¿Cómo recordás los 4 años del macrismo y las disputas sindicales en ese período y qué se modificó con la llegada de Alberto Fernández al gobierno?
En el macrismo pasaron cosas interesantes en el sindicalismo y ATE tuvo un rol central. Lo que yo leo que pasó es que cuando asumió el macrismo pasó mucho tiempo hasta que la política reaccionó, y entonces mucha militancia vino a dar la batalla y a resistir en los sindicatos. En ATE pasó con los despedidos y las persecuciones políticas, había cosas que ya estaban organizadas y otras que se empezaron a organizar en torno a la resistencia al macrismo. Por ejemplo, muchos compañeros que habían sido trabajadores en el gobierno de Néstor y/o de Cristina, en el ámbito nacional, cuando llegó el macrismo no estaban afiliados a ningún sindicato, y yo creo que es porque muchos de esos compañeros se consideraban más militantes de un proyecto político que trabajadores y trabajadoras del Estado.
El macrismo, entonces, les enseñó a muchos y muchas la importancia de sindicalizarse. Ese es un piso del que no hay que retroceder. Y ahora que hay un gobierno compañero, que tiene otra política, es importante no perder la herramienta sindical, que tiene una especificidad que no tiene la militancia política. Empezaron las paritarias nacionales y entendemos perfectamente que el Gobierno nacional está destinando una enorme cantidad de recursos para los más vulnerables y que Horacio Rodríguez Larreta no puso un peso y que todo viene del gobierno nacional, pero todo lo que viene haciendo a nivel macro no nos tiene que poner a nosotros en un lugar de “bueno, no le reclamo nada porque soy compañero y tengo que bancar todo”. Está perfecto, pero lo que enriquece a la construcción del gobierno es poder preservar el eje central que vino a traer este gobierno, que era el trabajo. Alberto ganó las elecciones hablando de unidad, de democracia, de instituciones, y sobre todo de trabajo. Y las organizaciones sindicales tenemos que poder poner las demandas que tienen los trabajadores, y en el caso del Estado ATE tiene una particularidad que para mí es interesante y fue lo que me acercó a ser Delegada que es que los reclamos gremiales, salariales, reivindicativos, no están escindidos de la discusión del rol del Estado, porque la especificidad que tiene el trabajador del Estado es que la política pública y los derechos que garantiza el Estado llegan a través de sus trabajadores y trabajadoras. No hay Estado posible sin ellxs. Entonces hay un compromiso de ATE con el rol del Estado. Cuando nosotros decimos que no puede haber un trabajador cobrando por debajo de la línea de la pobreza, como hoy sucede en el ámbito nacional y de la Ciudad , es porque entendemos que ningún laburante puede garantizar derechos a la sociedad si no tiene garantizados sus propios derechos. O cuando hablamos de que tiene que haber una carrera administrativa, es porque entendemos que de esa manera, cuando vos tenés la posibilidad de promocionar en tu carrera, cuando te formaste y pasaste evaluaciones de desempeño, estás mejorando la calidad del servicio del Estado. Es mucho mejor eso a que compañeros terminan migrando constantemente al sector privado porque ahí tienen mejores posibilidades. El rol del sindicato tiene que ver con eso, y cuando ATE Capital tiene una característica más combativa, más crítica, no se tiene que ver como algo desleal sino que aporta al proyecto nacional, aporta una mirada que realmente tenga a los trabajadores dentro. Yo me he reunido con Eli Gomez Alcorta, la Ministra de Mujeres, Género y Diversidad y le planteamos algo que no tenían en cuenta, que era el presentismo. El presentismo que puso el macrismo hace que los trabajadores no puedan acceder realmente a todos sus derechos por convenio. Lo mismo pasa con las licencias por cuidado, por enfermedad. ¿Quiénes son las que mayoritariamente tienen las tareas de cuidado? Las mujeres. Si yo no me puedo tomar todas las licencias, o si me las tomo y pierdo el presentismo, es otra medida que a mí me pone en desventaja frente a mis compañeros varones.
El macrismo les enseñó a muchos y muchas la importancia de sindicalizarse. Ese es un piso del que no hay que retroceder.
