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Así lo viví desde la calle: cada vez somos más y cada vez gritamos más fuerte

El jueves 14 de junio, unos minutos antes de las 10 de la mañana, dimos un paso fundamental en el camino a un logro histórico: en la cámara de diputados, el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo obtuvo 129 votos a favor, 125 en contra y 1 abstención. Esto significa que logró la media sanción, y el proyecto pasa a ser debatido en el Senado (se estima que en septiembre).

Resultados finales de la votación desde la planilla colaborativa de Economía Femini(s)ta

Las emociones que se mezclaban en el pecho eran fuertes y difíciles de explicar: el temor de que salga en contra y tener que esperar dos años para volver a esta instancia de debate, la incertidumbre de no saber con certeza cuál iba a ser el resultado final, y los nervios de saber quiénes estaban indecisos y que con esos 4 o 6 votos se definía todo. Mientras por dentro intentabas no ilusionarte porque cualquier resultado era posible, caminabas por calles abarrotadas de personas con el pañuelo verde reclamando un derecho legítimo de salud pública que sólo aumentaba las esperanzas. La movilización y vigilia del 13 y 14 fueron una marea masiva de gente que no entró en la mitad de la plaza que se les designó, y rebalsó por las calles del Congreso.

De las jornadas de ayer y hoy se pueden decir y escribir muchísimas cosas: el hecho de que el debate haya durado más de 23 horas, que en el momento de la votación estuvieran todes les diputades sentados en sus bancas, que la diferencia del resultado fue pequeña pero trascendente, entre muchas otras. Pero esto sucedía dentro del Palacio de Congreso, y la verdadera movida estaba afuera. En la madrugada helada, caminando por Rivadavia, Corrientes o Callao encontrabas grupos de gente amontonada rescatando calor con café, fogones caseros y bailes; sin falta hubo frazadas, guantes, bufandas y todo tipo de abrigos para acompañar la vigilia de una noche histórica. Durante el miércoles y el jueves llenamos el Congreso de verde y lucha, poniendo nuestro cuerpo todo el día y noche para exigir lo que es nuestro: el derecho a elegir.

recuperando el cuerpo

Las mujeres vivimos acostumbradas a que nuestros cuerpos sean el centro de un debate del que no podemos participar. En vez de ser tratado como una cuestión de salud pública, para los que se proclaman pro-vida el aborto es el asesinato del niño -feto- por nacer. La discusión pasa alrededor de un conjunto de células sin conciencia ni lenguaje, y no de las mujeres que deben dejar de lado su vida ya formada para llevar a cabo un embarazo no deseado -o morir porque no cuentan con la elevada suma de dinero requerida para abortar de forma segura-. Otra vez, debaten sobre nuestros cuerpos y qué deberíamos hacer, pero muchos ni siquiera quieren escuchar nuestra voz.

Lo positivo de este asunto es que no nos importa que no nos quieran escuchar, porque cada vez somos más, y cada vez gritamos más fuerte. Por meses pusimos nuestro cuerpo y alzamos los pañuelos verdes todos los martes frente al Congreso, sin importar el calor, la lluvia o el frío. Juntamos firmas, armamos festivales, las artistas de Línea Peluda rodearon el Congreso de dibujos y protestamos exigiendo un derecho más que necesario y legítimo. La media sanción del proyecto demuestra que la lucha popular en las calles logra cambios, sin olvidarnos que la lucha estudiantil también fue efectiva, ya que los 16 secundarios tomados le sumaron peso a la balanza y cumplieron su objetivo: que las adolescentes puedan abortar sin necesitar el permiso de un guardián legal. Juana Garay,  Presidenta del Colegio Nacional de Buenos Aires, expresó la felicidad de este importante logro de los secundarios:  “Estamos muy contentos, el proyecto pasó sin la modificacion del articulo 8, que era el que nosotros reclamábamos que quedase en el proyecto. Entendemos que las tomas de los colegios tan criticadas al fin y a cabo dieron sus frutos y colaboraron con la lucha”. Maisa Bascuas, referente del Movimiento Popular la Dignidad, agregó que “es una lucha que el feminismo viene construyendo desde hace muchísimos años. Por eso todo este esfuerzo se merecía una alegría de estas dimensiones. El movimiento de mujeres construyó una fuerza impresionante”.  

Desde afuera se sentía que dentro del Congreso sucedieron un centenar de cosas. Algunos diputados dijeron atrocidades que te helaban la sangre más que los tres grados de sensación térmica. Otros discursos eran para aplaudir de pie, como el de Lucila de Ponti, o el de Silvia Lospennato, diputada del PRO -el partido que aportó la mayor cantidad de votos en contra de la ley (37)-  que libró una batalla durísima dentro de su bloque, cerró el debate por el oficialismo nombrando a las mujeres pioneras del proyecto y enojó mucho a Elisa Carrió.

Aún así esas no son las cosas claves del día de hoy. Porque la historia también la estábamos escribiendo afuera, en las calles, con los bombos, canciones y aullidos de guerreras. Porque cada 10 minutos actualizábamos la planilla colaborativa de Economía Femini(s)ta, el “conteo de porotos” de la posición de los diputados frente al Aborto Legal, con unos nervios indescriptibles. Hoy sacudimos el piso y demostramos que salir a las calles a reclamar nuestros derechos valió la pena. Hoy empezamos un cambio crucial en el país y América Latina que nos hace creer en la posibilidad de la sociedad que queremos construir. El grito es cada vez más fuerte y los puños alzados cada día son más: hoy no quedaron dudas, al patriarcado lo vamos a tirar.

Por Agustina Carrera

Agustina Carrera de Souza

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