Ponele.info

Kurt Cobain como ícono trans

“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires.”

Rodolfo Walsh

 

Alejandro Magno era bisexual, pero no es algo que se mencione habitualmente en los manuales escolares. Algo similar sucede con Alejandro Dumas y su negritud. Cuando un personaje histórico se aleja de la norma (varón/blanco/cis/hétero y siguen las firmas) suele haber un ocultamiento más o menos violento de aquellas divergencias. Y queda en las propias comunidades subalternizadas el trabajo de rescatar a sus íconos del olvido.

En los últimos días la escritora de cómics Magdalene Visaggio despertó la polémica reclamando nada menos que a Kurt Cobain como parte de la comunidad trans. Por supuesto, el mundillo rocker machito no tardó en contestarle a Visaggio, en general achacándole que no es justo endilgarle una identidad a alguien que no está vivo para defenderse.

Cuando un personaje histórico se aleja de la norma (varón/blanco/cis/hétero y siguen las firmas) suele haber un ocultamiento más o menos violento de aquellas divergencias. Y queda en las propias comunidades subalternizadas el trabajo de rescatar a sus íconos del olvido

Cuando leí el debate, debo decir que me tomó por sorpresa. Nunca fui la mayor fan de Nirvana, pero sabía que Kurt había sido siempre muy comprometido con causas feministas y LGBT, aún en momentos en que eso no representaba ningún rédito, durante los peores momentos de la epidemia de VIH. Sabía de sus stunts saliendo al escenario en vestido, para “ofender homofóbicos”. También recordaba su famosamente mal recital en Buenos Aires en 1992, en venganza por las agresiones machistas a sus teloneras, Calamity Jane.

Pero me puse a investigar un poco, y contra lo esperado, creo que Visaggio tiene un buen punto. Por supuesto, la única persona con autoridad para asignarle una identidad de género a Kurt está muerta. Pero aún si no tenemos acceso a sus sentimientos más profundos, hay una aproximación decente. En 2002 se publicó Journals, una colección de diarios, notas y escritos de Cobain. La mayoría son notas manuscritas. Y ahí hay varios elementos que llaman la atención.

Por un lado, tenemos borradores de letras de canciones. Por ejemplo, una versión primitiva de “All Apologies” con el verso “let me grow some breasts” (“déjame desarrollar pechos”), o una de Lounge Act que incluye la frase “I’ll wear high heels (“usaré tacos altos”). Otro elemento recurrente son las referencias casi permanentes al útero, la gestación y el parto, aún más obsesivamente que en su obra publicada en vivo. En particular, un dibujo que se repite es un caballito de mar dando a luz. Detalle: el hipocampo es una de las pocas especies en la naturaleza en la que quienes dan a luz son los machos de la especie. 

Incluso si miramos las versiones finales de algunas canciones encontramos muchas cosas fáciles de interpretar en clave trans. “Negative Creep” insiste en que “Daddy’s little girl is a girl no more”. ¿La nena creció… o es ahora un nene? “Been a Son” es tal vez más explícita en este sentido: ella DEBIÓ ser un hijo varón.

Algo así como lo que le pasa al protagonista de este comic de los cuadernos de Cobain con los mandatos de género:

La crítica a todas estas lecturas es evidente: según los defensores de la masculinidad de Cobain, todo podría ser explicado de otras maneras. Kurt se travestía para hacer una declaración política. Las letras no deben leerse literalmente, sino que son metafóricas. Y la obsesión con las cuestiones de género es un compromiso político.

No puedo evitar pensar que estas críticas tienen un nivel de mala leche importante. En primer lugar, por tomar la hipótesis Kurt es trans como una acusación. Sólo quien piense que ser trans es algo malo entendería esta lectura como un juicio. Por otra parte, en algún momento urge aplicar la navaja de Ockham en vez de asumir la cissexualidad como el estado “natural” de la humanidad: si yo cuento que una persona se trasviste en público y en privado, escribe canciones sobre querer características sexuales femeninas, se siente atrapado por los mandatos masculinos y se obsesiona con la genitalidad y el aparato reproductor femenino… ¿es más probable que esta persona sea un varón cis o tal vez una feminidad trans en el closet? ¿Es más probable que se den TODAS las explicaciones alternativas al mismo tiempo, o que estemos ante una persona que posiblemente esté cuestionando fuertemente su identidad? Al fin y al cabo, la comediante Eddie Izzard también se vistió de mujer e hizo chistes sobre “ser lesbiana en cuerpo de hombre” en el escenario durante décadas, hasta que dejó de ser un chiste.

Hechas estas críticas a las críticas, igual me sigue haciendo ruido que estemos hurgando entre los papeles de Kurt (que no eligió publicar en vida) para discernir su identidad. Suena a un ejercicio más cercano a Marcela Tauro que a Judith Butler. En casos así, no queda más que pensar desde principios básico: la identidad de género es autoasumida, y ni yo ni nadie puede imponersela a otra persona. Ser trans no es algo diagnosticable, por más que podamos leernos en las experiencias de les otres. Si Kurt nunca reclamó una identidad distinta de la de un varón, no es mi deber asignarsela.

Pero aún aceptando este criterio, nos queda algo: quienes vivimos vidas trans podemos sentirnos muy identificades con las vivencias de Kurt, e incluso con su sufrimiento. La tasa de ideacion suicida entre la población trans oscila entre el 30 y el 50%, por lo que no es raro que esta comunidad se identifique con alguien que decidió quitarse la vida. ¿Cómo conciliar esta necesidad de encontrarnos y el imperativo político de no asignar una identidad?

Creo que hay una salida obvia. Durante décadas la comunidad queer ha hecho íconos de quienes no pertenecen (o no dicen pertenecer), pero nos reflejan. Cher, Madonna o Lady Gaga no son varones gays, y sin embargo son íconos de esa comunidad sencillamente por su estética camp y la mera energía que emanan. A veces se da por una historia de sufrimiento: Lady Di o Judy Garland construyeron su identificación desde esa empatía. Björk devino ícono por su excentricidad. 

Kurt Cobain nunca reclamó una identidad disidente, pero no necesitamos eso para enarbolarlo como ícono. Y tiene varios elementos a favor: una estética que se desafiaba la masculinidad tradicional, el grito descarnado de una adolescencia tardía y un final trágico pero tristemente usual en nuestra comunidad. Aún si no podemos acceder a sus pensamientos más profundos e íntimos, mucho de lo que somos puede encontrarse en su vida. Kurt Cobain tiene perfectamente ganado su status de nuevo ícono trans.

contacto@ponele.info