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Robertita, la artista que mezcla a instagramers con Axl Rose y Alejandro Urdapilleta

En alguna parte del aislamiento –no es fácil definir en cuál– los instagramers y youtubers con miles de followers se descocaron y empezaron a producir contenido como si en cualquier momento se fuera a acabar el mundo. Y sus seguidores, haciendo lo que ellos querían que hicieran, agradecieron estos videos y se comprometieron a devorar todo lo que subieran. Una escritora, dibujante, arquitecta y profesora de ilustración y novela gráfica decidió dedicar una parte importante de su tiempo a seleccionar lo mejor (o lo peor, según quién lo mire) de estos videos y compartirlo en sus stories de Instagram y en su muro de Facebook.

Esa es Robertita (@soyrobertita) y esta es la conversación que tuvimos desde nuestras casas.

¿Qué estás haciendo con los videos de instagramers y youtubers y por qué?

Lo que estoy haciendo es tomar material público y republicarlo. Como RSM o Bendita, pero en Instagram.

No querés entrar en el mundo de quienes atacan por atacar, digamos.

No es técnicamente un ataque. Ataque en redes, para mí, es ir a otros espacios virtuales y bardear, que a su vez sería lo que los más jóvenes consideran un hater, alguien que se ensaña y bardea. No odio, tengo una mirada crítica solamente.

Por ponerle un nombre, ¿podría decirse que lo que hacés es arte basura? ¿Tomar algo no tan valioso y formar algo más cercano al código de lo artístico?

Hay dos cosas: por un lado, el contenido, las fotos y los videos, que ellos producen y que yo tomo como expresión artística de esta gente; y por el otro, que ellos mismos son en sí mismo una obra. De hecho, parecen estar interpretando a alguno de los personajes de Gasalla de los ’80 o ’90. Uno espera que al final se saquen la peluca y digan “Ah, se lo creyeron”. A veces termino esa línea de videos con un sketch de Alejandro Urdapilleta y Humberto Tortonese porque parecen parte de ese humor absurdo y border.

De cualquier forma, lo que hago con esas stories no sé hasta qué punto es algo “artístico”. No lo sé. Mi necesidad en realidad nació más por la sorpresa y el espasmo mental. Por la desesperación y las ganas de buscar cómplices en esto. Más allá de lo que haga cada instagramer en particular, claro. No es con ellos, es con el exceso del “video-selfie” de tanta gente hablando sin parar.

Con eso de ir contra el videoselfie caés en meterlos a todos en un mismo registro. ¿No puede haber alguno que esté en otra? ¿No hay algunos que hacen un contenido más interesante que otros?

No me parece entrar en la lógica de mejores y peores. Sí veo que hay distintas personalidades. Está el maníaco y el depresivo, con todo el abanico en el medio, pero ojo, no voy necesariamente contra el “video-selfie” en sí mismo. Me genera sorpresa que tanta gente que no tiene absolutamente nada para decir prenda la cámara y hable veinte veces por día. No veo contenido ni sustancia en lo que hacen. Porque tal vez su sustancia sea justamente la necesidad de hablar sin parar.  Pero hablar en cuanto a acumulación de palabras. No hay discurso, o, si lo hay, los tiene como sujetos de análisis de esos textos tipo “la inmediatez, el ruido del vacío y el like como estructura psíquica del 2020”, ponele.

Pero por ahí me arriesgo a decir que “los peores” son los que buscan tener un discurso y se inventan cosas como “Amate como seas” y cuestiones que están muy fuera de su contexto.

¿Podría interpretarse lo que hacés como algún tipo de denuncia? Como preguntarse públicamente por qué tienen tanto éxito…

No, cero, no denuncio. Tomo lo que ofrecen. Su material está ahí disponible para que lo tomemos, lo interpretemos y hagamos lo que nos surja, como también pueden agarrar mi material publicado y hacer algo con eso: criticarlo, putearlo, amarlo, lo que quieran.

Yo sé que cualquiera puede agarrar un texto, dibujo o video mío publicados y con eso hacer lo que se le cante. Es la ley de internet, digamos. Lo sé desde el primer día en que me abrí un blog y empecé a compartir material en internet. Es así. Democracia. Material suelto. Es como si bajaras a la calle y pusieras tus dibujos en la vereda: es público. La gente puede agarrarlos y pisarlos.

¿No tuviste ningún encontronazo con alguno?

La única persona que me hizo un reclamo fue una amiga de uno de estos personajes. Le expliqué que ese material que yo estaba compartiendo era público. Pero no lo entendió. Así que frené unas semanas y cuando tuve la oportunidad directamente se lo pregunte a la persona en cuestión. Y, como me autorizó, seguí.

Facebook Robertita

Está bueno cómo vas mechando a estos personajes con imágenes de arte, los Strokes, Axl Rose, Nirvana… Se arma una especie de collage, de mash up, de pastiche. ¿Buscás el choque, el contraste, la comparación?

No sé. Miren todo y saquen sus propias conclusiones. Esa sería, por ahí, mi idea. El contraste es fuerte, eso sí. Ves la seguidilla de “video-selfies” de esta gente y luego a Urdapilleta, y sí, es una piña. Porque de golpe te encontrás con la profundidad. Con un ser humano real. Con un artista. Pasa con Urdapilleta, con Peña y con algunos más. Capaz eso es lo fuerte: la diferencia entre la nada y la profundidad descarnada.

Por último, estás por sacar un libro, el tercero de la trilogía que arrancó con Loser y siguió con Winner

Sí, Roommates. Es un híbrido entre novela gráfica y novela literaria. Está terminado en general, pero en particular me falta terminar cositas en la parte gráfica. Esta pandemia me tiene muy lenta.

 

*Foto de portada de Facebook de Robertita

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