N´Golo Kanté, el volante francés que fue considerado mejor jugador de la Premier en la última liga, acaba de firmar un contrato de casi 330.000 euros por semana. Un número fuera de lo normal pero acorde a las cifras siderales que el fútbol de elite está pagando a las principales figuras que sostienen el negocio.
Kanté fue campeón del mundo este año con Francia y dos veces consecutivas campeón de la liga inglesa, primero con el Leicester y luego con su actual equipo. Durante el último mundial se difundió su historia personal. Es hijo de padres malienses, nació en Francia y desde los siete años cartoneaba con su padre para ganarse la vida. Fue justamente la euforia futbolística que sucedió al campeonato ganado por Francia en su país lo que lo llevó a probar suerte en el fútbol.
El recorrido no fue fácil, Kanté mide apenas 1,68 y por esa razón ningún equipo profesional quiso contratarlo hasta que el Caen de la segunda división francesa se la jugó por el que ahora es el mejor volante de contención del mundo, y va camino a convertirse en uno de los mejores de la historia en su puesto.
Pero a fines del mes pasado el jugador del Chelsea fue noticia por su aparición en los Football Leaks. A diferencia de los montajes financieros que organizan las fortunas de los principales jugadores de las ligas europeas, y que les permiten colocar su dinero en paraísos fiscales y evadir impuestos, Kanté aparecía en los documentos por una razón totalmente diferente. Los mails fugados y difundidos por la prensa reproducían la negativa de Kanté a que el Chelsea organice uno de esos montajes que le permitirían, como a la mayoría de sus colegas, tributar muchísimo menos de lo que su fortuna le exige por ley en Inglaterra.
Pero el medio del fútbol no es el único poblado de vivos y tramposos que privilegian el interés individual por sobre el colectivo. Kanté tendrá que pagar con su nuevo salario unos siete millones y medio de euros por año al fisco inglés, una suma que supera varias veces a la que pagan en el mismo país las principales empresas transnacionales gracias los montajes financieros off shore. Amazon, por ejemplo, paga menos de dos millones de euros anuales al fisco inglés, tal como lo publica en su propio balance del mes de agosto. Lo mismo sucede con el gigante del café late Starbucks.
En síntesis, un solo millonario que no cede a la tentación de la evasión fiscal paga casi cuatro veces más de impuestos que dos de las principales empresas transnacionales del mundo. El mundo del capital en el siglo XXI.