Ilustración: Emiliano Ciarlante
Referimos la trama en la parte I. Pero el monstruo financiero de la desocupación se agiganta con las pequeñas y medianas empresas (pyme) y el paso del tiempo. Regresa con poderes destructores potenciados.
Consumo y mercado interno
La producción de las pymes se destina esencialmente al mercado interno. A menor escala de producción, menor productividad, menor rentabilidad, mayores costos y menos margen de maniobra.
Todas las empresas toman crédito en el sistema financiero para su funcionamiento regular. Las que suministran insumos venden con pago diferido, una forma de crédito para las empresas a las que proveen.
En esta situación inflacionaria, ¿cuál es el precio de reposición de los insumos y productos finales? ¿Cuál es la solvencia de las empresas que adquieren insumos si caen las ventas? La cadena de pagos se resquebraja.
Si se acumulan stocks, ¿qué tareas realiza un operario, una empleada, si ya no conviene producir por reducción de ventas debido a la abrupta caída del consumo por la baja del poder adquisitivo del salario?
La Canasta Básica Alimentaria (CBA) relevada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) escaló un 7,5 por ciento en octubre respecto a septiembre. Estudios privados estiman que de abril a octubre de este año, el consumo se contrajo un 8 por ciento.
Generación de empleo
Las pymes generan el 75 por ciento del empleo. Los últimos datos respecto a desocupación provistos por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que realiza el INDEC refieren al segundo trimestre de 2018.
En la comparación interanual, el desempleo avanzó un 10 por ciento. La desocupación se expandió más de un 10 por ciento en el servicio doméstico. El desempleo se elevó casi 14 puntos para las mujeres. ¿Alguien se salva? La desocupación para personas con educación superior y universitaria completa creció más de un 15 por ciento. El tiempo de búsqueda de empleo en el período menor a un 1 mes saltó un 13 por ciento y de entre 6 a 12 meses, un 18 por ciento.
El 29 de junio de 2018, un dólar equivalía a $ 29,65 y la tasa de interés de referencia estaba en torno al 55 por ciento. El 30 de junio de 2017, el dólar cotizaba $ 16,87 y la tasa rondaba los 27 puntos. Esto implica un aumento del tipo de cambio nominal (TCN) del 75 por ciento y una duplicación de la tasa de interés en términos interanuales.
Destrucción potenciada
El Estimador Mensual Industrial (EMI) que elabora el INDEC estima el nivel de actividad industrial. En junio de este año se desplomó un 8,1 por ciento en términos interanuales y en septiembre se derrumbó 11,5 puntos respecto al mismo mes del año anterior.
A fines de septiembre, o sea al cierre del tercer trimestre de este año, el dólar rondaba los $ 42 y la tasa el 70 por ciento, es decir que sólo en el tercer trimestre el TCN se incrementó un 40 por ciento y la tasa 27 puntos porcentuales.
Un reciente informe del Banco Central de la República Argentina (BCRA) basado en el balance de los bancos, expone que los bancos incrementaron su rentabilidad un 73 por ciento en septiembre de 2018 respecto al mismo mes del año anterior. No obstante, los cargos por incobrabilidad se dispararon un 137 por ciento respecto al año pasado.
El sistema solar tiene diversas complejidades debatidas por los científicos, pero existe consenso en que los planetas giran alrededor del sol. En este modelo, el sol es la deuda. La colocación de Letras del Tesoro (Letes) aceleró la suba de la tasa de interés y en octubre se disparó del 60 al 74 por ciento, para luego disminuir al 70 y después al 62.
El 22 de noviembre, ambito.com informó que el “Gobierno acelera aplicación de Renta Financiera para 2019” y la aplicaría para residentes desde el primer día de enero de 2019.
¿La renta financiera de quiénes? ¿Grandes fortunas, especuladores? “El Gobierno ya puso en marcha el mecanismo que desde el primero de enero obligará a ahorristas e inversores de todo tamaño a pagar el Impuesto a la Renta Financiera. Tanto depósitos a Plazo Fijo como las inversiones en bonos y Fondos Comunes de Inversión, pasarán a tributar un 5 por ciento de alícuota sobre las ganancias, si se trata de posiciones en dólares, o del 15 por ciento si son en moneda local. El mínimo no imponible para este tipo de ganancias será de algo más de $ 66.000”.
Este gravamen comenzó a aplicarse a principios de 2018 para no residentes. ¿Cómo lo tomó “el mercado”? Se produjo una salida en estampida de inversores del exterior que habían ingresado para aprovechar la astronómica tasa de interés con un dólar planchado por períodos. Pero luego el dólar duplicó su valor en menos de dos meses.
Las ventas de ADR (certificados de acciones de las grandes empresas “argentinas” que cotizan en la Bolsa de Nueva York) y el pasaje a acciones locales también quedarán gravados.
El 22 de noviembre, el vicepresidente tercero de la Unión Industrial Argentina (UIA), Guillermo Moretti, aseguró que “si la sociedad quiere suicidarse, seguirá con este modelo económico (…) Tendremos que ver cómo aguantamos, cómo esperamos, cuánto aguanta la sociedad. La salida es cambiar este modelo”.
El plan era “secar la plaza”. Nadie podrá decir que “lo que mata es la humedad”.