La gestión que llegó, por más capacitada que sea, no tiene ese recorrido que tienen los trabajadores y trabajadoras que vienen trabajando con una agenda específica. Y yo creo que eso este Gobierno lo entiende, pero le falta escuchar un poco más a los trabajadores del Estado. Hay una política para los sectores más vulnerables, para la economía social, para la clase media, las Pymes, hay para todos, pero a esta altura del año recién se está definiendo la paritaria para los trabajadores del Estado, trabajadores que ya habíamos perdido con Macri el 40 por ciento de nuestro salario y que fuimos a la vanguardia de un montón de batallas, porque arrancaron con nosotros los despidos y las persecuciones políticas, y resistimos. Y lo que se sostuvo del Estado creo que fue gracias a los trabajadorxs que con compromiso y voluntad siguen sosteniendo los programas que incluso el macrismo vino a desbaratar. Tenemos una experiencia en el Ministerio de Desarrollo de Nación con el programa FINES, que se había cerrado y que los trabajadores se organizaron y lo sostuvieron. Eso hay que ponerlo en valor. Acá, en el tercer piso de este sindicato, se organizó la Marcha Federal y muchas de las movidas importantes de resistencia al macrismo. Y eso no nos da más derechos que nadie pero sí nos parece importante que se reconozca a quiénes fuimos parte de la resistencia. Porque sin esa resistencia hubiéramos tenido no 4 sino 8 años de macrismo. Alberto Fernández cuando sienta a Hugo Yasky y a la CGT intenta trabajar en la unidad y la primera vez que yo escuché hablar de la unidad de la CTA Y la CGT fue al Tano, y fue como un cimbronazo, parecía una locura. Y después se pudo trabajar en ese sentido y se entendió desde dónde él lo planteaba, y creo que hoy es una de las agendas.
Y en la Ciudad de Buenos Aires hay un desafío enorme porque venimos sufriendo al macrismo desde mucho antes y eso se nota en la calidad del trabajo en el Estado. Hay 18 mil contratadxs, muchos de ellos durante años y años, y eso genera que en el marco de la pandemia hubiera habido aprietes y despidos. Justo en el Estado, donde uno esperaría que hubiera mayores niveles de seguridad laboral, de formalidad y en este contexto quienes están en peores condiciones son quienes están en esa situación de informalidad. Los salarios son sumamente bajos y la paritaria no existe en la Ciudad, es una mentira. Se sienta SUTEGBA, arregla, nos llaman al otro día y nos ponen el acta sobre la mesa. El último acta de paritaria nos lo mandaron por mail, es una locura. Teníamos congeladas hace 8 años las asignaciones familiares. Los laburantes de la Ciudad cobran $270 por sus hijes mientras que en el ámbito nacional los trabajadores del Estado cobran 3 mil pesos. La ciudad más rica del país tiene a sus trabajadores sumamente empobrecidos. Nos quisieron pagar el salario en cuotas. Larreta quiso votar una Ley de Emergencia económica donde decía que les iban a pagar en cuotas a esos que están en la primera línea en el contexto de pandemia. No es sólo salud, que es recontra primera línea, pasa en el ámbito de la niñez, en hogares, en geriátricos, en los paradores para personas en situación de calle… Hacía 9 años que la Ciudad no creaba un nuevo parador. Recién en la pandemia creó uno nuevo. O sea, todo lo que puso de recursos, que eran pocos, eran cosas que ya faltaban. Nosotros decíamos “faltan trabajadores de la salud”. Contrataron ahora, porque estamos en pandemia, pero están compensando lo que faltaba. Nuestras enfermeras y enfermeros no son consideradxs profesionales de la salud, son administrativos. Y venimos reclamando eso hace años, tenemos un amparo iniciado. A todos esos trabajadores, el Gobierno de la Ciudad quería pagarles en cuotas. Logramos una resistencia importante que nos permitió dar visibilidad y dialogar con las y los legisladores porteños para que tuvieran conciencia de la grave afectación que nos generaba y logramos que ese artículo se sacara. Pero hay un problema de concepción, que se está disputando a nivel nacional,y que es de dónde se sacan los recursos. Creo que ese es el gran debate o el gran desafío. ¿De dónde tiene que salir la guita: de los bolsillos de los laburantes o de aquellos que tienen mayores riquezas personales? También por eso el Impuesto a las grandes riquezas, que la CTA viene bancando, y nos gustaría que no fuera una única vez, pero bueno, entendemos que se avanzara cuando se pueda. Yqueremos ser parte de quienes puedan darle empuje al Gobierno de Alberto para que pueda avanzar en esas discusiones.
