Florencia Álvarez Costa es psicóloga, oriunda de Adrogué, en la zona sur del conurbano bonaerense, y vive en Canadá desde junio de 2019. Con un hijo de casi dos años, trabaja como recruiter para una empresa de Estados Unidos y planea complementar su formación de grado con una especialización en tratamiento de adicciones.
¿Cómo es vivir allá y cuál es la situación con la cuarentena?
Vinimos con mi familia hace un año en búsqueda de nuevas oportunidades. Mi pareja obtuvo una beca para estudiar en una de las universidades más prestigiosas del país y yo trabajo de manera remota para una empresa de Estados Unidos. Las condiciones migratorias para la familia en esos términos eran muy buenas, por lo que decidimos darle una chance a la experiencia.
Montreal se caracteriza por su diversidad cultural, siendo el 31% de su población minorías visibles, y esto hace a la ciudad muy atractiva. Y la cuarentena siempre fue relajada. La ciudad es la principal del estado de Quebec, que es de habla francesa, y tiene fuertes intenciones independentistas, entonces se manejan con bastante autonomía con respecto al resto del país. Me pareció interesante ver cómo confían en el criterio de sus ciudadanos cuando comunican las recomendaciones, que no siempre son acatadas a rajatabla. Podés encontrar a gente muy obsesionada, siguiéndola al pie de la letra, y otra más “rebelde” que actúa como si el virus no fuese real. Lo que sí se observa es el respeto entre ambas posturas. Se respeta el distanciamiento social y no presenciamos reclamos ni demandas.
Y en plena crisis, que inició el 15 de marzo, luego del spring-break de las universidades, Montreal cerró negocios, universidades y todo servicio no-esencial. Pero seguía habiendo libertad para circular, aunque respetando la distancia y pudiendo interactuar solo con tu grupo familiar. No estaban permitidos viajes entre ciudades del mismo estado.
¿Y cómo afectó a la dinámica de la ciudad?
Luego de un mes y medio en esas condiciones se empezó a flexibilizar un poco, los negocios abrieron con protocolos, y a la par el clima iba mejorando. Abril y mayo son meses en los que la gente suele salir al aire libre, por lo cual los parques y espacios verdes estaban repletos. La policía pasaba comunicando que se aplicarían multas para quienes no cumplieran con el distanciamiento, pero no vimos que lo hicieran. Los juegos de niñxs y el skate-park estaban envueltos en cintas prohibitivas, pero después de semanas algunas personas comenzaron a permitirles a sus niñxs utilizarlos.
Hoy, más de tres meses después, los Daycares (jardines) ya están abiertos en todo Quebec, como los parques, juegos de agua e inclusive algunos restaurantes con terraza.
¿Y vos qué nuevos hábitos adquiriste?
Intento ser más cuidadosa con algunos rituales de higiene, sobre todo cuando interactuó con grupos de riesgo. Pero en mi casa no adoptamos ninguna conducta obsesiva ni creo que afecte a futuro ninguna de mis conductas para vincularme.
¿Qué es lo que más extrañás de tu rutina y de Argentina?
Cuando uno vive afuera uno de los combustibles más eficientes para no caer en la nostalgia es tener un plan de retorno o de visita a tus seres queridos. En nuestro caso, la pandemia truncó dos viajes de nuestros familiares para acá, y fue un golpe a nivel motivacional. Esperamos poder volver a la Argentina pronto. Y de allá extrañamos a la gente y su cultura, la comida y el carácacter pintoresco y cálido de los argentinos.
¿Qué rol ves que tienen los medios allá en este contexto? Y las redes sociales…
En Quebec hay medios de comunicación en francés y en ingles. En mi caso, como no domino aún el francés, elijo informarme con diarios y radios en inglés. En general las noticias fueron bastante objetivas, con el fin primario de comunicar las recomendaciones del gobierno, y después hay notas de opinión y amarillistas que en general evito.
¿Creés que se puede aprender algo de esto?
Entiendo que puede repercutir en el ámbito laboral respecto a una nueva concepción del trabajo remoto. Lo veo positivo, para sumar una mayor flexibilidad laboral. Y respecto al ámbito familiar, creo que pudieron haberse creado nuevos vínculos y nuevas herramientas para manejar las relaciones intrafamiliares, y que podrían quedar establecidas de manera duradera. Creo que la pandemia va a pasar y que la gente, gradualmente, va a retomar sus actividades y costumbres.
Pero mi preocupación es la xenofobia, que siempre busca excusas para disfrazarse y que en esta pandemia encontró un nuevo huésped. Creo que ese es uno de los costos más altos. Será una asociación más difícil de desplazar de la mente de muchas personas que ya de por sí suelen simpatizar con ese tipo de argumentos que generan mucho daño en la sociedad.