Ubicado desde hace once años en el barrio porteño de San Cristóbal, el Teatro Mandril es uno de los espacios culturales de mayor actividad en el circuito independiente de la Ciudad de Buenos Aires.
Este año, con la crisis económica y la ausencia estatal de por medio, se enteraron de que el dueño de la propiedad necesitaba vender el terreno. Sin perder tiempo, los/as trabajadores/as del teatro lanzaron Soberanía Cultural, una propuesta de financiamiento colectivo con la que esperan reunir la plata necesaria para no tener que mudarse.
Hablamos con ellos/as para saber más de la iniciativa y de la situación cultural en la Ciudad de Buenos Aires.
¿Cómo y cuándo surgió Soberanía Cultural?
Surgió de la urgencia de tener que comprar la propiedad para no perder la relación con lxs vecinxs construida en estos años de proceso. El dueño, con quien tenemos buena relación (no hay desalojo ni nada parecido), necesita vender, y después de hacer un relevamiento del público que circula por el Mandril (por año pasan mas de 30 mil personas) y ante la ausencia de algún programa del estado que permitiera la compra, resolvimos encarar una campaña de financiamiento, que apunta a llegar a las 100 mil personas que representan al circuito cultural independiente.
Como lo que queremos preservar es la ubicación de la propiedad, nos pusimos las siguientes metas: si llegamos al monto, el 95 % de la plata será usado para la compra y el 5 % para financiar proyectos culturales que presenten las personas que donaron.
Y, en el caso de no llegar a la compra, daremos vuelta los porcentajes: el 95 % irá para financiar proyectos culturales y el 5 % para ayudar en la mudanza del Mandril.
¿Cuáles son los principales problemas que tienen para llevar adelante un espacio cultural?
El principal problema es la crisis económica y la falta de ayuda real del estado. En lugares como el Mandril, que fomentan la accesibilidad a la cultura y a los bienes de consumo, la crisis es un gran problema ya que al sostener precios bajos la recaudación es baja, y los impuestos cada vez son más altos. Hay dos caminos: aumentar los precios e impedir que un gran sector pueda acceder al Mandril o mantener nuestra accesibilidad y construir otras dinámicas de subsistencia.
¿Cambió algo en estos últimos cuatro años, con el gobierno nacional en connivencia con el de Capital?
No se vio ningún cambio. Sí en cuanto que se disminuyeron las ayudas tanto del Fondo Nacional de las Artes como de todos los organismos que dependían del ex ministerio de Cultura.
¿Tienen relación con otros espacios culturales? ¿Cómo ven la situación general de la cultura independiente en Capital?
Somos miembros fundadores de MECA (Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos), formamos parte de ESCENA (Espacios Escénicos Autónomos), FIERAS (Mujeres, lesbianas, travestis y trans trabajadorxs feministas de espacios culturales) y CLUMVI (Cámara de Clubes de Música en Vivo).
La escena independiente es la que le da prestigio a la Capital como ciudad cultural del mundo, la que nutre a los otros circuitos, desde el Centro Cultural Recoleta a la calle Corrientes. Creo que es el foco de cultivo de la cultura de Buenos Aires, y de ahí la importancia de fomentar este circuito, que es fuerte, nutrido y diverso pero que de algún modo está siempre en riesgo, ya que el estado no le brinda la importancia que merece.
¿Qué esperan para los próximos meses? ¿Qué expectativas tienen?
Que Soberanía Cultural logre su objetivo y que se instituya como una herramienta del sector cultural independiente. Porque siempre el camino es colectivo y entre todxs.