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Si viajaste en transporte público seguro lo sufriste: el manspreading es machista y podemos combatirlo

El término manspreading refiere a esta conducta típica que más de una vez ha sacado de las casillas a las afectadas, en especial mujeres (y algunos pocos hombres), que deben, de manera injusta, ceder su espacio para la comodidad de las piernas masculinas. Invasivo, incómodo, irritante y hasta desagradable… el manspreading es una plaga en el transporte público. No es poco común observar en el subte, el colectivo o el tren cómo algunos hombres adoptan y naturalizan una holgada posición con las piernas bien abiertas en asientos adyacentes que se comparten y son de uso público. Este “despatarre” ha repercutido hace pocos años, pero en realidad no es nada novedoso.

El término fue acuñado por un blog neoyorquino y el diccionario de Oxford lo incorporó luego de un año, en agosto de 2015. Sin embargo, desde 1970 que la fotógrafa feminista Marianne Wex destacó este asunto silencioso, y ya desde entonces lo había documentado en su libro “Let’s Take Back Our Space: Female and Male Language as a Result of Patriarchal Structures”, que en español se traduce como: “recuperemos nuestro espacio: el lenguaje femenino y masculino como resultado de las estructuras patriarcales”, donde muestra, clara y explícitamente como los hombres desde antaño invaden espacios que no son suyos.

Cómo frenarlo

Estudiantes de la Universidad de Hunter de Nueva York han realizado un estudio para analizar el manspreading a fondo. Los resultados demostraron que más de un cuarto de los hombres ejercen esta práctica, mientras que sólo un cinco por ciento de las mujeres lo hace. Esta misma investigación ha puesto en evidencia que aquellos hombres que, en ausencia de compañeros de viaje suelen extender sus piernas, luego olvidan cerrarlas cuando alguien tiene la intención de sentarse junto a ellos y nunca corrigen la postura.

¿El manspreading es machista? El psiquiatra y especialista en violencia de género, Enrique Stola afirma: sí, lo es. Debido a que es un hábito perteneciente de los hombres, que logra que las mujeres, apretujadas, deben soportar incómodos viajes en el transporte público y hasta en los aviones. Según Stola “No hay ningún motivo biológico ni anatómico que fundamente esa invasión del espacio con la expansión del cuerpo masculino… está directamente relacionado con el ejercicio de la dominación masculina.” Además, lo que se busca hacer entender es que que se trata de machismo porque estos cuerpos machistas, que se extienden sin más, no tienen en cuenta la necesidad de quienes los rodean -menos si son mujeres, que se suponen que deben hacerse más pequeñas y ocupar el menor espacio posible, cruzando las piernas, ponele-, y la expresión de la anatomía, que se impone, ocupa y conquista, viene de la mano de un estereotipo de género propio del varón.

Algunas ciudades como Madrid y Nueva York han visibilizado este fenómeno y han lanzado campañas contra el manspreading, exigiendo respeto por aquel y aquella que se tiene al lado en el espacio público; iconografías de un hombre sentado con las piernas abiertas y una cruz que lo atraviesa, se han puesto en todos los vagones de los transportes. ¿Llegará esta tendencia a la Argentina?

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