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Imagine Van Gogh: lo clásico atravesado por la modernidad

La experiencia artística inmersiva sobre la vida y obra de Vicent Van Gogh recorre el mundo y desde el 16 de febrero hasta el 1 de mayo tiene su parada en el Pabellón Frers de La Rural. 

Al día de hoy, apenas realizada la apertura de la muestra, ya se agotaron más de 200 funciones. Esto generó que se extendiera de primera mano el plazo de la exposición medio mes como respuesta a las más de 100.000 entradas vendidas

La muestra no cuenta con guías, audios informativos ni nombres de las obras que vas a ver. La invitación es para que recorras el espacio y realices tu propia experiencia conectando (o no) con la propuesta. 

Las entradas no son baratas. Las generales salen $3000, los menores de 12 años pagan $2000 y el pack familiar (2 mayores y 2 menores de 12 años) está $8000. Con tu entrada te otorgan un turno de media hora que se utiliza para respetar el protocolo de aforo por COVID. Los turnos para las entradas van desde las 10:00 hasta las 21:30. Dentro de la muestra la gente usa barbijo. 

Al llegar a la Rural, la idea sobre lo que te ibas a encontrar se desvanece un poco: lo primero que se ve es un pasillo lleno de carteles que intenta explicar la experiencia, cuenta detalles de la vida y obra de Van Gogh y menciona alguna que otra cita sobre frases del artista. ¿Por qué la idea de lo que ibas a ver se desvanece? Porque lo que todo el mundo menciona como particular de Imagine Van Gogh es el uso de los 46 proyectores láser que reproducen 200 imágenes en alta definición de obras del neerlandés. 

La muestra no cuenta con guías, audios informativos ni nombres de las obras que vas a ver. La invitación es para que recorras el espacio y realices tu propia experiencia conectando (o no) con la propuesta.

Las obras proyectadas forman parte de colecciones por todo el mundo: el Museo de Orsay en París, el Museo de Arte Moderno y el Museo de Arte Metropolitano en Nueva York, el Museo Van Gogh en Amsterdam. El hecho de contar con una compilación en un solo lugar físico también resulta único y particular de esta muestra, facilitando la mayor llegada del arte de Van Gogh. 

Después de ese pasillo informativo entrás a una única sala grande en la que las proyecciones sobre el piso y las pantallas (que simulan ser paredes) toman el protagonismo. Hay música clásica de fondo (Mozart, Bach y Erik Satie) y estas en un espacio de 700 metros cuadrados y 9.5 de altura en donde podés caminar, observar fijamente un detalle o sentarte en un rincón a apreciar las obras. 

¿Qué es lo atractivo de la experiencia? Al tratarse de una “exposición inmersiva” imaginamos una sensación de conexión emocional especial o particular con lo que venimos a ver, pero creo que en este caso no es el punto directamente. La utilización de la tecnología de alta definición te lleva a ver las obras, conocidas previamente o no, de otra manera: notás los trazos, podés jugar a adivinar cuantas pinceladas hizo Van Gogh, buscar patrones de colores repetidos en distintas obras o hasta inventar las historias de esos personajes: ¿por qué tiene tan remarcada la nariz? ¿Se la habrán roto de chico en una pelea? 

Las entradas no son baratas. Las generales salen $3000, los menores de 12 años pagan $2000 y el pack familiar (2 mayores y 2 menores de 12 años) está $8000.

Otro fin que tiene la muestra es proponer una nueva manera de vivir el arte: usar los avances tecnológicos, no para que suplante las exposiciones de arte convencionales, sino para que se considere un futuro donde en los museos se adopten formas mixtas.

La exhibición revitaliza el arte de Van Gogh desde la modernidad que nos atraviesa hoy y con los detalles que la tecnología nos permite ver. Una experiencia distinta, no apta para los amantes de muestras artísticas convencionales que no están dispuestos a ver al arte atravesado por los tiempos que corren.

 

Francisca Lavieri

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