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Irán, Brexit, Gentrificación, Masculinidad y Violencia: 4 documentales sobre temas actuales


Irán – This is not a film (2011): un toque de atención para la solución iraní de los problemas iraníes

¿Qué puede hacer un hombre con arresto domiciliario, mientras espera novedades de su abogada para revertir una condena a seis años de cárcel y veinte de inhabilitación para trabajar?

Desesperarse es una posibilidad. Usar la imaginación y buscarle la vuelta también. En su lujoso departamento de Teherán, mientras afuera suenan los fuegos artificiales por la celebración del año nuevo iraní, Jafar Panahi, uno de los directores de cine más importantes y más críticos de su de su país, decide filmar su rutina hogareña obligada. La sentencia es dura: además de la prisión, por las próximas dos décadas tiene prohibido dirigir películas, escribir guiones, dar entrevistas y viajar al exterior. ¿El motivo? “Hacer propaganda contra el sistema”, en palabas del tribunal. Para no tener más problemas, entonces, llama a un colega y amigo, Mojtaba Mirtahmasb, que oficia de camarógrafo y director.

Todo transcurre en uno o dos días. Panahi habla y lee frente a cámara, recrea escenas de un guion que escribió pero que ahora no puede filmar. Menciona cada detalle, cada movimiento, cada línea de diálogo. Con los objetos que va encontrando, en el living o en la cocina, acompaña las acciones. Es una situación ridícula, tediosa: una persona frente a una cámara, leyendo. Y es la manera que encuentra Panahi de seguir trabajando, de ejercer su oficio, con ironía pero sin pedantería, en un contexto más propicio para la desesperación que para la creación. El director (ahora solo lector y actor) se burla con naturalidad y sin autoindulgencia de un acto de censura. Un ejercicio de libertad reducido a cuatro paredes.

La historia dice que el documental llegó al Festival de Cannes en un USB escondido adentro de una torta de cumpleaños. Pero quizás lo que mejor grafique el espíritu de la película sea la dedicatoria al final, sobre un fondo negro, como conclusión de una idea austera pero ambiciosa: “A los cineastas iraníes”.


Jóvenes, masculinidad y violencia – La hermandad (2019): bienvenidos al rito

La ópera prima de Martín Falci retrata el campamento que anualmente hacen los estudiantes del Gymnasium, un colegio tradicional de Tucumán perteneciente a la Universidad Nacional de la provincia (similar al Nacional o el Pellegrini de Buenos Aires).

En un evento muy comentado y sobre el que circula todo tipo de prejuicios, una vez al año, alrededor de quinientos alumnos varones de entre diez y dieciocho años conviven durante diez días alejados en el monte, sin la presencia de padres y adultos. Los más grandes cuidan a los más chicos. Se ocupan, en especial, de la camada de ingresantes, niños de diez u once que, entre la inocencia y la presión, esperan ansiosos por ser parte de una institución de prestigio, reconocida entre otras cosas por su sistema innovador de “autodisciplina”, según se explica en su página oficial.

Esos nenes son también los elegidos por Falci (egresado del colegio y exparticipante del campamento) como protagonistas del documental. Es a ellos a quienes sigue la cámara la mayoría del tiempo, armando carpas, ayudando con las tareas de limpieza y participando de los juegos de “iniciación” que, coordinados por los alumnos mayores, forman parte del cronograma tradicional. Lucha en el barro, peleas con objetos de gomaespuma, competencias de rap con prendas para los perdedores, pinturas en el cuerpo: actividades en su mayoría  de contacto, en las que el roce y la fuerza tienen un lugar incuestionable. Aun cuando (y en esa sutileza está uno de los aciertos del documental) todo se da dentro de un clima de camaradería y diversión.

Pero este campamento, el que aparece retratado en La hermandad, no es como el de otras ediciones. De eso nos enteramos al comienzo de la película, en un texto aclaratorio. 2017 iba a ser el último año del Gymnasium como colegio exclusivo para varones. A partir de 2018 la institución recibiría a la primera camada de alumnas de su historia, una decisión en parte acelerada por el asesinato unos meses antes de Matías Albornoz Piccinetti, un alumno de dieciséis años que fue atacado por un grupo de jóvenes en una zona céntrica de San Miguel de Tucumán, en un caso que conmocionó a la sociedad tucumana. En la obra de Falci el hecho adquiere un protagonismo velado: golpeados todavía por la cercanía de la muerte, los compañeros y amigos del joven (a punto de egresarse y, por lo tanto, coordinadores del campamento) son los encargados de brindar, antes de cada actividad, un mensaje de no violencia y de comunión. Es el fin de una etapa. De una forma de entender la crianza y la educación. Y La Hermandad pretende quedar como registro de ese cambio.


Brexit – Brexitannia (2017): el ruido y la furia

Realizado a pocos meses de la consulta popular que marcó un antes y un después en el Reino Unido, este documental dividido en dos partes está basado, enteramente, en entrevistas. En la primera hora (en el capítulo “The People”) vemos pasar frente a cámara a gente de distintas edades, etnias y profesiones, en contextos naturales (ríos, puertos, playas) o lugares urbanos, respondiendo con absoluta libertad varias preguntas que, se intuye, les fueron hechas previamente, detrás de cámara.

