Ilustración: Emiliano Ciarlante
La llegada de la ultraderecha a Brasil y el fenómeno de la manipulación de información, fake news, memes anónimos y expresiones de odio colectivo que circulan en redes sociales abre nuevos interrogantes.
Si en el siglo XX con el sufragio universal las masas ingresan a la vida pública de forma permanente dando lugar a lo que conocemos como democracia moderna, en este nuevo siglo, con Internet y las redes sociales, las masas se reinsertan en el centro de la escena de una forma completamente ubicua y total. Para esta nota abrimos la bitácora histórica y repasamos el origen de la palabra “masa” en política y además nos preguntamos sobre las nuevas formas de alcanzar votos en las democracias 2.0.
Imágenes y emociones
La noción de “masa” empieza a usarse para describir un tipo de comportamiento psicológico de un colectivo que, sin importar la condición de la clase de sus miembros individuales o sus niveles de educación, actúa preponderantemente por la emoción.
Gustave Le Bon será en primero el teorizar acerca de esta cuestión. Influido por un profundo desprecio hacia las multitudes y más a fin al conservadurismo autoritario, en “Psicología de las multitudes” (1895), describe a las masas como irreflexivas, impulsivas, fácilmente sugestionables, movilizadas por el sentimiento y las apariencias y propensas a la reacción inmediata.
Para él, las masas pensaban a través de imágenes o las palabras-imágenes de oradores o conductores. Las imágenes ejercían un poder tal sobre las multitudes capaz de aterrorizarlas, impresionarlas, apasionarlas y, por último, movilizarlas.
La democracia moderna, obliga a los políticos a apelar a las masas y a organizarse en torno al juego democrático por medio de partidos políticos. Conocer el arte de impresionar la imaginación de las muchedumbres, dice Le Bon, es conocer el arte de gobernarlas. Vilfredo Pareto, en esta misma línea de elitismo, reflexiona acerca de los elementos irracionales o ideas a-lógicas de la política que afloran con la democracia moderna.
“La gran masa de los hombres no posee ni el carácter ni la inteligencia necesarias para poder relacionar sus propias acciones con sus causas reales” afirma en “Escritos Sociológicos” (1901) y agrega que estas doctrinas no-racionales son importantes desde un punto de vista práctico, no desde el lógico.
Queda claro que cuanto más atributos negativos asociados a una condición de minoría de edad, necesidad de un pater o emocionalidad tengan las masas, más fuerte e implacable deberá ser la clase dirigente que las gobierne. La teoría preparaba el terreno para los gobiernos de entreguerras en Europa.
Hacer avanzar la historia
Otro autor que va a arribar a la misma conclusión con respecto a la sensibilidad de las masas por las imágenes es Georges Sorel. Pero en este caso, está del lado del sindicalismo revolucionario y le tiene más confianza a las masas.
Hay en las imágenes, independientemente de su contenido verídico o falso, un efecto inmediato sobre el presente, a modo de impulso: “poco importa hacia que destino y por cual finalidad, la columna está en marcha”. En “Reflexiones sobre la violencia” (1936) Sorel explica el mito como una organización de imágenes “capaces de evocar en bloque y por la sola intuición, antes de todo análisis reflexivo” las premisas base para acelerar la marcha de las masas obreras hacia la liberación. Así, el acto de manipulación de los sentimientos de las multitudes, es decir “ciertas construcciones de un porvenir indeterminado en el tiempo pueden poseer gran eficacia y muy pocos inconvenientes”, coincidiría con el avance hacia el socialismo.
Si bien el socialismo no ha podido hacer ningún bien, reflexiona Pareto, indirectamente “ha servido para dar a los proletarios la energía y la fuerza necesarias para defender sus derechos y los ha elevado moralmente”. En este recorrido teórico, más allá de la concepción predominantemente negativa acerca de las mayorías, se abre una variable para pensar las masas con finalidades menos despóticas y autoritarias.
2.0
Las multitudes del siglo XX no son, evidentemente, las mismas de hoy. Internet ha modificado radicalmente la forma de relación de la democracia con las masas.
Internet ha colectivizado y puesto a disposición, excepto en China, todos los medios virtuales de expresión, información y datos. Todos podemos decir lo que pensamos, saber lo que piensa el otro sobre algún tema e incluso se puede hablar con los políticos que votamos o artistas que idolatramos.
Hasta acá, las masas se empoderan y ganan más espacio y presencia con Internet y las redes sociales. Pero muy rápidamente, vuelve la desconfianza en ellas o incluso en la democracia misma cuando triunfan candidatos de derecha, o filo nazis, o resultan ganadoras opciones conservadoras en referedums como Brexit. Parece que no se las puede dejar solas a las masas ni un minuto, reflexionan algunos.
Juego sucio
Un fenómeno que se asocia con las victorias de las derechas es el de la propagación de noticias falsas, memes basura, acosos virtuales y uso ilegal por parte de agencias especializadas de información personal que brindamos en redes para el diseño de campañas hiper segmentadas. Esta tendencia viene en ascenso desde 2016 y se consolida con la victoria de Bolsonaro.
Para agregar más confusión y complejidad al tema, muchas de estas malformaciones de contenidos que hacen metástasis en las redes es generado de forma casera por individuos privados. Las masas virtuales también quieren y pueden jugar sucio, aunque no parece claro el rumbo o la forma que eso tomé en el futuro.
Más allá de la reflexión obvia acerca de lo pernicioso que puede resultar para la democracia estos nuevos diseños de campaña o prácticas dentro del electorado, vale la pena preguntarse si son estas las nuevas reglas de juego y si la izquierda o las propuestas más progresistas deban aplicarlas y jugar sucio también. De no ser el caso, ¿Como jugar entonces?
Continuación de la guerra por otros medios
Cuando Le Bon o Sorel hablan de imágenes como aceleradores de la acción, convocan a los partidos políticos o a ciertas élites a dirigirse a las masas de un modo específico. En casi todos los casos, usaran imágenes de horizontes futuros, con mayor o menor grado de verosimilitud, donde descansa su justificación de poder.
Hoy las imágenes, memes o pseudonoticias de la familia del clickbait siguen funcionando como un móvil de acción, tan instrumental y efectivo para instalar temas, inundar e infectar redes y cambiar los humores de las masas como hace un siglo.
Ahora le agregamos lo omnímodo de Internet, la capacidad de producir y reproducir contenido de forma autonoma de todos los actores. Es un combo incontrolable de una guerra por el poder desatada lo virtual entre varios jugadores interesados: grandes grupos financieros, individuos privados, Estados nacionales y partidos políticos.
Las fantasías de una democracia moderna deliberativa y argumentativa, como una ecclesía gigante, quedaron definitivamente enterradas. Internet y las redes sociales ofrecen una plataforma, a primera vista, neutral a disposición de la manipulación de todos contra todos para que la política sea, como dijo Foucault, la continuación de la guerra por otros medios.
Será cuestión de, entre otras cosas, activar las imágenes que permitan hacer avanzar a las masas hacia el autoritarismo conservador y elitista de Le Bon o hacia una mayor ampliación de derechos e inclusión de Sorel.