En meses de encierro y monotonía doméstica, salir de lo cotidiano es darle un respiro a la mente y al cuerpo. La rutina -o su ruptura- no es sólo la hora a la que nos levantamos, qué desayunamos o el debate interno de si dormir o no una siestita después de almorzar. También es la música con la que acompañamos los distintos momentos del día. Por eso tenemos una playlist para concentrarnos y estudiar, una para bailar mientras lavamos los platos y otra para cantar en la ducha.
Desde Ponele nos propusimos descubrir artistas nuevxs, músicxs que los algoritmos de las redes no te matchearon pero que van a generar un sentimiento especial apenas lxs escuches.
Nuestra primera invitada es María Wolff, compositora y productora musical de 24 años. En 2018 sacó un EP, 23/4, y tiene en mente otros proyectos que estamos ansiosxs por escuchar. Nos reunimos virtualmente para charlar sobre música, el camino de aprendizaje que fue recorriendo y el efecto de la cuarentena sobre lxs artistas.
¿Recordás cómo fue tu primer acercamiento a la música?
Siempre estudié música. Mis viejxs querían que tocara un instrumento y como no sabía cuál elegir me mandaron a estudiar violín. Tenía 8 años y era malísima, pero como mi hermano tocaba la guitarra lo seguí y empecé a tomar clases. El profesor veía que me divertía jugando con miles de instrumentos, entonces me recomendó que estudiara piano, y a partir de ahí empecé.
Empecé a estudiar jazz y me volví loca. El profesor tenía dos pianos, y las clases eran conversaciones de teclas: él me acompañaba a mí y yo a él. Aprendí bocha, me sentí muy libre.
¿Qué estilo/género te gusta escuchar?
Mi gusto musical varía todos los días, dependiendo de cómo me sienta. Escucho jazz, también clásica, un poco en forma de estudio. Soy algo “vieja escuela”, muy sesentosa, setentosa. No quiero sonar pedante diciendo que “lo mejor en la música ya se hizo”, ni en pedo. Escucho desde Hitboy del Duki, que me parece increíble, hasta Prince. Voy mucho por el Soul, el R&B y también la música electrónica, los comienzos del house de la onda Chicago en los 90s.
¿Hubo algún momento que te marcó, por el que decidiste enfocarte en la música?
Un día, no sé si tenía 15 o 16 años, mi profesor de piano me trató de par, dijo algo como “nosotros, los músicos… ” y yo no lo podía creer. De alguna manera siempre había sentido que los músicos y la música era de gente grosa. Ahí empecé a armarme un lugarcito, a creérmela un poco más, lo más difícil para todxs en cualquier disciplina. Adopté la responsabilidad de saber que hacía algo y de esforzarme por hacerlo mejor.
¿Cómo componés y producís tus canciones? ¿Cambió tu proceso creativo desde la salida del EP?
En el momento de hacer el EP la idea estaba más en improvisar. Había una cosa medio desfachatada de grabar en el estudio con los monitores sonando y que entrara todo por el micrófono. Pero tenía un sentido, quería generar un océano de sonido y que se mezclara todo, buscaba esa intensidad adolescente. Hoy en día me tomo la producción más en serio, no hago boludeces con los micrófonos y es todo más prolijo, ya no tengo esas ganas de ser insolente.
En general, la composición no cambió mucho. Empieza conmigo sola en el piano, improvisando y probando ideas, metiendo melodías, y después pasa al estudio, donde busco ritmos para llevar todo a la computadora. Eso sigue bastante parecido, salvo que ahora estoy tratando de poner más la voz, que en el EP aparece como un demo, una prueba.
¿En qué estás trabajando ahora?
Ahora estoy con un disco, tengo unos temas nuevos y sigo laburando con eso. Tiene un enfoque más serio y el resultado final va a ser parte de un proceso colectivo: estos años me fui armando con profesores y conocidos, dejándome ayudar e influenciar por otrxs.
También aprendí a producir mejor, y en ese aprendizaje me encontré con otras personas que estaban en la misma búsqueda que yo: un ambiente que no estuviera formado por los mismos chabones de siempre. Por suerte, en el camino conocí personas que hicieron todo el proceso del trabajo muy agradable, como Natalia Perelman o Pía Hernández.
¿Cambiaron tus hábitos durante la pandemia?
Sí, definitivamente. Antes tenía más trabajo, iba a los ensambles, tocaba con gente. Ahora es muy rara la composición, y hablando con otrxs amigxs músicxs me doy cuenta de que estamos todxs en una complicada. Es difícil componer o decir algo cuando no tenés contacto con el exterior. Ayuda mucho el sostén de amigxs, nos estuvimos pasando playlists para escuchar cosas y ver si sale alguna inspiración.
Igualmente pude componer unas cosas, pero hay una traba en el camino. El proceso de creación siempre necesita un corte, que te lo da una charla con un amigo, una salida. Pero no está y se vuelve un loop.
¿Cómo ves el futuro de la escena de la que formás parte?
Le tengo fe, de la misma manera en la que creo en el feminismo y los cambios sociales e históricos que conlleva la lucha. Tengo esperanzas políticas y musicales, me parece que va todo de la mano. Mientras podamos hacer el laburo crítico de darle lugar a personas que antes no estaban en la escena, necesariamente la escena va a crecer.
Todxs tenemos una responsabilidad ética de encontrar algo más de lo que ya nos aparece y nos dan. Si hacemos el ejercicio de dar lugar y visibilizar nuevas voces, van a salir cosas muy buenas.
Review
23/4 es en EP diseñado para escuchar y fluir con el ritmo. En una base electrónica de baterías estilo hip hop 90s irrumpen bajos profundos y sintetizadores, junto a teclas y acordes que le dan un estilo improvisado y auténtico. Es música perfecta para, en un futuro optimista, salir a caminar por la calle con los auriculares puestos y sentirse cool. Aún más genial es que esa característica tan específica se traslada y adapta a cualquier momento, son beats que acompañan y bailan despreocupados.
Podés escuchar 23/4 acá:
https://www.youtube.com/watch?v=IzHw33-nTzE
https://open.spotify.com/album/2FlFltn5G5F4us6nfsiCQ6?si=HH_IZDelTkmEBeXT9Zjm4A