Agustina Panissa: “Una vez que empezás a ver el feminismo, no hay vuelta atrás”
¿Cómo imaginás el futuro y qué conclusiones podés sacar de estos meses de pandemia en relación a lo que se viene?
Te puedo hablar desde la perspectiva del trabajo. En la Ciudad de Buenos Aires la pandemia vino a desnudar un montón de desigualdades estructurales que quienes militamos desde hace años las conocemos. A mí me preocupa mucho cómo vamos a salir de todo esto porque los primeros que perdieron fueron justamente los sectores que tienen mayores niveles de precariedad. El gobierno de Alberto hizo enormes esfuerzos por llegar a esos sectores, pero va a ser un desafío muy grande ver cómo nos levantamos, en todo sentido. Pienso en lo habitacional, lo educativo, lo económico… Hay un montón de comercios que están cerrando y parece que fuera solo por la pandemia y en realidad venimos de cuatro años de una política muy difícil. Me apena que muchos de los proyectos del Frente de Todxs no se estén pudiendo llevar a cabo por este contexto. Me preocupa mucho qué pasará con el mundo del trabajo y con los salarios. Hoy vine en taxi y me pasó algo curioso: el conductor me dice: “¿vas a ATE? Yo estoy afiliado, soy trabajador del Ministerio de Cultura de Nación”, y estaba a su vez laburando de taxista y hablamos una bocha, y me hacía pensar sobre los salarios de un trabajador del Estado. Me preocupa qué va a pasar con los salarios, y me preocupan las compañeras que llevan adelante las tareas de cuidado junto al teletrabajo, porque el Estado siguió siempre abierto, desde el primer momento, algunas tareas se mantuvieron presenciales y otras se están haciendo desde las casa. Y lo que nos cuentan algunas compañeras es que están muy sobrecargadas, porque tienen las tareas laborales, más las tareas del hogar, más el agobio que implica estar encerrada. A nivel nacional se dio licencia para quienes tienen hijos a cargo, pero muchas compañeras quieren seguir laburando porque tomarse una licencia implica resignar el desarrollo profesional y el tener una actividad propia y muchas de ellas además son delegadas, entonces también tienen la tarea sindical. Cuando se vuelva, si los últimos en volver van a ser los pibes, lxs que cuidan pibes también van a ser los últimos en volver, y es preocupante pensar cómo a pesar de todo el avance que habíamos tenido con el feminismo, esta pandemia puede llegar a repercutir en esas desigualdades. Si no fuera por toda la resistencia previa y las redes feministas que se crearon sería mucho más difícil, porque ni tendríamos en agenda las políticas de cuidado. De hecho, hablamos de eso porque pudimos ponerlo en agenda.
Cuando se habla del futuro del trabajo, siento que se habla de mayor precarización. ¿Por qué no imaginar un futuro con mayores derechos laborales, con formalidad? Por ahora está difícil, pero espero que la pandemia nos sirva para tener una nueva normalidad con mayores derechos.
¿Cuánto y en qué se vio modificada tu vida personal a partir de tu nuevo rol político sindical?
Lo que primero cambió es lo laboral. Por el tipo de trabajo, yo no puedo trabajar y hacer esto a la vez, entonces extraño mucho mi trabajo. Sostengo reuniones y sigo en el grupo de Whatsapp y a veces opino, pero lo extraño. Cuando asumí, una de las primeras cosas que me preocupaba era poder cuidar mi vida personal, mis intereses. Otro aporte del feminismo es la importancia del autocuidado, de valorar lo personal y los deseos. Pienso que quienes ocupan determinados lugares de decisión y de responsabilidad tienen que poder tener una vida personal, amigos, espacios de ocio, eso te humaniza y te vuelve una persona real. Y me cuesta, aunque lo sostengo. La terapia la sostengo (risas). Trato de no cargarme de reuniones: si el fin de semana hay 10 actividades, voy a una, intento mantener las relaciones personales. Y en este contexto encima es difícil. En estos meses falleció mi tía y todavía no pude abrazar a mi abuela porque vive a 200 kilómetros y sé que la expongo, pero no pudimos tener un velorio normal. Esas cosas nos afectan a todos. Pero lo que pueda sostener, lo voy a hacer para tener la cabeza lo más sana posible. Si no es muy enfermizo todo. Es difícil porque para quienes militamos, la militancia es 24/7, pero si vivís en una burbuja te perdés lo que en realidad querés transformar. Cuando estás todo el tiempo hablando de política y cuando es el único canal que ves, te perdiste un montón de discusiones y de otros colores. Por suerte tengo familiares, amigos y amigas, que piensan muy distinto a lo que pienso yo y hay más de uno que no tiene ni idea de lo que es un sindicato, y sin embargo me bancaron y me acompañaron y estuvieron el día que asumí. Cuando yo les contaba qué era esto, muchos no entendían. En mi familia no milita nadie, nadie viene del palo sindical y me parece que está bueno que sea así, que uno tenga también esa parte cercana. Me parece más real. No sé si mejor pero más real.
