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“La principal salida laboral que tiene una mujer hoy es ser empleada doméstica y estar precarizada” – Entrevista con Mercedes D’Alessandro, referente de Economía Feminista (Parte 2)

(Leé la primera parte)

Desde la publicación de tu libro Economía feminista: cómo construir una sociedad igualitaria sin perder el glamour  viajaste por quince ciudades del país. ¿Qué historias recordás de esos encuentros con mujeres?

Me acuerdo en Ushuaia, que la charla fue en el gremio gastronómico. Viene una señora de sesenta y pico de años, setenta años, a contar que era cocinera, y contaba que los fines de semana, que eran de descanso, ella tenía que cocinar para toda la familia. Dice: “Tengo cinco hijos y quince nietos”, imaginate, todo el domingo cocinando y haciendo eso. Y contó que ella siempre se sintió muy culpable por no tener ganas de hacer eso. Decía: “Bueno, es mi laburo cocinar todos los días, el domingo que quiero descansar me toca cocinar para toda la familia”. Después también me pasó con alguna que suspendió su trámite de divorcio y vino corriendo a decir: “¡No, porque tengo que incorporar todo el tiempo que yo le dediqué a las tareas domésticas y que él no hacía nada! ¡Y yo le estoy pidiendo guita solamente pensando en el trabajo pago y en el no pago ni se me ocurrió! ¡Todas las noches que me quedé friendo milanesas!”.

Sin embargo hay muchas mujeres que ocupan roles que antes estaban reservados exclusivamente a los hombres, pero eso no ha traído un relajamiento de la exigencia de que, además, se ocupen de la cuestión doméstica.

Exacto, tenés que ser todo eso y mucho más todavía, tenés que ser la mujer maravilla. Y los datos te muestran que en los años ´60 solo 2 de cada 10 mujeres trabajaban fuera del hogar, hoy son 7 de cada 10. Sin embargo, antes, cuando se quedaban en sus hogares y realizaban todas estas tareas de ama de casa que les llevaban largas horas, bueno, esa era su jornada laboral. Hoy tenés que compatibilizar las dos cosas, entonces como decíamos antes, tenés una doble jornada laboral.

Al mismo tiempo hay una especie de mandato, supongamos que sos una mujer que hace política y que el fin de semana tenés que viajar a la provincia de pirulito porque tenés un problema ahí que tenés que estar: ¿Qué vas a hacer con tus hijos? ¿Cómo te vas a ir si te van a necesitar? Hay una presión social. Yo no escucho que a los varones se los juzgue en relación a ese tipo de vínculo con sus hijos, de cuánto tiempo están en la casa. No se cuestiona si les dan de comer, si les cambian los pañales, es algo que todavía sigue poniendo el foco sobre la mujer. Hay una secretaria de estado de Obama, por ejemplo, que es una de las primeras mujeres que llegaba a ese cargo, cumplió el sueño la mina que era estar ahí, y después de un tiempo terminó renunciando porque, si bien podía contratar a alguien para cuidar a sus hijos, la presión del mandato social de no estar y la culpa que le provocaba tener que irse los fines de semana a cualquier horario, o volver tarde y no compartir ese tiempo, hicieron que no pudiera resolverlo internamente y tuviera que dejar el cargo. Entonces yo creo que hay una presión muy fuerte que no te permite, de alguna manera, que vos puedas hacer ese tránsito de “quiero ser profesional, artista, deportista”.

Ayer con Diana Mafia tuvimos una charla sobre el amor, y es muy lindo porque ella decía que para los griegos hay 4 formas de amor. Uno es el amor de la familia, de los seres queridos. Otro es el amor erótico, el amor de la pareja. El otro es el amor que puede ser de la filosofía, el filos, el amor por el saber y por la ciencia. Y el cuarto es el “ágape” que es el amor por la humanidad. Entonces lo que charlábamos después de eso es que para la mujer siempre estuvo reservado el amor de la familia. Como que el mandato de la mujer es casarse y tener hijos y eso es a lo que tenés que apuntar todos los cañones. Fijate que las mujeres fueron admitidas en las universidades en los años ´70. O sea todavía el amor por el saber no estaba reservado para vos. Pero bueno, es como que hay determinados tipos de amor que son para la mujer y tienen que ver con estos cuidados de los que hablábamos hace un rato, y es como si lo otro no pudiera ser para la mujer. Tener una carrera política, tener una proyección artística, incluso fijate que muchas mujeres que llegan al poder o no tienen hijos o se han separado, y los varones en general tienen familias numerosas. Hoy en toda América no hay una sola mujer presidenta, de norte a sur. Michelle Bachelet fue la última. Estamos en 2018, entonces cabe preguntarse por qué las mujeres tienen que hacer todo y hacerlo todo muy bien, por qué se les exigen todas esas cosas, y cómo eso también genera un obstáculo real y palpable para el desarrollo del crecimiento.

¿Qué lectura hacés de ese fenómeno que ha crecido en visibilidad, por lo menos en Argentina en los últimos años, que es el de la economía popular y la participación de las mujeres dentro del mismo?

En las economías populares las mujeres son centrales, y tiene que ver también con este rol de ser las “proveedoras” de los cuidados. Porque en general es también cómo salir a parar la olla. Más allá de la economía popular, hay un fenómeno que es el de la precarización laboral. En la Argentina, el 20% de las mujeres trabajadoras es empleada doméstica, y es la primera salida laboral que tienen las mujeres. Ser empleada doméstica en Argentina hoy en día significa, en más del 70% de los casos, que estás precarizada. Es decir, no tienen aguinaldo ni vacaciones ni ningún tipo de derecho y, además, tienen los salarios más bajos de la economía. Entonces la principal salida laboral que tiene una mujer hoy es ser empleada doméstica y estar precarizada.

