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Feminismo, arte callejero y sororidad creativa: Mini entrevista con Andrea Santo, de AMMURA

Hace poco se viralizó un video donde se ponía de manifiesto la inequidad a la hora de sumar mujeres a los proyectos de intervenciones de Arte Callejero. ¿En que se basa esta afirmación? En las cifras de los murales que se pintaron gestionados por el Gobierno de la Ciudad de Buenos aires. Como una forma de visibilizar el reclamo y empezar a organizarse, surgió la Agrupación de Mujeres Muralistas de Argentina (AMMURA) un colectivo de mujeres que lleva adelante la difícil tarea de poner sobre la mesa (o la pared) este reclamo. Andrea Santo, más conocida como Malandra, es una de los referentes de AMMURA. Artista comprometida con los tiempos que corren, respondió las preguntas de Ponele para explicarnos de qué se trata este proyecto.

 

¿Cómo definirías tu actividad?  ¿Cuándo comienza?

Comencé a pintar en 2013. Si bien siempre había dibujado y pintado, nunca había considerado difundir o hacer público mi trabajo. Luego de unos viajes, en particular un viaje de estudios a Alemania en 2012, pude apreciar la diversidad de propuestas y formatos que puede alcanzar el arte urbano. Diversidad en materiales, soportes y técnicas y también la diversidad en el mensaje o intención a transmitir. Volví a mi casa con la pregunta “¿Y por qué yo no?” Hay algo muy seductor en el gran formato. Ese atractivo fue lo que en primera instancia me arrancó del block de hojas y me arrojó a la pared.

Con la práctica fui dándome cuenta que el arte en calle tiene mucho más que el gran formato, esa es solo la punta del iceberg. En principio cambia tus condiciones de producción, entretejiéndolas con el azar y la incertidumbre ampliamente. Desde la interacción con los vecinos, con otros artistas, con las fuerzas de seguridad hasta las condiciones climáticas.También acelera un tipo de aprendizaje, que podría tachar de “saber de oficio” en el sentido que una empieza a resolver problemas en el momento (sustitución de materiales, cambios en el boceto original, modificación de escala, de motivo, etc).

 

¿Cómo surge AMMURA?

AMMURA surge autogestivamente, a través de reuniones en las que se fue convocando a las artistas. Muchas fuimos invitadas por otras, y así fuimos sumando participantes cuyo punto en común fue el reconocimiento de las desigualdades en la participación en festivales, obras, licitaciones públicas y exposiciones de artistas mujeres frente a nuestros colegas varones. Creamos un espacio donde pudimos intercambiar nuestras experiencias y encontramos mucha empatía y coincidencia en nuestras vivencias. Este fue el punto de partida y desde ahí fuimos generando debates, estableciendo prioridades, puliendo puntos y acciones.

¿Qué uso le están dando a las redes sociales?

Las piezas de comunicación que fuimos viralizando tienen por objetivo problematizar la inequidad en el medio laboral del mural y visibilizar el trabajo de la gran cantidad de mujeres muralistas. El video de denuncia interpela al GCBA ya que es quien posee y destina más capital a este tipo de intervenciones, pero la denuncia retrata un problema general y se espera que esta denuncia repercuta en todo el país. Exigimos 50% de muralistas mujeres en los eventos, proyectos y obra pública a través de concursos públicos con jurados rotativos, también compuestos por un 50% de mujeres.

 

¿Cómo sigue de ahora en más AMMURA?

AMMURA se está organizando, convocando a toda artista que reconozca  esta problemática y quiera cambiarla. No solo en CABA o GBA, estamos organizándonos a nivel nacional. Somos un colectivo horizontal que discute las propuestas y avanza conjuntamente. Particularmente creo que nuestra primera acción generó mucha viralidad y también algunas respuestas incómodas tanto de colegas mujeres como varones. En ningún ámbito es fácil desnaturalizar los privilegios o reconocer la falta de los mismos.  Considero que esas “incomodidades” son una buena señal, ya que si ladran, es señal que cabalgamos.

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