El glifosato es un herbicida inventado por la multinacional de innovaciones fitogenéticas Monsanto, una inmensa y monstruosa corporación norteamericana que en 2017 fue comprada por Bayer, otra inmensa y quizás aún más monstruosa corporación alemana. Monsanto creó un gen que, introducido en semillas de soja, permite que sean inmunes al glifosato, un veneno con el que, desde aviones, se fumigan las cosechas. Supuestamente el glifosato pierde su toxicidad en contacto con el suelo. Pero eso no es lo que parece haberle pasado a Dewayne Johnson, un jardinero norteamericano que trabajó expuesto al glifosato cerca de San Francisco, en el estado de California.
Según la Justicia de California, el cáncer terminal que padece Johnson en la actualidad fue ocasionado por su exposición al glifosato, y por lo tanto Monsanto deberá indemnizarlo con la suma de 289 millones de dólares. No parece demasiado comparada con los 63 mil millones que Bayer pagó por Monsanto. Tampoco parece demasiado si se piensa en la vida de Johnson, de tan sólo 46 años, y víctima de cáncer de sangre. Cuando sus sarpullidos y síntomas comenzaron, su mujer debió trabajar catorce horas por día para poder cubrir las facturas de atención hospitalaria con las que lo cargaba el cruento sistema médico norteamericano.
El poder de presión de Monsanto y Bayer es tal que en 2015 lograron torcerle el brazo a la Organización Mundial de la Salud, que había calificado al glifosato como “cancerígeno probado”. Y no sólo se emplea en corromper estudios científicos o comprar laboratorios supuestamente independientes que certifiquen la inocuidad del herbicida. Ahora se diversificó hacia la difusión de “fake news” (noticias falsas) en redes sociales como Twitter.
Hace algunos días, un sitio llamado Noticia compartida empezó a hacer circular un contenido donde un hombre supuestamente había declarado al diario Clarín que “El Glifosato es seguro”. Este contenido comenzó a aparecer como promocionado de forma masiva, y las sospechas no tardaron en levantarse. Hasta hubo un meme comentando la noticia falsa.
Pero este movimiento no fue inocente. Se calcula que sólo en los Estados Unidos hay entre cuatro y cinco mil personas a la espera del fallo definitivo del juicio de Johnson, que fue apelado por la corporación alemana. En caso de confirmarse, se produciría una verdadera catarata de juicios contra el Round Up, nombre comercial que adquiere el glifosato.
Una dato curioso es que, mientras que las falsas noticias de Monsanto y sus parodias circulaban por Twitter, casi ningún medio “grande” se hizo eco del juicio de Johnson ni de sus posibles consecuencias. Argentina está dentro del top five de los productores mundiales de soja, y en nuestro país el uso del Round Up es masivo e indiscriminado.