Ponele.info

La Velvet Underground sigue sonando

Hace unos veinte años –cuando descargar libros de internet era impensable, cuando comprar CD era algo que se acostumbraba hacer– vivía con mis padres y encontré por Mercado Libre a una persona ya algo mayor que estaba a cinco cuadras de casa y vendía los libros y CD que había comprado en su no muy lejana adolescencia. Casualmente, tenía unos gustos parecidos a los míos y terminé comprándole varios libros de Jack Kerouac y William Burroughs, varios CD originales de Mano Negra y otros tantos de la Velvet Underground. En octubre de este año, mucho después de que yo le tocara el timbre a esta persona que quería sacarse de encima sus consumos culturales juveniles, fue el estreno mundial del documental The Velvet Underogrund, la película dirigida por Todd Haynes que puede verse en Apple TV. ¿Sigue habiendo algo para decir sobre este supergrupo del que ya casi no quedan integrantes vivos? Al parecer sí, algunas bandas hacen una música tan potente que no paran ni cuando pasaron muchos años de que ellos dejaron de existir como grupo.

La historia del documental es curiosa. Al morir Lou Reed, en octubre de 2013, su mujer Laurie Anderson cedió parte del archivo de Lou a la Biblioteca Pública de Nueva York. Ellos fueron quienes, al preguntarse qué hacer con esta joya que habían recibido, llegaron a la conclusión de que lo mejor era hacer un documental. El nombre de Todd Haynes era algo más que predecible: este director ya había tratado de narrar la historia del David Bowie más glam en Velvet Goldmine (1982) y de las mil caras de Bob Dylan con I’m Not There (2007). Lo novedoso es que con su tercera película sobre personajes rockeros Haynes le escapa a esa mixtura entre realidad y ficción que venía haciendo y busca sumergirse en hacer un retrato documental con material de archivo impecable y todos los derechos a usar la música de esa banda que, aunque grabaron solo cuatro álbumes y duraron menos de una década, tiene varias etapas e integrantes distintos.

En las dos horas de duración veremos a los integrantes de la banda que siguen con vida y seremos invitados a experimentar distintos juegos formales no tan comunes en las películas. Los desafíos formales propios del cine de vanguardia de los sesenta –dividir la pantalla en dos partes, contar cosas con imágenes y no tanto con el relato, hacer clips musicales poco comunes a principios de los sesenta– hablan tanto del estilo de la Velvet Underground como las historias que pueden contar sus protagonistas. Esa búsqueda de entrar en cierto mundo narrativo queda expuesta al ver que el documental está dedicado a la memoria de Jonas Mekas, ese rey del cine de vanguardia. Mekas también participa en el documental contando, entre otras cosas, la forma en la que se fue construyendo la obra de ese tal Andy Warhol, que sería un productor artístico que tomaba decisiones primordiales en la primera parte de la banda.

La historia del documental es curiosa. Al morir Lou Reed, en octubre de 2013, su mujer Laurie Anderson cedió parte del archivo de Lou a la Biblioteca Pública de Nueva York. Ellos fueron quienes, al preguntarse qué hacer con esta joya que habían recibido, llegaron a la conclusión de que lo mejor era hacer un documental.

Por otro lado, es llamativo que Haynes, teniendo un material de archivo importante, elige darles voz a los antiguos fanáticos de la banda, esos que los seguían e idolatraban. Mientras John Cale cuenta lo que pasaba en la lucha interna entre él y el tirano Lou Reed, los que pagaban la entrada de los recitales hablan de lo que se sentía al estar entre el público, de lo que era entregarse a bailar desenfrenado canciones hipnóticas y escuchar las letras de ese cantante corte cowboy que casi siempre estaba con anteojos negros calzados en la cara. Esta idea de que los que estaban entre el público tienen algo para decir de los que estaban arriba también aparece en la biografía coral de Luca Prodan, de Oscar Jalil. Esta comparación no es casual, no me extrañaría ver un día un corazón dibujado en el espejo del baño de un bar que encierre a la Velvet y a Sumo.

Este mismo año –también en el streaming Apple TV– se estrenó un documental sobre Charles Schulz, el genial creador de Snoopy, Charlie Brown y sus amigos. Los herederos de Schulz se ocuparon de aclarar en entrevistas que su desafío era llevar el mundo de Peanuts a las nuevas generaciones, de hacer que unas viñetas gráficas en las que no hay redes sociales ni celulares no queden viejas y anticuadas. La música de la Velvet entra al streaming, es recibida por quienes nos sabemos las canciones de memoria y las vamos cantando mientras van apareciendo y, tal vez, llega a muchos que hasta ahora se lo estaban perdiendo. Muy diferente a cuando le tocaba el timbre a esta persona que vendía cultura por Mercado Libre, muy distinta a cuando le gritaba por el portero eléctrico el nombre del álbum que venía a buscar desesperado por conocer cosas nuevas. ¿Tocará hoy en día los corazones de las juventudes? ¿O será visto únicamente por quienes se acuerdan con melancolía de una música del siglo pasado? Eso está por verse.

contacto@ponele.info