Hay gente que explica el Brexit en el sentido más literal posible (“no es que Gran Bretaña se va de Europa, la isla sigue estando, solo se va de la Unión Europea”); que confiesa contradicciones internas a la hora de votar (“mi corazón decía ‘Out’, mi cabeza eligió ‘In’); que aprovecha para volcar su enojo (“fue la única oportunidad para decirle a un gobierno que se vaya a la mierda”) o que aparece más reflexiva (“hay que reconocer que los que vivimos en grandes ciudades no sabemos lo que pasa en el resto del país”). También hay lugar para escoceses, irlandeses del norte y galeses, en su mayoría enojados por el rol de meros observadores que Londres parece imponerles.

Pero lo que todos tienen en común, sean partidarios del Leave o del Remain, estén cercanos a la derecha o la izquierda, es que para ellos la votación del Brexit fue un parte aguas, algo que recordarán por el resto de sus vidas. Para los que votaron por salir de la Unión Europea se asemeja a una gesta: fue la chance de demostrarle al poder,  “a la clase política”, que el ‘little man’ tiene voz y voto. Para los partidarios del Remain (quedarse en la UE), la discusión pasó por otro lado. Fue parte de algo mucho más grande. Como dice una de las jóvenes entrevistadas: “En realidad esto no era por quedarse o irse sino por la inmigración y la xenofobia.”

En la segunda parte (llamada irónicamente “The Experts” a partir de una cita del político conservador Michael Gove) aparecen pensadores y académicos como Noam Chomsky, Saskia Sassen, Heidi Safia Mirza y Nick Srenicek, que, si bien tienen miradas interesantes, quedan algo deslucidos después de una primera parte en la que se intentaba ofrecer un retrato espontáneo y complejo de una sociedad dividida.

La corrección política, el orgullo y el prejuicio, la tolerancia y el racismo, la caída de la industria y el cuidar lo que es nuestro. La inmigración, el desempleo, la inseguridad y la mano dura. Gran Bretaña, el Imperio que fue y que quiere volver. Todos esos conceptos, todas esas nostalgias y frustraciones, se desprenden de Brexitannia. Un enojo a gran escala, que no distingue fronteras. ¿En qué momento se jodió todo? Son discusiones que, en su mayoría, tenemos también por estos lados. Y la grieta se ensancha a la hora de buscar responsables.


Gentrificación – En construcción (2001): un lugar limpio y bien iluminado

“Cosas vistas y oídas durante la construcción de un nuevo inmueble en ‘el Chino’, un barrio popular de Barcelona que nace y muere con el siglo”. Ese texto aparece al comienzo de la película, para ubicar al espectador en tiempo y espacio.

Empieza el siglo XXI y España se prepara para entrar al Euro. Enseguida, imágenes y sonidos de grúas, hierros y vigas retorciéndose, vallas que impiden el paso, obreros trabajando. Jóvenes en un picadito de fútbol, ropa tendida en los balcones, carteles de comercios. Y viejos que debaten en cafés. Sobre el clima, la modernidad, la comida, el aumento en los alquileres, el costo de vida. Sobre cómo antes, por 500 pesetas…

A la noche llega la calma, y a la mañana siguiente el círculo vuelve a empezar.

Es la vida de un barrio revolucionado por la construcción de un complejo de viviendas y el retrato de una ciudad que empezaba a acelerar su conversión hacia la gran meca turística que es hoy, promocionada a través de movida cultural, gastronomía, airbnbs y el mejor equipo de fútbol de la historia. El director José Luis Guerin, barcelonés, le pone sonidos y voces a un fenómeno silencioso que desde hace décadas viene transformando la vida en las ciudades. Lugares cada vez más caros, homogéneos, sin identidad y entregados a la especulación y al capricho de los desarrolladores.

Uno de los momentos memorables del documental se da cuando, en medio de los trabajos previos de demolición y remoción de escombros, aparece un esqueleto. Son los restos de alguien que murió hace mucho tiempo: no se sabe más que eso. En la zona, entonces, empieza una sinfonía de voces. Es gente que se acerca a las vallas y que, mientras observa trabajar al equipo arqueológico, elabora teorías, quejas, intuiciones. Hablan en catalán, en castellano: son niños y niñas que inventan historias de miedo y se ríen; jubilados que, en charlas sin hilo, terminan hablando de los estilos góticos y románicos de las iglesias de la ciudad; árabes que gesticulan y comentan, sin subtítulos. Gente de paso, que viene de hacer las compras y se queda a chusmear. Mientras las cámaras de televisión y los movileros registran la actividad, una mujer, enojada, dice que ese es un lugar histórico, que “no se debería haber tocado”. Otra habla de un cementerio: “Fíjate que vives encima de los muertos y ni te enteras”. Un joven afirma: “Esto es de la dictadura”. El esqueleto, en este barrio de Barcelona, le pertenece a un hombre que vivió miles de años. Cualquier hipótesis, cualquier idea, es válida. Torturado en el Imperio Romano, asesinado en la Edad Media, escondido en los años de Franco. La interacción: no hay una ciudad posible sin ella. No hay ecosistema urbano sin un caos compartido y una búsqueda incansable de armonía.

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