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Hay un indie post-mortem

El pasado 5 de agosto, Tigre Ulli presentó su primer EP homónimo en el teatro Margarita Xirgu, de San Telmo. En este concierto, la banda soporte fue Perro Fantasma. Se trató de un show donde los dos grupos dialogaron de forma excelente: hubo acoplamiento de las propuestas, continuidades de un mismo universo estético aunque, por supuesto, con sus variaciones, y cada uno con su presencia expuso piezas de una escena que podríamos definir como un indie post-mortem: esto también es la resonancia después de una pandemia (que todavía sigue entre nosotros). Es decir, sonidos y líricas donde la delicadeza, las figuras envolventes, la precisión y el encantamiento no están enemistados con los raptos de confrontación pero sin caer en ninguna demagogia rockera. Son dos proyectos que tienen a mujeres potentes bien al frente y comandando las naves. Estos son grupos con jefas adelante. Perro Fantasma (dos discos publicados, son de Rosario y con una cantante francesa: Pauline Fondevila) con su pop encantador, sugestivo y sin batería demostró que fue una gran elección para prepararle el terreno a Tigre Ulli, que entregó un set de un rock con espíritu under y formación clásica (bajo-guitarra-batería), sin embargo su territorio no es la tradición más ortodoxa y blusera, sino aquella que proviene de ese legado donde reina la experimentación pero sin volverse fundamentalistas: finalmente son canciones entradoras, que se quedan pegadas en el paladar.

Una vez que terminó el recital necesité saber más de estas bandas. Era un tipo de música que impulsaba a continuar en ese universo. Entonces, hablé con Pauline Fondevila y Fede Colombo de Perro Fantasma y con María Zamtlejfer, líder de Tigre Ulli, para saber más de ellas y de su arte. 

Pauline Fondevila y Fede Colombo (Perro Fantasma)

¿Cómo llega una francesa a armar una banda como Perro Fantasma en Rosario?

Yo ya estaba viviendo en Argentina, haciendo música en diversas formaciones. Nos conocimos con Fede Colombo, músico también involucrado en varias bandas. Hicimos un primer tema juntxs, y poco a poco se armó el proyecto Perro Fantasma. Si bien componemos entre lxs 2, yo escribo las letras y dibujo las tapas y los elementos visuales que después acompañan los temas en vivo y él se encarga de la producción, de los arreglos y de la mezcla.

¿De qué manera construyeron el sonido de Perro Fantasma? 

El sonido se fue armando mientras iba avanzando la producción de temas con los elementos que teníamos a mano: un bajo, una guitarra criolla, un teclado Casio y un mic sumado a las bases y sintes de la mano de un software. Esto sería el caso del primer disco. En el segundo disco, con la banda ya conformada, se mantuvieron estos elementos pero se le sumaron aportes de los integrantes de la banda que serían guitarra eléctrica y sintetizadores. “Corazón y Alma” es nuestro segundo disco, es la continuación de la búsqueda iniciada con el primer disco homónimo: melodías simples, letras directas, y la construcción de un imaginario anclado en el aquí y ahora.

 

¿Qué valor tiene para vos la música en un contexto de post-pandemia?

En primer lugar estoy muy agradecida que el proyecto se haya podido sostener durante esta época tan difícil. Y de manera general hacer música, tocar en una banda, y en particular para mí en Perro Fantasma es un modo de agregar una dimensión suplementaria a mi vida. En un contexto tan oscuro es una suerte increíble.

¿Qué mirada tenés de la escena rock/pop de Rosario y de Argentina?

Hay un montón de bandas interesantes y diferentes. Escuchamos mucha música y tenemos un interés especial por la que se fabrica en el mismo lugar y la misma época que nosotrxs, con lo cual estamos atentxs a la escena argentina. Sentimos bastante conexión tanto musical como humana con ciertas bandas de Rosario, de Buenos Aires, de La Plata por ejemplo con quien compartimos regularmente escenario. Podría nombrar a Bubi Vayins, Matilda, Queridas, Las Ligas Menores, Tigre Ulli, Ex-Colorado, Antolín, Súper 1 Mundial, 107 Faunos, por solo decir algunas y olvidar seguramente muchas.

María Zamtlejfer de (Tigre Ulli)

¿Qué pasó entre la salida de Las Ligas Menores y Tigre Ulli? 

Cuando tome la decisión de irme de Las Ligas estaba bastante agotada del ritmo que estábamos llevando (con la banda y a nivel laboral), convencida de que no quería tocar más. No mucho tiempo después entré en una crisis personal muy grande que me hizo cuestionar bastantes cosas que daba por sentado, sobre todo mandatos y deseos. Así que un poco como catarsis y otro poco para ocupar el nuevo tiempo libre empecé a componer canciones. Se las mostré a Tom (de Bestia Bebé), le gustaron y empezamos a probarlas en la sala. Una cosa llevó a la otra. Lo bueno le ganó a lo malo, y eventualmente se convirtieron en el primer disco de Tigre Ulli.

¿Había algún concepto o idea detrás de Tigre Ulli? ¿Lo ves como un proyecto solista?

La verdad que cuando arrancó no lo tenía muy claro. En ese momento estaba en un pico de fanatismo con la banda Luna y quería algo que sonara parecido, pero la referencia era bastante vaga. De hecho, creo que hay algunos elementos pero muy lejanos (en las canciones que estamos armando ahora se percibe más claramente). De hecho, si bien la banda surgió cómo un proyecto solista y el primer disco se grabó con ese espíritu, en este momento estamos empezando a cerrar las canciones entre todos (algo así como firmar un contrato tácito). Creo que es síntoma de que finalmente encontré la formación definitiva de la banda.

¿Cómo fueron saliendo las canciones de este disco? ¿Te interesaba hablar de algo en particular? 

Es una mezcla. Hay canciones de distintos momentos y, sin embargo, siento que son las fotos de una circunstancia en particular. “El final”, por ejemplo, es una canción que compuse en el 2012 si no me equivoco. El resto salió una atrás de otra y percibo un ánimo bastante catártico, pero también hablan de cosas que me estaban pasando en ese momento. No es que las escribí pensando en lo que quería decir, más bien creo que fue la manera de contármelas a mí misma. 

El EP salió en el 2020, ¿cómo estás con respecto al disco ahora que pasaron dos años? 

El disco me sigue gustando y creo que eso es un montón, pero también siento que esta fecha en el Xirgu representó el cierre de una etapa y el inicio de otra. Para mí es un nuevo comienzo dentro de otro: formalizar una banda y estar componiendo nuevas canciones también habla de un compromiso con este proyecto que arrancó sin tener una forma demasiado definida.

¿De qué manera conviven la maternidad y el rock?

No es fácil compatibilizar, sobre todo porque el ocio escasea y para poder componer se necesita tiempo libre (tocar dentro de todo se está volviendo posible porque tengo la suerte de que tenemos una familia grande y nos bancan un montón). Igual, más allá de la parte agotadora, creo que vivir haciendo lo que me gusta es de las mejores cosas que les puedo dar.

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