El Senado rechazó la Ley de Interrupción Legal y Voluntaria del Embarazo, los representantes de las provincias eligieron que los abortos siguieran practicándose de manera clandestina, cara y peligrosa para los pobres. Pero el tema no murió, sólo descansa. Los argumentos científicos, médicos, legales, culturales, sociales y religiosos que nutrieron tantas movilizaciones y debates públicos siguen encendidos. Y las razones económicas que no pueden dejarse de lado para tener una visión más integral del tema.
450.000 abortos por año
Según un análisis de la Encuesta Permanente de Hogares del Ministerio de Salud de la Nación, se realizan 450 mil abortos por año en Argentina. El 35 por ciento se los practica a mujeres sin cobertura médica, que recurren al sistema de salud pública cuando sufren complicaciones por un aborto mal realizado. El 80 por ciento del dinero destinado a estas internaciones se debe a complicaciones producidas por abortos clandestinos.
La clandestinidad sale cara
Un ejemplo histórico y clásico para razonar el impacto de la prohibición de un producto muy demandado es la “Ley Seca” que prohibió la venta de bebidas alcohólicas en EE.UU. desde 1920 a 1933. Los bares clandestinos crecieron de manera abrupta. Las ventas de alcohol medicinal se quintuplicaron en aquellos años. La clandestinidad generó costos adicionales. Se estima que, en ese período, el 60 por ciento de las ganancias de Al Capone provenían de la venta ilegal de alcohol. Mientras más de 10 mil personas murieron envenenadas por el consumo de alcohol de mala calidad producido en la ilegalidad.
Hoy, en la Argentina el negocio de los abortos clandestinos mueve la friolera de $ 15 mil millones de pesos al año en la Argentina. Un aborto en una clínica cuesta desde $ 15 mil hasta $ 30 mil. Algunas investigaciones aseguran que si se hubieran legalizado se reducirían a $ 5 mil, más de un 80 por ciento.
La senadora por Chubut Nancy González (FpV-PJ) afirma que, de acuerdo a la información oficial, la ley que no fue aprobada en el Senado el 9 de agosto reduciría las erogaciones en un 43 por ciento y hasta en un 55 por ciento si, además, el Estado produjera misoprostrol.
Misoprostol e inflación
Con este nombre se conoce popularmente a la sustancia más conocida para inducir el aborto. Su efectividad es mayor al 90 por ciento. Según una investigación de Tiempo Argentino del 5 de Agosto de 2017, “el laboratorio Beta es el único que produce y comercializa la droga en el país bajo el nombre de Oxaprost”. La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó el medicamento para tratar dolencias gástricas pero no para su uso obstétrico.
Desde la asunción del Gobierno de Macri el 10 de diciembre de 2015, se deterioró la producción pública de medicamentos y el precio del Oxaprost se incrementó más del 500 por ciento debido a que la caja de 16 comprimidos que costaba unos $ 600 pesos en noviembre de 2015, pasó a costar alrededor de $ 4000 en la actualidad.
De acuerdo al diario La Capital del 28 de Julio de 2018, la producción de misoprostol por parte del Laboratorio Industrial Farmacéutico de la provincia de Santa Fe podría significar un ahorro de hasta el 80 por ciento de los costos que tiene la droga en el circuito comercial.
Contra las mujeres pobres
El encarecimiento de los abortos por clandestinidad tiene a un víctima clara: las mujeres pobres. Los salarios son más bajos en zonas rurales o suburbanas, en donde hay menos hospitales y clínicas. Apenas poco más del 20 por ciento de los argentinos logra superar los $ 20 mil de ingreso mensual. El 30% de los que trabajan lo hacen en negro, y en promedio ganan un 20% menos que el sector formal. Las mujeres ganan un 20% menos que los hombres por iguales tareas.
En el debate de la IVE no sólo se entrecruzan creencias y conocimientos sino jugosos negocios que permanecen en las sombras y sólo creen en la religión del dinero.
El claro corte generacional que existe en la toma de partido respecto al tema y la disposición a la movilización, auguran que los pañuelos verdes triunfaran sobre los billetes del mismo color pero de intereses opuestos.