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El misterioso Köksal Baba

En una conversación de trasnoche, en un domingo de asado, o en tantos otros momentos donde el tiempo parece estar detenido, puede hacerse con facilidad una lista de personas con enanismo que la televisión argentina nos fue bridando: Nelson de la Rosa con su danza en el videoclip de “Coolo” de los Illya Kuryaki & The Valderramas, Luis Domínguez en Video Match, Maldito Peke cantando “Carnaza mamasa” en Pasión de sábado, Noelia Pompa haciendo danza de alto nivel en el Bailando, entre otros. Si bien en los últimos años el fetichismo tradicional de exhibir personas de talla baja se fue transformando en algo un poco distinto –alcanza con ver el lugar que ocupa Maxi Martínez, quien cocinaba asados y platos criollos en su cuenta de Instagram hasta que un día entró a Twitter para defenderse de un meme en el que se burlaban de su baja estatura y pasó a ser influencer y actor televisivo–, en el océano interminable de videos, gifs, memes, y demás que entran y salen de nuestro celulares, nos encontramos con el misterioso Köksal Baba.

La información sobre él a la que podemos acceder es poca. Sabemos que llegó al mundo con el nombre de Köksal Bektaşoğlu en 1975, que es originario de Trabzon –una ciudad del norte de Turquía–, que mide 1,37 y pesa 46 kilos y que no para de hacer videos con su colega y amigo Ricit. En cambio, su reciente fama trae una historia al alcance de la mano: en 2015 abrió su cuenta de YouTube con un video donde atacaba por sorpresa a desconocidos, sin miedo, pegando, gritando, reclamando, haciendo carne el mito del enano maldito, rabioso, de pocas pulgas, que vive resentido y es capaz de violentarse con cualquiera. Algo parecido al personaje de terror Chucky, pero verdadero, que rompe con su cuerpo en mil pedazos los límites de realidad y ficción. Ya convertido en un personaje gracioso de las redes, agregó el dato mítico de que había sido un antiguo campeón de boxeo junior en su Turquía natal, uno que supo defender el torneo tres años consecutivos. Parte de su atractivo audiovisual es el gran momento en el que se pone sus guantes de boxeo, esos con los que podría haber ganado tantos torneos, y golpea a quien sea que tenga adelante. “Metete en tus propios asuntos” es una de las frases de cabecera que grita con su voz aguda mientras estaciona un autito a su medida en las calles de lo que parece ser su país natal. Esta frase la podemos captar gracias a algunos videos que vienen con subtítulos en inglés.

Sin embargo, la violencia desmedida no es el único atractivo de este lado b del Increíble Hulk. Muchos de los videos de Köksal intentan entrar en una sintonía parecida a la del reality Little Woman, esa serie televisiva estadounidense que narraba la vida de seis enanas pintorescas. El influencer con millones de seguidores entra a una verdulería a tocar sandías que pesan varias veces más que él, va a visitar unas tumbas en un cementerio y deja flores, cocina comida sencilla en el horno de su casa, toma una rica merienda con una nena chiquita de su misma altura y hace algunas maldades como tirar sobrecitos de azúcar, acaricia un camello, participa de una de esas inauguraciones que incluyen cortes de cinta y come comida de Czn Burak, un chef viral famoso por preparar platos gigantescos. Little Woman –que contaba con personajes fascinantes como Terra Jolé, también llamada la mini Britney Spears– empezó siendo un reality que contaba la vida que vivían en Los Ángeles y su éxito fue tanto que terminó generando varias secuelas en distintas partes de Estados Unidos. Sería mucho decir que Köksal Baba es otro desprendimiento de la serie que terminó en 2018, pero también es difícil no relacionar los dos contenidos. 

Algo parecido al personaje de terror Chucky, pero verdadero, que rompe con su cuerpo en mil pedazos los límites de realidad y ficción. Ya convertido en un personaje gracioso de las redes, agregó el dato mítico de que había sido un antiguo campeón de boxeo junior en su Turquía natal, uno que supo defender el torneo tres años consecutivos.

Puede llegar un día en el que no pudiendo dormir, dando vueltas en la cama, pensemos en los videos de Köksal que estuvimos viendo y nos preguntemos qué hay de maravilloso en lo que vemos. ¿Por qué recorremos por horas el canal de YouTube? ¿Qué hacemos viendo una entrevista de veinte minutos en la que no entendemos una sola palabra, pero disfrutamos del acting irreal en el que enano embebido de odio les destroza el auto a los entrevistados con un bate de béisbol? Podríamos encontrar una primera respuesta pensando en lo que algunos sostienen sobre las canciones de Los Redondos: lo que en las letras del Indio Solari sería un goce poético por las palabras se traduciría en el mundo audiovisual en un placer por las imágenes de humor físico made in Los tres chiflados. Sin embargo, también podemos reflexionar más profundamente y suponer que Köksal Baba nos ofrece una violencia soft, que no provoca muertes y solo lastima siendo algo así como un juego de nenes. En los videos apreciamos que los que reciben las piñas casi lo buscan, hasta parecen estar siendo bendecidos al recibir un par de empujones de este enano iracundo. Claro que no hay que dejar de pasar por alto que la violencia soft se contrapone con la violencia de los ataques terroristas que el prejuicio relaciona enseguida con esa parte del mundo. Una vez encontrada la respuesta, tendremos que seguir en nuestra cama pensando en otra cosa, dando vueltas hasta conciliar el sueño.

Para terminar, tenemos que recordar ese momento en el que el boxeador más chiquito linkeó con Argentina. No, no llegó al país invitado en una gira promocional por una marca top. Un día cualquiera Köksal va a la barbería, recibe un servicio, se lo enjabona, se le pone un delantal y es tratado como un señor. Al terminar, piensa que quedó tan lindo que hasta está más lindo que Lionel Messi. Se pregunta esto arrobando a Messi en sus distintas redes, les pregunta a sus seguidores quién había quedado más lindo. Uno de los miles de comentarios fue de José Sosa –exjugador de la selección, que posiblemente conozca a Köksal por haber pasado un tiempo jugando en el Beşiktaş, de Turquía–, que se creyó en el deber de comentar que en la Argentina lo amamos. No sé si lo amamos, pero sí es seguro que sus videos son graciosos y nos muestran un mundo de miniaturas que todos –en Argentina y donde sea– estamos necesitados de ver. 

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