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Lucila De Ponti (II): “La calle siempre fue nuestra herramienta de lucha”

(Viene de la primera parte)

Vayamos un poco a la coyuntura. ¿Cómo ves la agenda feminista y de género en este primer año tan particular del gobierno de Alberto Fernández? 

Bueno, al feminismo le pasa lo que le está pasando a todas las expresiones de los sectores populares, que es que perdimos temporalmente la calle como espacio de militancia y manifestación de nuestras demandas, y para los sectores populares -y en esto entran el feminismo, la economía popular, el ambientalismo, los trabajadores formales, todos- la calle siempre fue nuestra principal herramienta de lucha. 2018 fue lo que fue porque la calle fue lo que fue, porque hubo una expresión masiva de mujeres en todo el país. Y bueno, perder ese escenario es haber perdido una de las principales herramientas de lucha, que la virtualidad no llega a reemplazar, aunque sí nos permite seguir teniendo algún grado de encuentro. Pero no la reemplaza porque no le da a una demanda la misma potencia en términos de incidencia sobre la agenda pública. Y le pasó a todos los sectores… Menos a la derecha, que con moviendo un par de personas parece que te pueden cambiar la agenda de las cosas. Pero hay que ver cómo se resuelve esto, porque estamos en una situación de meseta y hay que encontrarle la vuelta.

Después, creo que para el feminismo este año -antes de la pandemia- significaba un paso adelante en cuanto a que había que empezar a institucionalizar y darle potencia institucional a las demandas, y a construir derechos que le llegaran a la mitad de la población y que pudieran abarcar capilarmente todo el territorio, para transformar las realidades. Y eso solo lo podés lograr desde el Estado. Con el acompañamiento de las organizaciones y todo, pero con el Estado a tu favor. Y creo que ese paso se empezó a dar con la creación del Ministerio de las Mujeres. En Santa Fe también tenemos una Secretaría de Estado que tiene rango ministerial, o sea que se jerarquizó con respecto a lo que había antes, y me parece que lo que viene a complementar es una asignación presupuestaria acorde. Porque eso no es menor: si nosotros no tenemos presupuesto en las políticas públicas para hacer esto que decimos, todo lo otro no existe. Esa discusión se está dando recién ahora. Los nuevos gobiernos que están elaborando sus propios presupuestos en el marco de una situación económica compleja recién ahora está pudiendo plasmar en una ley, en la “ley de leyes” como el presupuesto, qué importancia y qué jerarquía les dan a las políticas de género y a las políticas para revertir la violencia y la desigualdad. Me parece que estamos en esa etapa de institucionalización pero que, al haber perdido la calle, estamos yendo más lento. Pero si bien el ritmo se ha desacelerado, seguimos avanzando. Y obviamente me gustaría que se profundizaran y aceleraran los pasos que estamos dando, pero en el Presupuesto nacional que se aprobó hay un porcentaje importante para las políticas de género, lo mismo acá en Santa Fe, y lo que necesitamos es que eso se empiece a expresar. Si podemos recuperar la calle, esto se va a dar más rápido: necesitamos avanzar hacia el nudo de las desigualdades y las violencias para hacer que esta situación empiece a cambiar.

Después, bueno, con la cuestión concreta del aborto me parece que es una situación complicada. A mí me encantaría que hoy mismo Alberto mandara al proyecto al Congreso, se votara y ganáramos, pero entiendo que estamos en una situación difícil y que si los votos no están garantizados, aunque entiendo que se está trabajando para esto, vamos a entrar en una situación difícil. Porque sabemos que es un tema que divide a muchos argentinos. De cualquier manera, me parece bárbaro que sigamos reclamando que es una urgencia, que es esencial y que hay que hacerlo ahora, porque cada uno cumple su rol en el juego de la democracia. Pero bueno, estamos en una situación demasiado complicada.

Hablando sobre la agenda, en la charla que tuvimos con Marina Cardelli, presidenta de Cascos Blancos, ella decía que veía cómo desde el Gobierno a veces pasan más tiempo desmintiendo cosas que se dicen desde la oposición que explicando lo que se está haciendo para paliar la crisis y los proyectos a futuro. ¿Vos también sentís que este año la oposición viene marcando su agenda?

