Amigues, se los digo de corazón: me intereso genuinamente cada vez que me cuentan de los progresos en la solidez que empezaron a tolerar los dientitos de su bebé. Pongo like a cada fotito del niñe durmiendo, jugando, llorando o cagando. Les escucho cada vez que se ponen de novies con un Tincho o una Mili nueva. Y es real, me emociona y me hace bien que lo compartan conmigo. Pero no veo a ningune festejando cuando yo llego y les cuento que probé un mambo nuevo de múltiples colores. ¿Acaso mi proyecto no vale?
Ok, las drogas son ilegales. No todas, claro. Hay quienes pasan 18 horas del día frente a la televisión, en instagram o jugando a la play. También hay quienes se fuman el equivalente a tres campos de algodón en tabaco, quienes se automedican hasta la médula por cada resfrío, desvelo o dolor menstrual, quienes almuerzan en Mc Donalds varias veces por semana y quienes escabian que da calambre (usar frases de viejas es un poco mi droga). Bueno, todas esas drogas son legales.
Legales. Es decir: están bien, son lo correcto y se inventaron para cuidarte. Como el protector solar o Jesús. Pero hay una universalidad en la prohibición de las drogas que debería estar demodé, ¿no? En algunos países fue cambiando, pero siguen siendo mal vistas, escondidas. El tema es que no a todas las drogas la marginalización les genera lo mismo. Las de les pobres, las baratas, las venenosas, no solo son tachadas del paisaje de la realidad aparente, sino que ya sabemos que son el arma sin gatillo que los dueños de todo y la policía usan para quemar a les pibes de las barriadas y calmar las calles.
Después están las que ganaron cierta aprobación desde que la pequeño burguesía empezó a consumirlas, aunque sigan siendo ilegales en muchos países. El fasito, el porro, el charuto de Eduardo, la ganjah. En Argentina está despenalizada la posesión en lo legal y legitimado su consumo en lo social. Claro, el faso se consume mucho hace años: paragua o flores, nevadito o mezclado con tabaco, pero recién hace unos años la porteñada salió a fumar públicamente a troche y moche. En las redes, les influencers viven fumándose fasitos y esa rebeldía legitimada vuelve loques a sus followers.
Los cumbieros de la villa también se drogaban y lo apologizaban públicamente, antes de que existiera Instagram, pero era distinto. Su discurso drogón llegaba a los boliches y fiestas de la clase media como un cuento de ciencia ficción, se bailaba “a mi amigo el Tano le gusta la pasta”, como una escena de dragones volando en Game of Thrones.
Hay autodestrucciones en porciones relativas y hechas de detalles gozosos
Hay drogas de las que no se habla mucho, pero no por su carácter marginal. Los consumos de las famosas fiestas de Costa Salguero no tienen nada que ver con la pobreza estructural. Las drogas recreativas, sintéticas, llegan a algunos sectores de clase con una sensación de libertad que no es para todes. A fin de cuentas, si les esclavizades del sistema las tomaran con una función recreativa, tanta estrategia de opresión resultaría inocua. No, mejor que le sigan dando al paco. Podés tomarte media pasti o cuatro ruedas en una noche, mezclarla o no, tomarlas con agüita y no te ponen violento. Alerta: pueden ponerte cariñose. ¡Qué problemón! Éxtasis, rola, rueda, bicho; viene en diferentes formitas como los Sugus y pegan distinto siempre, pero nunca te ponen agresive. Me acuerdo cuando de chiques girábamos sin parar y la sangre nos oxigenaba el cerebro ¡Ese era un lindo mambo! Muchas fiestas electrónicas de la costanera norte se ganaron la peor fama porque muchas personas tomaron mal, se pasaron, y chau. ¿Se viene una ESI sobre drogas? Diría que no lo descartemos, porque el consumo y la búsqueda de nuevas sensaciones no acaban acá.
Cada tanto sale un documental nuevo de algún artista que terminó su carrera por las drogas: Ray, Amy, Hendrix, Janis, Kurt, el Diego… Enormes talentos que después de romperla no pueden parar, y encaran el famoso camino de la autodestrucción… son historias que no comprendemos nunca del todo, pero podemos flashar que entendemos la búsqueda insaciable de algo más desde nuestro monoambiente en Boedo después de que nos cagaron con el aumento o nos aburrimos de todolosdíaslomismo, ¿no? Hay autodestrucciones en porciones relativas y hechas de detalles gozosos.
Escabiarte siendo adolescente y mandarle un mensaje a tu ex: autodestrucción gozosa relativa. Comer pastas con cerveza: autodestrucción gozosa relativa. Desayunar mate con mandarina: autodestrucción gozosa relativa. Mantener actividades, vínculos y tareas por las que vivís sufriendo: autodestrucción gozosa relativa. Salir de joda un martes y poner reunión a las 8am: autodestrucción gozosa relativa.
¿Estoy diciendo que las drogas están bien y let ‘s get together and be all right? Para empezar, hagamos el ejercicio de salirnos de los criterios valorativos y cortemos con la pavada simplista de “está bien o mal” para asuntos tan complejos. Me llama mucho la atención cómo aún el consumo sigue oculto. Los megamillonarios yanquis siguen entusiasmados con ir de paseo a la luna, pero la verdad es que por como viene todo en estos años, preferimos la exploración de viajar a la luna sin salir de nuestra casa.
Hay límites y necesidades de control en distintas personalidades, a nivel singular y colectivo, pero quise venir a tantear cómo vienen en su búsqueda por nuevos mambitos. ¿Por qué solo trappers y reggaetoneros hablan de droguitas? Entre nosotres no da contar en cuál estábamos el sábado en la fiesta pero Frijo te hace un Bizarrap y canta: “¡Tanta molly y MD me tienen nublao, tantas ganas de geder me tienen nublao!”.
Esto demuestra, nuevamente, que los consumos culturales de época van por un lado y la legitimación hegemónica por uno completamente distinto. Otra vez, nuestro Estado ausente se hace presente solamente a la hora de prohibir una acción y censurar su nombramiento. Suena ridículo que las canciones y famosos puedan hablar de algunas libertades y a les civiles no se nos permita.¡Tiempo juez! Blanqueando un toque las cosas: ¿No quedó demostrado ya que lo que el Estado permite muchas veces no es lo más sano para nosotres? Porque al final, dar el abrazo necesario, escuchar música, leer un párrafo que nos vuele la peluca, llevar el deseo en el cuerpo, dar amor con fuerza, buscar mambos nuevos… ¿No se trata de eso la libertad?