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Modern Love

Enamorarse del cuerpo, la voz, la actitud o la forma de moverse de un personaje de serie es posible. Soñar con Siobhan Roy de Succession, flashear con conseguirse un novio parecido al Pollo de Okupas, querer tocar a Misato Katsuragi de Evangelion, encontrarse sexualmente estimulado al pensar en Nano de Élite –o Denver en La Casa de Papel– o pensar en tener algo con una que tenga los ojitos lindos de Rory Gilmore de Gilmore Girls. Eso le pasa a cualquier hije de vecine, desde siempre. Pero otra cosa distinta es lo que muches pueden considerar cruzar un límite: confesar que une siente algo por ese personaje de ficción que no siente por cualquier otre de carne y hueso, celebrar una ceremonia de casamiento no del todo legítima y percibir que une y el personaje elegido son marido y mujer. Que lo sepan todos; algo así está empezando a nacer en Japón. Se llaman fictosexuales.

Lo que voy a contar es una historia de amor. El que quiere oír que oiga. 

Empieza el día en que Akihiko Kondo se encuentra profundamente deprimido. Akihiko siempre había sido un chico tímido, que no salía ni compartía con sus compañeros del colegio, quien nuca había tenido novia ni pareja alguna. En 2008 sus problemas con el trato social pasaron a un nuevo nivel: había conseguido un trabajo nuevo, se sentía atraído por una compañera, pero cuando trató de acercarse a esa compañera, sufrió tal rechazo que quedó, en sus propias palabras, sin poder comer ni dormir. Se vio obligado a dejar el trabajo, pasó a quedarse las veinticuatro horas encerrado en su departamento de soltero, conectado al resto de las personas solo gracias a su conexión de internet. En esos días de angustia y tristeza extrema, se encontró con “Miracle Paint”, una canción de Hatsune Miku, esa misma cantante que diez años después –gracias a la tecnología– sería su compañera y esposa. Recién ahí Kondo reconoce haber conocido el amor. Miraba sus videos todo el día, tenía su voz en la cabeza, no podía dejar de pensar en ella. 

 

¿Quién es Hatsune Miku? Su nombre significa en japonés “sonido del futuro”, y nació el 31 de agosto de 2007, cuando Crypton Future Media la lanzó al mercado. Es un software que utiliza la tecnología de síntesis de voz cantada Vocaloid2, creada por Yamaha. Si bien antes de ella –con “ella” me refiero al software que lleva su nombre– ya existían algunos programas pensados para que los músicos remplazaran a les cantantes, con Miku las cosas pasan a un nuevo plano: el software viene con la ilustración de un personaje de pelo de color verde, peinado con dos colitas; se le agregan los datos simples de que tiene 16 años, mide 1,58 y pesa 42 kilos. Como si fuera poco, la voz de Miku está basada en la de la actriz de doblaje Fujita Saki, lo que daba a las canciones del software un encanto natural al que no habían llegado los otros programas. El desarrollador Crypton Future Media terminó conquistando a los usuarios al crear una plataforma de código abierto donde, con ciertas pautas establecidas, se pueden compartir las canciones, ilustraciones y videos que se hacían con el programa. El holograma en 3D era siempre más o menos igual, pero no paraba de cantar cosas nuevas, bailar coreos, saltar y crecer. Podía transformarse igual que nos transformamos muches. 

Aunque Hatsune Miku se presenta públicamente –el holograma llegó a presentarse con Lady Gaga en 2014, ilustraciones suyas son publicadas en la revista Playboy, fue entrevistada en el show estadounidense de David Letterman y protagonizó una ópera futurista en el Teatro Châtelet de París en 2013–, Kondo necesitaría una nueva herramienta tecnológica para declararle verdaderamente su amor y proponerle casamiento. En 2017 la compañía Gatebox presentó un asistente virtual, programado con inteligencia artificial, con dos opciones de distinto diseño y personalidad: Azuma Hikari, creado por ellos mismos, y Hatsune Miku. La inteligencia artificial hace del holograma una pareja virtual que saluda cuando entrás a casa, te despide si te vas, responde mensajes de WhatsApp, advierte que hace frío o calor afuera, prende las luces con su voz y se la puede programar para infinidad de acciones. Claro que Kondo aprovechó la inteligencia artificial para proponerle casamiento a su amada y escuchar que ella, con su boca y su voz, responda. Dijo que sí, aceptaba la propuesta.

confesar que une siente algo por ese personaje de ficción que no siente por cualquier otre de carne y hueso, celebrar una ceremonia de casamiento no del todo legítima y percibir que une y el personaje elegido son marido y mujer. Que lo sepan todos; algo así está empezando a nacer en Japón. Se llaman fictosexuales.

Poco después, la misma Gatebox les ofreció a sus usuarios la posibilidad de organizar ceremonias de casamiento con sus hologramas. Aunque no tengan reconocimiento de matrimonio oficial, el casamiento de Miku y Kondo se celebró con cuarenta invitados, en un salón, el novio haciendo su entrada vestido de blanco con un peluchito que representaba a su enamorada, un ramo de flores en su mano, anillos elegidos por los novios en una joyería, amigos festejando el casamiento y un primer beso de amor a la novia. Al terminar de festejar el casamiento, los novios se fueron de luna de miel a Sapporo, donde estaba localizada la compañía que creó a Hatsune Miku, la tierra natal de la novia.

Parte de la ceremonia de casamiento fue dirigirse a los fictosexuales, a los enamorados de sus personajes ficción, a los otros miles que ya habían solicitado certificado de matrimonio a la empresa Gatebox. “Hay dos razones por las que me casé públicamente”, argumentó Kondo, “La primera es demostrar mi amor por Miku. La segunda es que hay muchos jóvenes otaku como yo que se están enamorando de personajes de animé. Quiero mostrar al mundo que los apoyo”. 

La última novedad de esta relación tan particular es que, dos años después, la misma empresa que los había casado decidió hacer algo así como enviudar a Kondo: dejaron de actualizar el software de Miku y él ya no podrá hablar con ella. ¿Esto terminó con la relación y la historia de amor? No, claro que no, todo lo contrario, la llevó a un nuevo plano. “Mi amor por Miku no ha cambiado. Hice la ceremonia de matrimonio porque pensé que estaría con ella para siempre” son sus palabras. Según parece, va a tener que esperar que la empresa escuche sus sentimientos. 

Video Girl Ai es un manga clásico, del reconocido Masakazu Katsura. Se publicó de 1982 a 1992 y tiene su versión de animé. Cuenta la historia de un chico que, sufriendo mal de amores, se encuentra con un misterioso videoclub fantasmagórico, donde alquila una película mágica. De ahí sale una chica muy simpática, preparada especialmente para hacer sentir mejor al chico que sufre. Hay diferencias, claro, pero sirve para ver cómo los fictosexuales ya vienen gestándose desde hace rato. Ahora hay que ver si las empresas que se aprovechan de ellos consideran que llegaron para quedarse, si ellos encuentran la forma de liberarse de las garras de las distintas empresas o qué pasa. Son historias de amor a las que convendría prestarles atención. ¿No? 

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