Para los que creen que los altos dirigentes políticos manijeando fake news son un invento centennial: no papito, Menem lo hizo. En diciembre del 92 Guns N’ Roses venía por primera vez a la Argentina y -como Cobain recién empezaba a sacarle la ficha al rock n’ roll bardero para convertirlo en su propia parodia- los guardianes de la moral cristiana y las buenas costumbres estaban con una picazón en las partes que sólo podían rascarse haciendo lo que más les gusta: censurar cosas. Ahí entra el Carlo a hacer su gracia y decir que “lo lógico hubiera sido prohibirlos, pero esto en el mundo, con toda seguridad, hubiera servido para que nos criticaran y nos tildaran de autoritarios”.
El entonces primer mandatario quería bochar a los Guns porque eran unos -textual- “forajidos”, pero ¿qué era puntualmente lo que había generado aquella calificación? Descartando que a Menem le haya incomodado que los muchachos de la banda durmieran la siesta usando una modelo sueca de almohada o algo por el estilo (linda competencia se podría haber armado ahí), la génesis del enojo era una nota que había salido días atrás. La publicó Ámbito Financiero y la firmaba Chiche Gelblung, una de las usinas de periodismo así nomás más activas de los últimos cincuenta años. Su texto: “Axl Rose suele usar calzas con el dibujo de la bandera norteamericana y en un recital quemó una bandera argentina para demostrar que no pensaba venir a este país que le parecía siniestro”.
Chiche también flasheaba que el cantante había dicho que quemaría sus botas después de pisar territorio nacional. Desde ya que nada de esto pasó: Axl desmintió todo en una entrevista que le hicieron en Telefe (el canal que tenía la exclusiva del show), en la cual, palabras más, palabras menos, dijo que no sabía ni dónde quedaba la Argentina, con lo cual mal podría odiarnos. Con todo, el Excelentísimo Señor Presidente ya había instalado en el colectivo imaginario la gran leyenda urbana local sobre los Guns.
No es la única que pesa sobre los autores de “Sweet Child O’ Mine”: también está la que asegura que la chica que jadea en “Rocket Queen” lo hace porque Axl le está practicando el delicioso ahí mismo, en el estudio, en plena sesión. Claro que, a diferencia de la de las botas y la Argentina, esta sí es real. Cuando estaban grabando Appetite for Destruction, el cantante quería meter unos ruidos porno en el puente del último track del disco. Para eso podría haber recurrido a algún banco de sonidos o a alguna actriz gritando “oh sí oh sí” en una película, pero le pareció más copado convencer a una chica para actuarlo in situ. La señorita en cuestión se llamaba Adriana Smith y era -ponele- novia del baterista Steven Adler, pero igual accedió a intercambiar fluidos en el estudio con el cantante, “por la banda y por una botella de Jack Daniel’s”. Así las cosas, la chanchada se hizo, quedó grabada y se puede escuchar a partir de los 2:17.

Finalmente, una que también circuló aunque no fue tan mainstream como las anteriores: aquella que decía que Shannon Hoon, el cantante de Blind Melon, era el hermano menor de Axl. Los dos eran rubios de pelo largo, lindos pibes y nacidos en Lafayette, Indiana. Sin embargo, no los unían los genes, sino una amistad que empezó cuando la hermana de Hoon le presentó al líder de los Guns, que había sido su compañero de secundaria. Pegaron onda y Shannon terminó grabando coros en varios temas y participando del video de “Don’t Cry”. Al año siguiente Blind Melon editó “No Rain” y fue un megaéxito, cosa que Hoon celebró muriéndose. Axl, por su parte, se volvió loco durante muchos años y después se rescató un poco, aunque tampoco tanto. Pero hermanos no eran, eso seguro.