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Mueren 72 millones de abejas: agrotóxicos en la mira

Hace unas semanas, en Traslasierra, Córdoba, varios apicultores se encontraron con un cuadro que generó preocupación y desconcierto: la pérdida de 1000 colmenas que cubren aproximadamente 2500 hectáreas, es decir, la muerte de 72 millones de abejas. El Valle de Traslasierra se encuentra al oeste de la provincia de Córdoba, y la zona que se vio afectada por estas pérdidas cubre unos 30 km. Los productores apícolas ordenaron enviar muestras -abejas que habían muerto- a un laboratorio para descubrir qué fue lo que provocó semejante exterminio. Los resultados aún no son contundentes, pero hay una fuerte sospecha que señala a la fumigación de campos de la zona con agrotóxicos como culpable del envenenamiento de los insectos.

¿Por qué tendrían que preocuparnos las abejas?

Las abejas, aunque tal vez suene extraño, son indispensables para la vida humana. Y no sólo porque forman parte de una cadena que debería ser respetada para mantener la biodiversidad, sino que la agricultura y la variedad de cultivos para consumo humano pudo existir gracias a la acción de las abejas. De las 100 especies de cultivos que abastecen el 90% de los alimentos del mundo, las abejas polinizan más del 70% de ellos. Además, polinizan más de 25.000 especies de plantas con flores. Sin estos insectos la actividad agrícola prácticamente desaparecería. Quizás recuerden la película de Dreamworks, Bee Movie, donde las abejas, al entrar en “huelga” y dejar de producir miel para los humanos tienen un exceso de la misma y dejan de polinizar las flores. Así comienza un desastre natural, que por suerte es revertido cuando Barry, el protagonista de la historia, se da cuenta que las flores están muriendo, poliniza a la última y así salva a la naturaleza.

Utilización de agroquimicos en Argentina

Actualmente, en Argentina, gran parte del sistema agropecuario utiliza un “paquete tecnológico”, promovido por multinacionales como Monsanto, Syngenta o Dow. Este paquete, cuya comercialización obliga a los productores a suscribir un contrato de adhesión cuya vigencia se extiende hasta noviembre de 2028, se compone de

1. Cultivos transgénicos, modificados genéticamente.
2. Utilización de agrotóxicos (herbicidas, insecticidas y fertilizantes)
3. Técnica de siembra directa

Así, los productores se ven obligados a producir solamente aquellos cultivos que entran en el paquete: soja, maíz y trigo. Esto genera la sobreexplotación de la tierra con los mismos cultivos año tras año, es decir, el monocultivo. El paquete permite conseguir rentabilidad económica a costa de la desertificación de la tierra, la contaminación de napas de agua, ríos y aire, la muerte de especies necesaria e importantes para el equilibrio natural e incluso daños a la salud humana. Se ha comprobado que las fumigaciones son la principal causa de contaminaciones y enfermedades en las poblaciones cercanas a los campos: cáncer, malformaciones genéticas, espina bífida, alergias y asma entre otras. Sólo en 2013 nacieron en el país 10 bebés con amelia (falta de extremidades); 5 con sirenomelia (piernas unidas), 4 cíclopes y 6 siameses, las muertes por cáncer se incrementaron entre 30 y 50% en San Salvador, Entre Ríos, en Basavilbaso aparecieron 160 animales muertos de golpe en 2002. Lamentablemente, en la localidad cordobesa de Dique Chico esto no es novedad: hace años que reclaman en contra de las fumigaciones con agrotóxicos que se realizan en campos con semillas transgénicas. El último estudio tuvo resultados horribles: los niños del pueblo tienen su material genético dañado 3 veces más que el promedio, implicando altos riesgos de cáncer.
Monsanto, los productores nucleados en AAPRESID y el Estado argentino, entre otros, invierten enormes cantidades de dinero en campañas para limpiar la imagen de los agroquímicos. Si el destino de Argentina es ser el supermercado de alimentos del mundo, esperemos que no lo construyan sobre un cementerio de mutantes por el uso de agrotóxicos.

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