Desde ahí, tenemos un montón de otras cosas, las economías populares, por ejemplo. La otra vez viajé a Salta y allí tenés a las minas en los barrios que se juntan para hacer un emprendimiento del tipo que sea. Y tiene muchos problemas, la planificación de ellas es de corto plazo, no acceden al crédito ni a la financiación. Después les caen estos microcréditos con tasas usurarias, que te dan mil pesos pero tenés que devolver dos mil quinientos. Y, además, te ponés en ciclo con todos tus vecinos y eso para mí es una de las estafas más jodidas para esta gente. Pero uno de los problemas más graves que tienen es no poder salir del corto plazo. No tienen capacidad de planificación. Y esto pasa porque, para ser sujeto de crédito, uno tiene que tener ciertas cosas: una propiedad, un auto o un salario en blanco.

Entonces yo creo que uno de los problemas que tenés en estas situaciones es el cortoplacismo que se te impone como una forma de trabajo. Pero, al mismo tiempo, me parece que es algo que viene creciendo y enriqueciéndose desde el 2001 con la crisis y los piqueteros y cómo se empiezan a generar asambleas. El otro día escuché a un chabón que decía que no es lo mismo una pobreza organizada que una desorganizada, no es lo mismo tener estas herramientas que te permiten nuclearte, pensar, proyectar, organizar. Y esto te genera una posibilidad a futuro por lo menos.

La “economía popular” ya vive entre nosotros y puede ahorrarnos unas cuantas discusiones antropológicas y económicas

Pero más allá de eso, para mí es un problema más general, el tema es saber de qué hablamos cuando hablamos de trabajo y saber qué tipo de soluciones tenemos a nuestro alcance. Nosotros hoy estamos no solo en un país sino también en un mundo que tiende al desempleo masivo, porque hay trabajos que son fácilmente reemplazables por robots. No hablo de C-3PO, son computadoras comunes y corrientes: un celular o un programa. Y las proyecciones en China son que en dos décadas se podrán reemplazar el 45% de los trabajos que se realizan hoy.  En China hay ciudades fantasmas enteras, edificios abandonados que ni se terminaron de construir. En Estados Unidos también y es una de las razones por las que gana Donald Trump, atendiendo al miedo del trabajador metalúrgico que va a ser reemplazado. Y en Argentina también las proyecciones son que en las próximas dos décadas dos de cada tres trabajos son reemplazables. Hoy en día no hay ninguna discusión pública abierta acerca de cómo encarar el problema del trabajo en el futuro. Se habló de la reforma laboral el año pasado y en el texto se volvía a las recetas del pasado: flexibilización, bajar salarios, pero no están los reemplazos tecnológicos ni las nuevas capacidades que necesitan los trabajadores. Hoy, en Argentina, un tercio de los jóvenes menores de 29 años son pobres y el 48% de los niños menores de 15 años viven en hogares pobres, 1 de cada 5 mujeres menores de 29 años está desempleada, el 65% de los llamados “Nini” que ni trabajan ni estudian son mujeres que cuidan a sus hijos.

Entonces aparece la figura del Millenial y vos te imaginás un joven cool con auriculares diseñando con su compu, yendo a ver una película al cine, anteojitos de marco grueso. Pero la verdad es que mientras mira su celular se le van terminando los datos porque no llegó a pagar la cuenta, y va a llegar a su casa y va a tener que ayudar a la madre con las tareas del hogar. Me preocupa mucho eso: ¿Cómo encaramos soluciones a problemas que hoy ya están planteados y que la únicas respuestas que hay son retrotraerse a leyes laborales de hace 200 años? Me parece que ahí hay un agujero muy importante en el pensamiento y a veces la gente siguiendo la coyuntura no hace eje ahí. La verdad es que para hablar del futuro del trabajo tenemos que hablar del presente del trabajo, es decir que casi el 40% de los trabajadores están precarizados, que el aumento del empleo de estos últimos tiempos es monotributo y cuentapropismo, es decir sin derechos laborales en general, que los jóvenes están en el horno. Incluso en España las tasas de desempleo de los jóvenes superan el 40%.  Además, al haber un alto nivel de precarización, no entra dinero al estado, no se puede financiar el futuro de las jubilaciones. Es un problema gordo que no veo que nadie lo esté abordando ni se preocupe por eso y me parece que ahí hay un gran tema que hay que explorar.

Te invito a hacer un ping-pong para cerrar. ¿Dos libros que toda persona debería leer antes de morir?

El Capital, aunque sea el tomo 1, y La Odisea me parece un lindo libro de ciencia ficción.

¿Creés en dios? ¿Por qué?

Depende de qué sea dios. Yo creo que hay leyes universales, que operan haciendo que el universo funcione. Ahora, algunos le dicen dios, otros le dicen física, y otros le decimos economía y hay distintos conjuntos de regulaciones. En ese sentido, yo creo en dios. Y si hay un sentido religioso, no solo en la figura de los mandamientos y la disciplina, me parece una versión medio moralista de esa idea. Pero en dios como idea, como entidad y como regulación sí.

¿Experimentaste con drogas? ¿Estás a favor de la despenalización?

¡Jamás!! Jamás probé nada, no tengo idea de lo que es una droga, pero estoy a favor de la despenalización (risas).

Si tuvieras que elegir un oficio para hacer de incógnito por el resto de tu vida, ¿cuál sería?

Me gustaría hacer escenografía, es algo que no sé hacer pero podría en otra vida. Pero si pudiera me gustaría además que lo que puedas imaginar se pueda proyectar mentalmente.

Entonces la respuesta sobre las drogas ya pasa a ser menos creíble

Bueno, podemos mezclar las dos preguntas (risas).

 

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