Juan José Bernardo Alonso vive en Madrid hace 18 años, desde 2002, y trabaja como diseñador de joyas orientado al diseño y la impresión en 3D. También hace trabajos mecánicos relacionados a la alta tecnología en joyería y a veces, “cuando hace falta”, es traductor y camarero.
¿Cómo están ahora allá con la cuarentena?
La situación en Madrid es muy relajada, ya estamos casi a punto de llegar a la nueva normalidad. Ya podemos juntarnos tranquilamente, solamente hay que salir con mascarilla.
¿Y qué cambios notaste en la vida cotidiana? ¿Adquiriste nuevos hábitos ligados a la pandemia?
Después de tanto tiempo sin poder hacer vida normal nos hemos tenido que acostumbrar a nuevos hábitos. Hemos tenido que adaptar formas de trabajo. Yo vengo intentando hace mucho tiempo hacer varias cosas por mi cuenta: mayormente me dedico a la joyería pero también soy traductor y profesor de idiomas (Español e Inglés), y ya tenía cierta facilidad para trabajar desde casa, pero no es nada fácil porque aunque tengas las herramientas alguien te tiene que dar trabajo. Y la parte más complicada es que nuestros niños no tienen colegio y eso no solo implica hacer de maestro en casa, que en mi caso no me resultó una complicación porque me encanta hacerlo y la mamá de mi hijo es maestra, pero hemos tenido que acostumbrarnos a que los niños estén con nosotros cuando deberíamos estar trabajando.
Yo hago ejercicio físico de manera cotidiana, hago aikido hace 8 años, pero con esto he conseguido algo que antes me costaba mucho, que es la rutina de hacer ejercicio con mi hijo casi todos los días, como algo regular. Pero no lo tomo como algo románticamente positivo, sino que es resultado de no poder salir de tu casa.
¿Creés que podemos aprender algo de esta experiencia?
Sí y no, porque aprendemos de cualquier cosa: si te golpeas un dedo con una piedra aprendes y la próxima tendrás experiencia, pero creo que se está romantizando un montón la idea de que de esto saldremos mejores. Eso no pasó en ninguna guerra, en ninguna crisis, en ningún momento de la historia. Aprendemos de los quilombos y de los problemas, pero si la pregunta es si esto puede ser positivo para la sociedad estoy 100% en desacuerdo..
¿Qué extrañás de la vida pre pandemia?
Mi situación está casi igual que antes. Yo ya venía en una situación precaria, trabajando en negro y adaptándome a diferentes condiciones. Estoy separado hace tres años, con una custodia compartida de nuestro hijo de 6 (la mitad del tiempo conmigo, la mitad con la mamá), y en todo el mundo se hablaba de la crisis y de cuándo iba a venir la próxima. A mí justo se me terminó un trabajo antes de la cuarentena y como estaba en negro no pude recibir el subsidio de desempleo, pero lo pude manejar y me empezaron a surgir trabajitos de nuevo. Yo en lo personal no extraño nada de la vida pre pandemia. Estamos más o menos igual que antes, y ahora paso más tiempo con mi hijo.
¿Y de Argentina extrañás algo?
A mi hermana, a sus hijos y a mis amigos. Pero fuera de eso, no extraño casi nada. Ya tengo mucho más círculo social acá que en Argentina. No volvería a vivir allá, y hace 15 años que pienso eso. Una vez que te acostumbras a la migración (a mí me costó mucho) y echas raíces en un lugar es muy difícil pensar en volver. En mi caso, incluso antes de haber tenido un hijo, ya tenía clarísimo que a Argentina no volvía ni en broma. Es mi tierra, donde viven mi hermana, mis sobrinos, algunos amigos y muy poca otra familia, y donde nací, pero no es una sociedad en la que me gustaría vivir. Tampoco creo que esta sociedad sea mucho mejor, pero me parece que acá, por como se ha ido dando la historia, se vive mejor y más tranquilo, y no sólo en lo económico. Una de las cosas que hace que no pensara nunca en Argentina como algo entrañable es la violencia y todo lo asociado a ella, como la facilidad para tener armas, algo que me sigue sorprendiendo muchísimo (y lo digo siendo alguien al que le gustaban las armas).
¿Cómo ves el papel de los medios de comunicación y las redes sociales en este contexto en España?
Como en todo el mundo, dependen de los intereses de quienes los controlan. Las redes sociales se han transformado en medios de comunicación pero con algo negativo, y es que le han hecho creer a la gente que tiene la libertad de decir lo que sea, todo el mundo puede tener un blog o una cuenta en Facebook y opinar de cualquier tema, pero estás mucho más vigilado porque conocen tu IP o simplemente miran tus perfiles sociales. Es muy difícil adaptarse a este modelo de confort y ser absolutamente invisible.
Y en el contexto específico de la pandemia los medios de comunicación han tenido el rol de defender sus intereses, como siempre, no he visto nada diferente. Cuando miro las redes de mis amigos argentinos veo que cada uno está convencido de que el otro es un retrasado mental. Acá pareciera que es menos extrema la disputa, más tranquila, pero es lo mismo en el fondo. De hecho me ha sorprendido mucho la cantidad de “policías de balcón”, de patriotismo de entrecasa. Yo desde mi conspiranoia nunca tendré claro si esto fue una casualidad de la naturaleza o algo hecho con malicia, pero sí sé que de esto se han aprovechado gobiernos y medios de comunicación. Los grandes medios utilizan la pandemia para apoyar o para atacar a uno u otro.