Cuando se habla del futuro del trabajo, siento que se habla de mayor precarización. ¿Por qué no imaginar un futuro con mayores derechos laborales, con formalidad?
Por último, un ping pong que solemos hacer en Ponele:
3 libros que todos deberían leer antes de morir…
El Principito. Estoy pensando en alguno más de esos que te hacían leer en la escuela… El Padrino está muy bueno también. Te voy a decir uno muy de ñoña: la Constitución. La tenés que leer para conocer tus derechos (risas). Otro que está muy bueno es Eva y las mujeres, de Julia Rosemberg. No sé si todo el mundo, pero por lo menos todos los que militan deberían leerlo. Es alto libro porque desanda esta idea de que peronismo y feminismo parecieran no ir de la mano y habla de la militancia de Eva, de cómo ella empoderó mucho a las mujeres y del voto femenino, que no es solamente la posibilidad de votar sino sobre todo de ser elegidas. Y Eva trabajó mucho para formar las delegadas provinciales en el Partido Peronista Femenino con Congresos provinciales. El libro cuenta que traía a algunas de las provincias a dar discursos frente a Perón… toda una militancia que para mí era muy desconocida del mundo de Eva, que para mí es una súper referenta, y los que militan lo tienen que leer. Hay debates que nos damos hoy que ella ya se daba en ese momento.
¿Creés en Dios?
Creo en una energía, no sé si un Dios, pero no somos lo único que existe. Lo de Dios me hace pensar en un ser superior y no me va, pero crep que somos un punto pequeño en algo mucho más grande. Creo en vidas pasadas y posteriores, no creo que todo se termine acá. No entiendo mucho de astrología pero creo también en eso, porque calculo que si la energía de los planetas puede generar cosas en la Tierra cómo no van a influir en nosotros (risas). Hay algo de lo energético que para mí existe. Cuando era chica tomé la comunión porque quise, ni sé por qué fui y les dije a mis viejos que quería. Hice catequesis y me dije “esto no cierra: ¿por qué le tengo que ir a contar mis pecados a un cura?”. Me lo tomaba muy literal: si somos todos pecadores, ¿por qué le tengo que contar mis pecados a uno igual de pecador que yo? No compré
¿Experimentaste con drogas? ¿Y qué postura tenés con la despenalización de la marihuana?
Lo único que probé fue marihuana, pero me duerme un poco. Mis amigues me cargan porque una vez en un casamiento yo estaba muy arriba, mucho más que todo el resto, que habían consumido otras drogas y yo nada (risas). Y estoy a favor de la despenalización porque de por sí la prohibición en este tipo de cosas no me parece que sea una política pública adecuada. Siempre creo que la política de Estado que acompaña cualquier cuestión, sea de salud pública o lo que sea, es mucho más adecuada. Así que sí, creo en la despenalización. De otras drogas no tengo una opinión tan formada, debería informarme mejor.
¿Algún oficio o habilidad que te gustaría tener?
Tocar la guitarra. Intenté de chica, me daban los acordes pero el rasgueo me salió mal y me frustré y lo dejé. Mi viejo tenía una guitarra muy linda, que después la tocó mi hermana. Me gustaría saber manejar también. Y hago teatro hace muchos años, hice varias obras, pero siempre me pareció mejor que no se convirtiera en un trabajo, así lo disfrutaba más.
¿Algo más que quieras decir?
Que los que laburan, sea donde sea, se sindicalicen y se afilien, porque es la única forma de transformar la realidad.