Creo que quizás estamos algo a la defensiva, sí, y me gustaría que pasáramos más a la ofensiva, que gastáramos menos tiempo contestándole o explicándole cosas a la oposición. Hemos vivido un año absolutamente inesperado y difícil, que nadie preveía… aunque después nos enteramos que era bastante previsible que esto pasara, pero no estaba en los planes de nadie. Y lo que creo es que el Gobierno arrancó muy bien, haciendo un manejo de la cuarentena muy bueno, pero que la prolongación de esta situación evidentemente genera problemas. Y se suma al principal problema que tenemos que es la economía y la situación social, que no podemos ser ingenuos y hacernos los distraídos al pensar que esto no está generando niveles de precarización de la vida para todos los argentinos, sobre todo para los sectores populares, con los índices de desempleo y pobreza que han salido. Todo esto no es gratuito e impacta de una manera muy severa en las personas menos protegidas, en quienes no cuentan con un trabajo formal o algún esquema de protección de seguridad social, o no cuentan con una casa propia o algún tipo de patrimonio. Esas personas están en un nivel de incertidumbre muy grande, y todo esto es producto de la situación que estamos viviendo, que además se acumula a una crisis económica que preveíamos desde antes y que viene de una gestión anterior que había afectado seriamente muchas capacidades de incidencia del Estado. El ejemplo más claro era que no había Ministerio de Salud.

Entonces me parece que lo que tiene que venir ahora, ni bien se pueda, es empezar a retomar la dinámica de crecimiento económica. Argentina va a crecer porque va a haber un rebote, es evidente, pero ese rebote tiene que venir con redistribución, con una capacidad del Estado para fortalecer muchísimo su incidencia en los sectores que no van a estar alcanzados automáticamente por esta recuperación. Eso es lo que nosotros queremos, ese es el gobierno peronista, nacional, popular y feminista que expresa Alberto, y en la medida que se vayan acomodando las cuestiones de la macro y del escenario político y social vamos a poder avanzar en eso.

Me gustaría que pasáramos más a la ofensiva y que gastáramos menos tiempo contestándole o explicándole cosas a la oposición.

Después, tenemos una Argentina dividida, eso se expresa cada vez que vamos a elecciones. La carta de Cristina el otro día, que a mí me gustó mucho, lo decía claramente: tenemos un sector de la población que abona y adhiere a otro proyecto político y que, en muchos casos, rechaza visceralmente cualquier cosa que venga del peronismo y de estos sectores. Es así. Tenemos que convivir con esta Argentina y hacer los mayores esfuerzos para que esa grieta histórica que tenemos sea lo más chica posible y para que podamos poner sobre la mesa algunas políticas de estado que sean trascendentes a los distintos gobiernos. Bueno, Cristina también lo decía en la carta, lo que hace a la economía y la cuestión externa, ella lo llamó la economía bimonetaria, es uno de los puntos fundamentales.

Otro punto fundamental es el trabajo y cómo vamos hacia una reconfiguración de las instituciones del trabajo que nos permita ampliar el alcance de la protección social que genera el hecho de realizar un trabajo, que hoy está restringida simplemente a quienes hoy tienen una inscripción al empleo formal. Tenemos más o menos un 30 por ciento de la población económicamente activa que no está en esta situación, y esos son trabajadores a los cuales hay que empezar a garantizarles derechos, porque viene de hace muchos años. Y queremos que se haga en este gobierno. El acceso a la tierra y la vivienda es otro tema que se ha puesto en agenda y es fundamental y nos obliga a rediscutir el uso del suelo y algunas políticas de carácter estructural, que no se van a resolver en el mandato de Alberto pero que sí se pueden sembrar como semilla para que se empiecen a resolver sea cual sea el gobierno que venga.

Y otro tema fundamental que ha traído la pandemia es la conectividad en términos de inclusión social, que ya no es algo accesorio, que hoy ya es parte de garantizar el derecho a la educación y la integración social de una parte grande de la población, que en este contexto se ha quedado afuera. Y probablemente, cuando podamos sentarnos, pasar en limpio y ver cómo están los pibes y las pibas en su escolaridad, vamos a haber tenido un retroceso grande, porque tenemos enormes sectores de la población en los que hay familias con muchos pibes que tienen un solo celular o una computadora con una mala conexión, y sostener la escolaridad de esa manera es imposible. Hay mujeres y madres que han puesto su mejor voluntad pero a las que realmente les estamos pidiendo que hagan algo que excede a sus posibilidades. Entonces, bueno, son todas cuestiones de las que hay que ocuparse. El Papa Francisco dice que es más importante iniciar un proceso que ocupar un espacio, y ojalá que el Gobierno de Alberto pueda iniciar estos procesos. Yo veo que esa es su misión fundamental.

Por último, un ping pong que solemos hacer en Ponele:

– 3 libros que toda persona debería leer antes de morir:

Qué difícil. Siempre los cambio porque me gustan muchos libros, pero bueno, no sé si empezar con uno de Perón o de Evita (risas). Elijo El modelo nacional, de Perón. Después diría Contra-pedagogías de la crueldad, de Rita Segato, y tengo un libro que no sé si todo el mundo debería leer pero que me gusta mucho y lo amo, que es Cuando me muera quiero que me toquen cumbia, de Cristian Alarcón, que es una novela de no ficción que me dejó muchas enseñanzas.

