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Las redes de Yrigoyen: Cambiemos prepara la campaña 2019

Si no fuera por las luces descollantes del G 20 y el look royal que protagonizó Juliana con cada uno de los 30 “líderes del mundo” que pasaron por Buenos Aires, el ánimo de Mauricio se habría derrumbado mucho antes.

Además de Juli, que lo sacó de la abuelitud anticipada, su sostén es Marquitos que apenas partió el último mandatario de Buenos Aires le recordó que había llegado la fecha del tercer aniversario de mandato.

Pero no le llevó solamente el recordatorio, también le susurró lo peor: “no bajamos la inflación, tampoco la pobreza. No es que no arañamos la pobreza cero, sino que tenemos a más de un tercio de la población camino a la indigencia. Jamás pudimos evitar que los asalariados que nos votaron paguen Ganancias y, para colmo, la lluvia de inversiones nunca llegó”, repasó el ministro coordinador en el balance del año que cierra con su última Navidad en la Casa Rosada.

Dios, Jaime y las redes dirán si hay vida después de octubre próximo para otros cuatro añitos más. Para el comienzo del segundo tiempo soñado donde Mauricio realmente será él. El balance del tercer año trocó los remos de 2015 en dos palillos para remar en el espeso caldo de la crisis económica.

Las 81  (fake) verdades cambiemitas

Cambiemos nunca fue malo para reconocer los errores propios. Pero ahora que el control del derpo madura en manos de Mauricio, al Gobierno le está costando más disimular los yerros.

Ya no hay tanta impunidad para revertir la carga de la prueba, negar lo evidente y aprovecharse de la inconsistencia intelectual y el desconocimiento de los editorialistas, cronistas y editores que pasan por el despacho de Marcos para hablar “en off”.

Desde que los cerebros del periodismo de indias empezaron a contar con pelos y señales que el tipo que les estaba diciendo sincericidios era Marquitos, sus ángeles de la guarda cancelaron los confesionarios. Ahora no sólo evita a los periodistas en su camino, también los sacó de su oficina hasta nuevo aviso.

Con ese respiro, la tarea de disimular el ajuste tuvo su clímax cuando los pensadores de la comunicación presidencial decidieron cómo endosar de nuevo las promesas de campaña incumplidas y licuarlas en las 81 verdades para votantes silvestres y miembros del núcleo duro del PRO, a mil días del inicio de la gesta. Esa que Mauricio se empecina en diseñar para asegurar que no hay vuelta atrás.

Así como el ultraderechista Jair Bolsonario ganó las elecciones de Brasil con una campaña basada en fake news distribuidas en los teléfonos celulares mediante whatsapp, la escudería publicitaria del gobierno se puso su propia máscara de campaña. En nombre de Cambiemos experimentó su debut masivo en whatsapp con “los 81 logros” de los tres años de Mauricio para digerir el ajuste.

En realidad, para militarlo, con máximas de una línea que redactaron los presuntos creativos de la Casa Rosada. Pero quedó tan floja, que la mandaron desde Cambiemos para tomar distancia de la mala calidad del mensaje y evitar mandar la agitación desde la cuenta de twitter presidencial, la que manejamos con Fernandito De Andreis y Marquitos.

Guionistas avejentados

Las reivindicaciones militantes, que le adjudican a la magnánima capacidad de gestión de Mauricio, generaron debates entre los “thinkers” que analizan las redes. “Esa pavada que mandaron no tiene una sola noticia, es un experimento de datos fake, o que se parecen a eso. No se podían mandar desde la Presidencia, estos pibes estan locos”, le escuché decir a un usuario compulsivo de trajes Armani que ya pinta canas.

Se sabe, de repente también abundan en las ahora blancas cabezas de Marquitos y Mauricio, que cada vez tienen más. La crisis los envejeció con velocidad desde la primera tormenta cambiaria, la que le destrozó el descanso a Mauricio durante el fin de semana largo del 1° de Mayo. Desde entonces, con las canas y la acidez, vinieron las malas noticias, la falta de sueño y “los peores meses” de la vida de Mauricio desde que lo secuestraron.

Después vinieron más corridas cambiarias, los enroques de gabinete, los engaños a la Cristina buena para sacarle más plata al FMI de la que Nico le había pedido en secreto, la renegociación cuando ya estaba todo en llamas, las trapisondas de los radicales, la locura de Lilita (que Mauricio ve cada vez más obesa, como si le ahogara el despacho), el desaire de machirulo engañado de Monzó, la negociación maldita de un presupuesto para 2019 que es un dibujo de Picasso y la llegada de la recesión que azota los exteriores de la Casa Rosada y de Olivos.

Nada de todo eso es comunicable, todo es ocultable. Por eso Mauricio se abrazó a las 81 razones de los “thinkers” que pasan sus días en las oficinas del primer piso de la Casa Rosada, en el ala sur, donde todavía está Lopetegui haciendo lo mismo de siempre: maltratar con cara de piedra a todo el mundo porque nunca dejó de ser vicejefe de Marquitos.

“Los 81 chamuyos para sobrevivir”, le dicen los odiadores seriales que ven deambular a los empleados de un ex corrector del Wall Street Journal que se jacta de haber hecho periodismo en Nueva York y escribir bien. Pero ya nadie le cree, salvo Mauricio, que sigue panfleteando esos mandamientos para llegar a Navidad con la realidad virtual que más le gusta.

La misma que le deparan sus amigos cuando juegan un picadito y lo dejan meter goles con cara de ternero degollado, o con el rostro del pobre venado cornudo que reemplaza a Eva Perón en el billete de cien pesos.

Feliz Navidad para todos y áspero 2019: yes, I Can.

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