Ilustración: Sukermercado
En octubre de 2018, Canadá legalizó la marihuana, convirtiéndose en el segundo país que lo hace después de Uruguay en 2017. Existen muchas características en común entre ambos países, que a groso modo podrían ser nombrados como dos naciones con relativamente poca población, estabilidad económica, políticas públicas equilibradas, una importante tradición en políticas civiles progresistas (aborto legal, leyes de identidad de género), un sistema de salud virtuoso y alta calidad de vida.
Sin embargo, las repercusiones de la legalización de la marihuana en Canadá fueron quizás más grandes que las de Uruguay porque Canadá está entre las primeras 10 economías mundiales y el gobierno de centroizquierda del joven Justin Trudeau -quien confesó haber fumado porro incluso durante el período en que trabajó como legislador canadiense- fue tomado como contrapunto al gobierno de Trump en los Estados Unidos.
Se espera que la industria del cannabis produzca 5 mil millones de dólares para 2020 en Canadá y una enorme afluencia de turistas verdes desde los estados del norte de Norteamérica. A diferencia del modelo uruguayo de producción estatal, en Canadá la marihuana solo puede ser cultivada y vendida por privados autorizados por el gobierno.
Mientras que algunos estados norteamericanos como Washington, Oregon y Colorado ya legalizaron el consumo recreativo de la marihuana, el debate norteamericano sobre el tema, y el impresionante impacto económico de la industria de la marihuana en dicho país ponen a la cuestión en el centro de la escena. Lo que sigue es una reconstrucción del camino a la legalización en Canadá, con algunas preguntas mirando al futuro.
1- El crecimiento del consumo venía siendo exponencial y la legalización intentó hacerlo redituable
Más allá de la historia de leyes liberales y de protección de las minorías que atraviesa a Canadá (y que no alcanza a sus políticas migratorias altamente restrictivas), la decisión de legalizar la marihuana se asentó en dos factores preponderantes.
Los estudios que mostraban que el consumo de marihuana no medicinal entre adultos venía multiplicándose en tasas de hasta un 200% durante la última década, y el hecho de que la cercanía con el mercado estadounidense podría convertir a la industria de la marihuana canadiense en un gran motor de crecimiento económico, en cierta medida similar al de polémico sindicato de productores de Jarabe de Arce (Maple Syrup) que existe en el país.
2- Por eso se hizo con las asociaciones médicas en contra pero con la población a favor
La asociación de médicos canadienses acusó al gobierno de que por motivos económicos y demagógicos se sometería al país a un inmenso experimento social cuyas consecuencias no estarían aún claras. Sin embargo, ¿es es el sentido de la política el de crear nuevos valores sin perjudicar a la comunidad? ¿No valía la pena intentarlo? La mayoría de los canadienses parecía pensar esto, ya que en las encuestas la medida mostraba un apoyo del 68% según una encuesta de la universidad de Halifax.
3- La marihuana con fines terapéuticos era legal desde 2001, y la actual legalización está muy reglada
La novedad, entonces, tiene más que ver con los fines recreativos. Cualquier adulto está autorizado a poseer hasta 30 gramos de marihuana, un equivalente a 60 cigarrillos de la misma. Hay también un límite para la plantación casera, que será de 4 plantas máximas. Desde ya que estará prohibido trabajar bajo los efectos de la marihuana y también su suministro a niños.
Por ahora, y para que el mercado no crezca en forma descontrolada, se permite la venta legal de flores y de aceite de cannabis, pero no así de productos comestibles como golosinas, manteca de maní o postres. Las penas por poseer más de lo permitido serán altas, y las de vender a menores de 18 años son un ejemplo de esto: 14 años de prisión.
4- Cada una de las 13 provincias canadienses podrá legislar la tenencia y el consumo legal a su medida
Se legislará en cada una de las provincias canadienses por temas controversiales como los tratamientos médicos en casos de adicción, o el tipo de multas y de sanciones por conducir “bajo la influencia”. Desde ahora que los debates están abiertos, y no faltan gobiernos locales que exigen para la marihuana un tratamiento aún más duro que para los excesos producidos con el alcohol.
También será diferente la relación con el ya existente mercado ilegal de productos de marihuana: los mismos, en caso de ser leglizados, deberán superar las normas sanitarias necesarias para que su hierba pueda ser vendida en forma legal. El choque entre la policía y los antiguos ganadores del mercado negro ya comienza a hacer chispas. Y las provincias ganaron una primera batalla: se quedarán con el 75% de los impuestos a la marihuana, mientras que el gobierno federal sólo conservará el 25%.
5- En la fiebre de inversiones, se vienen las bebidas (quizás alcohólicas) con marihuana
La marihuana legal recreativa es algo demasiado reciente para que haya estudios fiables sobre el comportamiento de los consumidores. Sin embargo, muchas indagaciones parece indicar que el consumo recreativo del cannabis disminuye el de alcohol. Ni lerdas ni perezosas, compañías como Molson Coors, la británica Diageo Plc. e incluso la embotelladora canadiense de la cerveza Corona están sacando licencias para elaborar nuevas bebidas a base de marihuana.
6- Pero después de todo, no es imposible que la legalización haga decrecer el consumo en el mediano plazo
Canadá es un país de 37 millones de habitantes. Según estudios, aproximadamente un 15% de la población consumió un promedio de 20 gramos de marihuana durante el último año. En este 15%, la franja etaria más fuerte era la de personas de entre 18 y 34 años.
Según las proyecciones, se espera que este grupo se consolide y que un nuevo grupo de consumidores de entre 34 y 50 años emerja, enfocado en el consumo de marihuanas con más sabor y valor agregado que dosis de THC. Y en este punto surge la polémica. Algunos analistas aseguran que se sumará un grupo de adolescentes que consuman a través de un nuevo mercado negro, y que además la adictividad de la sustancia podría determinar que en menos de cinco años el porcentaje de los canadienses que consumen llegue al 50%.
Del otro lado, hay quienes vaticinan que el consumo legal bajará las expectativas de buena parte del principal segmento consumidor, que no la abandonará pero disminuirá su frecuencia y lo hará en forma más responsable, mientras que su efecto será el de reemplazar muchos de los altamente adictivos medicamentos opioideos que causan una gran cantidad de muertes en el país.
Según este grupo de analistas, en 20 o 30 años, con generaciones nacidas bajo un sistema de marihuana recreativa legal, su consumo terminará por estacionarse en niveles más bien bajos, incluso quizás inferiores a los que había antes de la legalización.