– ¿Creés en Dios? ¿Qué relación tenés con la religión?

Creo en Dios y en la religiosidad popular, aunque no soy practicante. Es un tema que me gusta mucho. Tengo al Gauchito Gil tatuado en mi brazo y tengo en mi casa a todos los santos populares que te imagines. Soy bastante desprejuiciada y ecléctica, y considero que creer en Dios tiene que ver con creer que la fe puede ser un motor para las transformaciones sociales e individuales. Me parece que la religión tiene que ver con eso, con la fe, no importa en lo que uno crea, si en el Dios de la Iglesia Católica, en Buda, Alá, en Jehová… Para mí lo importante es, si creemos, que podamos formar parte de algo que pueda ser un motor y un combustible para ser mejores y abonar a procesos de transformación social. Si no, me parece que la religión no sirve para nada. Y sí me gusta mucho la fe, que tiene algo de irracional pero que nos obliga a trabajar para ser mejores. También es un lugar de protección y un refugio que muchos elegimos. Respeto todas las religiosidades populares y las religiones, mientras sean bienintencionadas, claro.

– ¿Cómo entra el Gauchito Gil en tu vida?

Lo conocí en el barrio, acá en Rosario, donde hay mucha migración interna. Fui conociendo que el Gauchito era ese santo al que mis compañeros del barrio le tenían devoción y al que le construían altares, fui conociendo su historia, la del gaucho correntino que fue desertor de la Guerra del Paraguay y que tuvo un enfrentamiento con un comisario que lo llevó a la muerte, y fui construyendo de a poco mi relación con el Gauchito. Y una vez tenía un problema y necesitaba pedirle a alguien que me ayudara a resolverlo, se lo pedí a él y me ayudó. Y como agradecimiento me tatué su nombre en el brazo.

– ¿Qué postura tenés sobre la despenalización de la marihuana?

Hay que despenalizarla. Por empezar, estamos estancados en un debate acerca del uso del cannabis medicinal que me parece que debería estar re contra superado porque significa el uso de una planta para garantizarles mejores condiciones a personas que sufren patologías graves, así que no sé qué discutimos, la verdad. No tiene nada que ver con adicciones o con problemas de consumo problemático. Eso por un lado. Y hay que ofrecer soluciones, tanto espacios de control como de contención para aquellas personas que sí tienen una situación problemática con el consumo, que no incluye solo a las drogas ilegales: la principal adicción en Argentina es el alcohol, y es legal igual que el cigarrillo, que genera la muerte por cáncer de un montón de personas. Y los alimentos también. Pensemos en un montón de cosas que comemos y que generan efectos nocivos en nuestro cuerpo. Me parece que hay que dar una discusión del consumo que sea más amplia y que pueda ofrecer desde el Estado políticas contenedoras para las personas con problemas de consumo. Y sí, hay que despenalizar la marihuana, por supuesto. Porque aunque ha ido disminuyendo, sigue habiendo una la persecución a los pequeños usuarios, que la utilizan con fines recreativos, y eso nos obtura de perseguir a las grandes economías delictivas. Eso se tiene que terminar, es un debate que tiene que estar recontra saldado.

– ¿Algún oficio o habilidad extra que te gustaría tener?

Me gusta cocinar y me gustaría cocinar mejor, no porque lo haga mal sino porque quisiera hacerlo más profesionalmente (risas). Quizás en algún momento lo haga. Me gusta la jardinería y siembra doméstica: hace varios años que tengo huerta y me gustaría perfeccionarme en eso. También me gustaría aprender carpintería, porque he incursionado en reciclar algún que otro mueblecito y me gustaría hacerlo con más conocimiento.

– Por último, ¿algo más que quieras agregar?

Bueno, creo que en este contexto que estamos viviendo, con el peor año en muchísimo tiempo y con una pandemia y una cuarentena que nos ha afectado de un modo negativamente transformador, tanto en lo individual, lo colectivo, laboral y en el rumbo de la historia, en todo, y que está siendo difícil sobrellevarlo… me gustaría decir que no hay que perder la esperanza y no hay que dejar de trabajar para que esta parte negativa pueda tener la menor incidencia posible y podamos realizar el mejor proceso de aprendizaje colectivo, siempre buscando la igualdad, que para mí es fundamental en todos los aspectos. Sea desde la clase, desde el género o desde donde lo miremos, tenemos que construir un mundo diverso de iguales.

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