En 1978, la URSS se preparaba para los Juegos Olímpicos de 1980. Antolín Dobrynin, embajador soviético en los Estados Unidos, propuso invitar al boxeador Muhammad Ali a visitar el país. Ali fue y estas son algunas de las reflexiones que trajo de vuelta.
“No he visto ni un solo mendigo en las calles de la Unión Soviética. Nunca me había sentido tan seguro sin riesgo de que me roben. Me dijeron que no había libertad de religión en la Unión Soviética, pero en realidad los musulmanes, cristianos y judíos rezan libremente. Creo que las relaciones entre nuestra gente son malas debido a la propaganda mentirosa.”
“[…] corrí por la mañana en lugares desconocidos donde la gente nunca había visto un hombre negro. Pasé corriendo junto a dos mujeres rusas qué iban a trabajar, no miraron a su alrededor no preguntaron que estaba haciendo. No puedo correr en las mañanas en algunos barrios blancos de los Estados Unidos. Si me ven corriendo, me preguntan a quién pretendo robar. Me encanta notar estas cosas. En la Unión Soviética corría hasta de noche, pasaba por los rusos y ni siquiera miraban, no se preguntaban por qué había un hombre negro corriendo por allí”.