En los último años la tecnología y la realidad virtual avanzaron sobre nuestras vidas a pasos rápidos. Y, en nuestros juegos, esos pasos fueron además gigantes. Algunos de los booms más grandes de la época fueron juegos de los que en todos lados se escuchó hablar alguna vez: Candy Crush, Minecraft, League of Legends, Fortnite, Counter Strike, Clash Royale entre otros. Pero pasan los años y siguen las dudas sobre qué necesita un videojuego para no pasar de moda. Algunos datos y fechas pueden ayudarnos a deducir la respuesta.
El Pac-Man fue lanzado en 1980 por la empresa Namco, y pronto se convirtió en un fenómeno para la industria del entretenimiento con el récord de 293.822 máquinas vendidas en menos de 7 años. La duración y el alcance de su éxito se debe a varios factores. Quizás el mas importante sea la dimensión de los torneos de Namco: desbloqueando el “modo torneo” del videojuego, quienes llegan a los puntajes más altos acceden a los torneos oficiales, en los cuales quien logre obtener el mayor puntaje de entre más de 60 países recibe recompensas por parte de la empresa y sus patrocinadores. Todo esto sin mencionar la innumerable cantidad de torneos extraoficiales. La influencia de este éxito se refleja hasta en el cine. Además de la película Píxeles, protagonizada por el propio Pac-man.
Una de las principales características es el hecho de que el jugador es indiferente: el avatar siempre es el mismo y nunca cambia su objetivo. Otros juegos han sido muy criticados por su diferencia en el objetivo del juego o los trucos del avatar dependiendo de su género. Pareciera que Iwatani (el creador del juego) apoyaba la lucha por la igualdad de derechos.
Otra característica por la que el juego debe su fama es la falta de violencia. El Pacman reemplazó en su momento al juego que acaparaba la industria: el Space Invaders. A partir de esto, podemos entender que no solo tuvo éxito el juego sino también su ideología de no-violencia. En los últimos años el diseño de los videojuegos logró creciente realismo, mientras la tecnología de guerra dotó a los combatientes de los ejércitos más modernos, como Israel o los Estados Unidos, no solo de una seguridad inusitada para el soldado sino de mecanismos de realidad ampliada que le permiten visualizar “tecnológicamente” el campo de batalla, como si estuviera mirando la pantalla de un videojuego. En medio de se mecanismo perverso el Pac-man aparece como un soplo de aire fresco venido de los ochentas, esa década que parecen extrañar hasta quienes no la vivieron.