Ni Horacio, ni Nicolás, ni Mario. Ya nadie le sirve a Mauricio para contener a Lilita. La ficha le cayó al Presidente esta semana. Justo cuando venía “enviagrado” de la cumbre del G20 y Carrió le pinchó el libreto electoral que lanzó Pato Bullrich para que los policías que dependen de ella puedan disparar por la espalda sin previo aviso.
El jefe de Gobierno Rodríguez Larreta, el diputado Nicolás Massot y el ex vicejefe de Gabinete Mario Quintana fueron los tres pararrayos que Mauricio y Marcos siempre utilizaron para contener a Lilita. Y para que ella pasara de haberlo definido como “un límite” a ser totalmente funcional al armado de la alianza Cambiemos. Incluso para mantener a los radicales a raya.
Pobres con miedo
Acá, en la Casa Rosada son muy pocos los que se bancan a Elisa. Me consta cuando lo veo al lilito Fernando Sánchez caminando por el Patio de las Palmeras. Caminar es un decir: anda hiperquinético, irascible, incómodo y podrido de tener que bancarse la bronca del PRO todos los días. Era diputado nacional, también fue legislador porteño, y ahora es secretario de Fortalecimiento Institucional de la jefatura de Gabinete, de Marquitos.
Pero los jóvenes y aguerridos peñistas lo consideran “un monitor” de Lilita dentro de la Casa Rosada. Y así lo tratan. Más ahora, con lo mal que Lilita lo trata a Mauricio, luego de cachetear con furia al ministro de Justicia Germán Garavano y pedir su destitución por juicio político en el Congreso. Y de lastimar a Pato Bullrich a la que trató de tonta, por dejar, según ella, que Gendarmería y Prefectura le dibujen “capturas” de faso que son inventadas.
Ahora, junto a la Federal, esas fuerzas podrán hacer lo mismo que Chocobar. “El camino lo marcó Patricia cuando dijo que había que bancarlo, esto es la continuación de ese impulso”, dijo Mauricio después de felicitarla por su desempeño en el G20. Además, Marcos dice que la mano dura garpa y que sirve para poder atravesar un verano sin nada bueno para contar desde la economía.
Lo fundamenta con los últimos focus groups que les entregó Jaime esta semana, en los que les tiró la soga de la mano dura como una interpretación de la demanda de los electores que, según ellos, están dispuestos a empobrecerse a cambio de tener menos miedo. Es casi la misma lógica con la que Pato le explica el fenómeno Bolsonaro a Mauricio y el movimiento que hace posible poner a Chocobar como un héroe.
El fin del idilio
“Lilita no se banca nada de esto, lo que pasa es que se lo calló mucho tiempo y con el nuevo reglamento que firmó Pato estalló”, se le escuchó decir a Garavano cuando el presidente le pidió una opinión sobre las actitudes descarriadas de Carrió.
Mauricio aprendió a bancársela a pesar de su rechazo epidérmico con la gente obesa, la ambición por el poder pudo más. Y Mauricio se tragó y olvidó todas las acusaciones que le dedicó Lilita durante más de diez años.
Tanto en Olivos, en Los Abrojos, como en la Casa Rosada, todos sabemos y vimos con nuestros ojos la bronca que Lilita siempre le tuvo a Marcos. Pero ahora la tiene con ambos, aunque dicen que a Mauricio le anticipó hace tiempo que iba a ir contra cualquier tipo de bolsonarización. Macri le pidió tiempo para pensarlo. Pero mientras cortejaba a Trump y a Xi Jinping, le daba vía libre a Pato para que cambiara las reglas. Lilita no come vidrio, tomó nota del movimiento y los trató a ambos de fachos.
A Mauricio le cayó como una piedra. A Pato como la continuidad del aliento a perrito que le dedicó cuando la trató de tonta. Hasta hace poco Marcos interpretó que la grosa de Lilita estaba primereando a la oposición con algunas críticas para contener a los votantes desencantados de Cambiemos.
Ahora temen que estalle todo por los aires y que les compita el año que viene, luego de destrozarlos de a poco. Algo se rompió, porque Mauricio anda pateando perros de la bronca. Yo ni me acerco, tengo miedo. Ya me podían deportar por inmigrante y ahora capaz me pegan un tiro por culpa de la gorda. Vida de perro.