever parte de nuestras vivencias, desde lo más sincero, para así conectar con otres desde un lugar profundo. ¡Esperamos lograrlo!

En las canciones, los momentos instrumentales también me sugirieron la idea de peligro latente, del terror inminente, de que todo se puede ir a la mierda con mucha facilidad. Pero de manera muy sugestiva. Como si construyeran el soundtrack de una película imaginaria. ¿Existe ese deseo de acompañar un viaje mental, que las canciones los favorezcan? 

Julieta Limia: ¡Totalmente! Durante el proceso de composición, pensamos la canción como una historia con introducción, nudo y desenlace. Si prestan atención a nuestras canciones verán que no solemos repetir las partes como normalmente se hace, no tenemos estribillos, y rara vez contamos con estrofas. Porque así lo vivimos: como un viaje que arranca y termina. Y siempre hay una búsqueda intencional que tiene como objetivo que quien escuche Fin del Mundo se sumerja en ese viaje y nos acompañe. No sólo por medio de la composición, sino también desde la forma de tocar. Y eso es algo que se siente sobre todo en el vivo, porque buscamos generar un ambiente donde la música te lleve por diferentes estados de ánimo. 

¿El nombre de la banda es una declaración de principios? ¿Qué influencias ideológicas y estéticas les gustaría declarar? 

Julieta Heredia: Por un lado pensamos este nombre como un cambio de percepción, el fin del mundo y el comienzo de otra etapa. Philip K. Dick se preguntaba en sus novelas “¿qué es la realidad?” porque esperaba encontrar la respuesta correcta en alguna de ellas, y sus personajes van por el mismo camino de experimentación: un detalle mínimo fuera de lugar es suficiente para poner en duda lo que consideraban real y desata el fin del mundo en el que creían vivir. 

Tal vez cuando sea el fin del mundo real pase sin alarmas ni sorpresas como en el cuento de Bradbury, “La última noche del mundo”, un libro que se cierra. 

Desde otro lado más emocional también nos inspiramos en la canción “The End of the World” de Skeeter Davis, que describe el fin de una relación amorosa cuando todo alrededor se derrumba, como extensión del mundo que habían construido entre dos. Pero creo que nuestras canciones van en la dirección opuesta, por ejemplo en “El incendio” y en la ilustración de tapa de La ciudad que dejamos tratamos de definir una escena particular. La protagonista de esta historia no vuelve a su pasado con nostalgia sino que intenta borrar lo que queda, hacer espacio para crear algo nuevo. 

Foto de Melissa Restrepo

 

¿Ya pasó el fin del mundo o seguimos en él?

Julieta Limia: Siempre hablamos del “fin del mundo tal como lo conocíamos” y no de un apocalipsis donde todo termina para siempre. Somos optimistas en ese sentido. Como decimos en la letra de “Desvelo”, “es imposible frenar la mutación” y de eso se trata. Adaptarse y mutar es la mejor opción cuando te encontrás en un mundo tan incierto. 

Julieta Heredia: También en este siglo nos acostumbramos a vivir así, cada año con su profecía o desastre natural, guerra, pandemia, hashtag #findelmundo siempre en tendencias, aunque esto nos sirve si hablamos de marketing, jaja. Tal vez cuando sea el fin del mundo real pase sin alarmas ni sorpresas como en el cuento de Bradbury, “La última noche del mundo”, un libro que se cierra. 

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