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2019: el año de la dolarcracia

Ilustración: Emiliano Ciarlante

Después de la campaña electoral de 2015 en la que Macri prometió un cambio con rostro de abuelita, en 2018 apareció el lobo con todos sus colmillos. Luego de las excusas de la herencia recibida, los errores, las tormentas y que pasaron cosas, nos empujaron a estar en una situación de crisis a lo Grecia y a adentrarnos en sus mitologías.

El Hilo de Ariadna

Para entender la economía es necesario ir de lo general a lo particular, para no perderse en el laberinto de fenómenos. Hilar y jerarquizar algunos conceptos es imprescindible.

El modelo de valorización financiera, donde la rentabilidad proveniente de la “inversión” en instrumentos financieros es mayor a la que arroja la producción de bienes y servicios, es el fundamento del modelo. En ese marco, la dinámica principal la ejercen la deuda externa y la desregulación cambiaria. Estas características de la economía neoliberal determinan su comportamiento y los principales fenómenos. El modelo es el Minotauro que se aloja dentro y la deuda es la Quimera, el monstruo que deglute todo lo que encuentra a su paso.

La tasa de interés de referencia se encuentra en torno del 60 por ciento, después de haber tocado los 74 puntos. Pero si la bicicleta financiera se encadena de un modo sincronizado entre la tasa elevada y los saltos cambiarios, puede arrojar beneficios nominales del orden del 150 por ciento, porque el tipo de cambio nominal (TCN) trepó más de un 100 por ciento sólo en 2018, de $ 18,76 a $ 39,50 (después de pasar por los $ 42).

La ganancia empresarial (industria y comercio) promedio se encuentra alrededor del 30 por ciento.  ¿Y no podremos dedicarnos todes a las finanzas y que nadie produzca? Lo que ocurre es que el valor sólo se genera en el proceso productivo y la tasa de interés absorbe parte de la ganancia productiva. Veamos qué pasó este año con el modelo.

El Caballo de Troya

Para describir el comportamiento de la economía argentina en 2018, algunos analistas hablan de “estanflación”, es decir, estancamiento del producto y alta inflación de manera sostenida. Con esta categoría, Milton Friedman describía algunos escenarios en los que, con pleno empleo, trabajadores y trabajadoras peleaban por mayores salarios y, según este economista, causaban este fenómeno.

El Presidente y sus sicofantes aseguran que el salario en Argentina es alto y debe descender. Con incrementos salariales menores a los de los precios, el salario promedio perdió un 13,3 por ciento de poder adquisitivo desde diciembre de 2015 hasta octubre de 2018. Este aspecto clave representa el primer caballo y, al abrirse, comienza a ejecutarse la celada.

En el tercer trimestre del año, en plena fase recesiva, se desplomaron todos los componentes del Producto Bruto Interno (PBI): el consumo privado (más de dos terceras partes del producto) un 4,5 por ciento, la inversión un 11,5 por ciento, el gasto público un 5 por ciento, las exportaciones un 5,9 por ciento y las importaciones un 11,2 por ciento. Este año el producto cayó entre 2,4 y 2,8 puntos porcentuales, por lo que no hay estancamiento sino recesión. La utilización promedio de la capacidad instalada industrial se derrumbó hasta el 60 por ciento.

Simplifiquemos: bajó la demanda y esto permitió que se manifieste la acción de las leyes económicas más elementales. Debido a la merma en la producción y las ventas, la desocupación se elevó un 33 por ciento desde el cuarto trimestre de 2017 hasta el segundo de 2018 (del 7,2 al 9,6 respectivamente). El proceso desempleador continúa su marcha ascendente. La industria manufacturera es la principal afectada. Más desocupación y menores salarios en una nación que pierde su potencial industrial.

De acuerdo a los datos del tercer trimestre de este año, el nivel de pobreza actual es el mayor desde 2010 y creció más del 19 por ciento el último año: el 28,2 por ciento de la población era pobre en 2017 y el 33,6 lo es en 2018.

Recordemos que la meta de inflación inicial establecida para este año fue de 10 (±2) por ciento. La inflación anual rondará finalmente los 48 puntos porcentuales, 4 veces más de la pautada. Es el mayor nivel desde la hiperinflación del período 1989-1991, que generó condiciones sociales para demandar estabilidad a cualquier costo y, en aquellas circunstancias, otro Cavallo brindó la Convertibilidad cuya consumación sería la adopción del dólar como dinero de curso legal.

El nudo gordiano

De acuerdo al informe de coyuntura N° 29 elaborado por el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA), “con la corrida cambiaria iniciada en abril de 2018 se aceleraron tanto la formación de activos externos (FAE) como la fuga de capitales que anotaron, hasta octubre, un movimiento de divisas de US$ 19.028 y US$ 18.769 millones, respectivamente. Desde el inicio de la gestión de Cambiemos, los valores ascienden a US$  60.079 y US$ 56.660 millones”.

Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), “al 30 de junio de 2018, el 89 por ciento de la deuda externa a valor nominal estaba nominada en moneda extranjera. La mayor proporción, 66 por ciento, se encontraba nominada en dólares”. La deuda bruta supera el 80 por ciento del PBI.

El “Riesgo País” es un indicador que mide la sobretasa que debe pagar un país para financiarse en los mismos plazos que lo hace el Tesoro de Estados Unidos. Por ejemplo, si el riesgo país es de 832 puntos, significa que se debe pagar un 8,32 por ciento más que el Tesoro. Es elaborado por uno de los acreedores de Argentina, uno los bancos más poderosos del planeta: JP Morgan.

Al tomar cada vez más deuda sin generar capacidad de repago, al no invertir en actividades productivas que impacten positivamente en el nivel de exportaciones, el riesgo país no dejará de crecer. Es un nudo indesatable: sólo puede ser cortado. ¿Quién tendrá la espada de Alejandro?

Por otro lado, la recaudación tributaria no escapó a los poderes de la financierización y descendió en términos reales. El déficit total correspondiente a los años 2016, 2017 y 2018 fue del 30, 26 y 22 por ciento, respectivamente. El industricidio es la causa principal.

La última novedad es que el consumo residencial de luz, gas, agua y el transporte público pagará otro tarifazo en 2019, se elevará 55, 35, 50 y 40 por ciento respectivamente, con la excusa de bajar los subsidios oficiales sobre las tarifas dolarizadas. Continuará así subsidiándose la renta financiera.  

Los principales conglomerados empresariales de origen nacional no sólo están siendo afectados por el proceso de financierización sino que, al estar implicados en causas de corrupción por la justicia argentina digitada por la de Estados Unidos, tienden a perder posiciones en el mercado local e internacional.

Por la tendencia de los Gobiernos de Estados Unidos y Argentina, todo indica que marchamos a pactar un Tratado de Libre Comercio (TLC) en el que nos especializaremos en perder gobernados por una dólarcracia.

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