El viernes finalizó la Marcha Federal con una convocatoria masiva en Plaza de Mayo. Más de 500 mil personas según los organizadores manifestaron su rechazo a las políticas de ajuste del gobierno de Cambiemos y al desembarco del FMI. Las diferentes columnas de los movimientos sociales, organizaciones gremiales y políticas provenientes de todo el país confluyeron finalmente frente a la casa de gobierno, después del veto de Mauricio Macri a la ley que retrotraía el aumento de tarifas de servicios públicos.
Por su masividad y por la confluencia de diferentes sectores, la Marcha dejó una marca visible del cambio de clima político por abajo. Ponele recogió los testimonios de varios referentes y organizadores que reflejan la expectativa de generar alternativas desde los sectores más castigados por el ajuste.
Para Juan Grabois, referente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la movilización del viernes puso en el centro de la escena política la situación crítica que se vive en el interior del país. “Son quienes más están sufriendo el ajuste, la situación macroeconómica, el aumento de la pobreza. Y son los que más van a sufrir los efectos de un pacto con el FMI que es lo que venimos a repudiar, a lo que se suma también el veto presidencial contra la baja de tarifas”. Grabois, que hace unos días manifestó que la llegada del FMI podría desatar una rebelión popular, enfatizó apenas terminada la marcha que el problema de la Argentina es que se ha priorizado la especulación financiera en lugar del desarrollo humano integral: “Venimos escuchando que hay que reducir el gasto público y lo que hay que reducir en última instancia es el déficit. Eso se puede resolver aumentando la recaudación, tocando intereses, el que más tiene más tiene que aportar”.
Martín Olivera, secretario general del Sindicato del Azúcar de Tabacal, ve en la Marcha Federal el comienzo de la lucha social que se viene. “Esto no da para más. Los tarifazos y los despidos nos están matando, hay hambre”. En ese sentido, el miércoles 30 de mayo las organizaciones políticas y sociales que participaron en la Marcha se reunieron para discutir las bases de un Plan de Emergencia Nacional, que elabore alternativas al ajuste y a las nuevas formas de explotación laboral y de género. El encuentro en el auditorio de ATE en la avenida Belgrano fue un reflejo de la convergencia de movimientos y organizaciones heterogéneos. Para Verónica Gago, de la colectiva Ni Una Menos “el desafío es no converger al modo clásico de la `unidad´, sino de lo que ha abierto el feminismo como horizonte: una transversalidad de luchas capaz de ir más allá de las lógicas electoralistas, capaz de construir desde la heterogeneidad de nuestras prácticas y fortaleciendo las alianzas que construyen fuerza desde la diversidad. En esta línea, las actividades del 3j y 4j van a seguir evidenciando una respuesta popular que, en el caso del movimiento feminista, exhibe el desborde de nuevas sensibilidades y políticas capaces de traccionar escenarios de lucha y transversalidad que combinan ocupación de calle y problematización de las condiciones concretas de la vida cotidiana”.
Para Rafael Klejzer, Secretario General de CTEP Capital, llegó el momento de ponerse espalda con espalda y rechazar las políticas de ajuste con un programa alternativo. “Tenemos que actualizar los programas históricos del movimiento obrero y estamos dando nuevos pasos en ese sentido. La Marcha Federal da un sentido nacional y visibiliza los reclamos de todo el país, por eso también estamos empujando junto a otras organizaciones gremiales para un paro general”.
Las protestas de diciembre habían mostrado las primeras fisuras en la legitimidad de Cambiemos para enterrar el gradualismo. Ahora, a partir de un escenario de crisis, el Gobierno acude al FMI, redobla el endeudamiento y promueve la suba del dólar para instalar las condiciones del tarifazo y del aumento de precios. Pero la última semana de mayo deja a la vista que la capacidad de veto de los movimientos sociales comienza a articularse en una construcción programática de reclamos, exigencias y puntos en común. La pregunta aún abierta es cómo enfrentar un escenario de disciplinamiento social que parece darse a través de nuevas y sofisticadas herramientas de disciplinamiento financiero.