Mañana va a haber dos incendios simultáneos: uno verde, frente al Senado de la Nación Argentina, donde más de un millón de pañuelos, brillos y cantos feministas van a estar expectantes de que, casi dos meses después de que el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo haya tenido media sanción en el Congreso, el aborto sea legal, seguro y gratuito en todo el país. Del otro lado del mundo, literal, un incendio rojo va a estar llenando las calles de Japón, más específicamente el estadio Yanmar Nagai, donde Independiente va a jugar la final de la Suruga Bank contra el Cerezo Osaka.
El camino del “Rojo” hasta Japón
La Copa Suruga Bank es un torneo internacional de fútbol donde anualmente se enfrentan los campeones de la Copa J-League y de la Copa Sudamericana del año anterior. Organizado entre la Conmebol y la Asociación Japonesa de Fútbol, se lleva a cabo en el estadio del campeón japonés desde 2008, y el Banco Suruga, su patrocinador, entrega 200.000 dólares al campeón y 60.000 al cebollita. Hasta el momento, de las 10 finales disputadas los japoneses se llevaron seis y los sudamericanos cuatro.
El 13 de diciembre del año pasado Independiente recuperó su fama internacional cuando se consagró campeón de la Copa Sudamericana, celebrando un título luego de 7 años desiertos. No sólo el equipo de Ariel Holan le quitó la copa al Flamengo en su propio estadio, el mítico Maracaná, sino que ganó su participación en dos finales: la Recopa Sudamericana, que perdió en penales ante Gremio, el ganador de la Libertadores, y la Suruga Bank, que se llevará a cabo en Osaka mañana a las 7.00 -horario Argentina.
El plantel del Rojo llegó a Japón el 30 de julio, después de una odisea de 30 horas, 2 aviones y 1 tren bala hasta la ciudad de Osaka, donde buscará agregar el título número 18 a su historial. El periplo hacia el país de los cerezos y volcanes que encaminaron los diablos no es lo más duro que deberán enfrentar. Ni siquiera lo es el equipo japonés, ya que la diferencia horaria de 12 horas dificulta la adaptación y el juego del plantel. Aún así, ni el jetlag, el laberinto que es la cultura o el inentendible idioma japonés pueden compararse a la ola de calor que está atravesando el país nipón, que está llegando a los 40 grados diarios y ha dejado decenas de muertos. Sólo el fervor y aliento de la hinchada roja puede ayudar a los jugadores a aclimatarse a las temperaturas sofocantes del infierno oriental, ponele.
El calor no es el único enemigo climático de Japón
En la estación de tifones, durante el verano y otoño Japón se ve afectado regularmente por tormentas tropicales. Pero este año los problemas incrementaron, y el país está atravesando fuertes cambios climáticos. Hace ya más de un mes viene sufriendo, comenzando por las lluvias torrenciales que atacaron la primera mitad de julio, que provocaron inundaciones y corrimientos de tierra a su paso en el sur de Japón. Estas inundaciones fueron la peor catástrofe provocada por lluvias torrenciales durante las últimas décadas del país; arrasaron viviendas, aislaron poblaciones enteras y dejaron alrededor de 250 muertes.
Pero las lluvias no fueron suficiente, y la agobiante ola de calor tiene al país contra las cuerdas hace dos semanas. Se registraron temperaturas récord de 41 grados en Kumagaya, y en Kyoto se han mantenido por encima de 38 grados, sin darle un respiro a los japoneses. Más de 30.000 personas se atendieron en hospitales por problemas relacionados al calor, y alrededor de 70 personas murieron.
Lamentablemente la desgracia no termina ahí, y una potente tormenta tropical está azotando la isla. El riesgo de fuertes olas, vientos violentos, lluvias torrenciales es constante. Aún así, después de las mortales inundaciones país y su administración quedó alerta, y varias evacuaciones preventivas se llevaron a cabo, intentando evitar que gran cantidad de personas quedasen bloqueadas por no haber seguido las órdenes de evacuación, como sucedió a principios de julio.
El cambio climático es algo real, casi tangible que las autoridades internacionales no pueden seguir negando y deben hacer algo concreto al respecto. Las medidas tomadas no son suficientes y las guerras por recursos no renovables -petróleo y minerales- como renovables -el porcentaje agua dulce y potable del mundo es tan bajo que causa escalofríos- parecen juegos de niños adictos al poder. La tierra está protestando y si no nos callamos un segundo y nos detenemos a escuchar, el infierno va a ser terrenal.