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“Pare de sufrir”: la famosa iglesia brasileña de la tele y sus polémicos métodos de financiación

Todos nos hemos despertado a las tres de la madrugada, con el control en una mano y una bolsa de papitas en la otra, con el relampagueo de la televisión sobre nuestras retinas. Todos nos hemos desvelado y hemos pasado noches de zapping hasta detenernos en un canal común de noticias, que de noche se convierte en algo mucho más oscuro. Todos hemos visto alguna vez las palabras “Pare de sufrir” en el zócalo televisivo, acompañado por un hermano latinoamericano de traje y micrófono. Todos hemos vivido estas situaciones, y pensado “¿Y esto, que mi*rda es?”

Se trata de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD), conocida por su emisión televisiva “Pare de Sufrir”, una institución religiosa neopentecostal fundada por el brasileño Edir Macedo en 1977. Su doctrina es un vago sincretismo que toma elementos del evangelismo pentecostal, del catolicismo popular y de los cultos afrobrasileños, especialmente de la Umbanda, resignificados en un sentido mágico y en una propuesta de “negocio con Dios”. Su expansión ha sido estrepitosa, comprando terrenos,  ex- cines o antiguas fábricas y transformándolos en “Templos”, desde Brasil hasta Japón y Filipinas, pasando por Miami, Argentina, Inglaterra, España y Costa de Marfil, por nombrar unos pocos países.

Si bien a simple vista parece una iglesia cristiana entre otras, cuenta con la utilización de “amuletos mágicos” para lograr la cura, la liberación o la prosperidad material. Entre estos, podemos observar la entrega del “jabón de la descarga”, “la rosa milagrosa”, “la llave de la victoria”, “la sal bendecida por el Espíritu Santo”, “el agua del río Jordán” y también actitudes mágico-salvadoras como “tocar el Manto sagrado”, “pasar por la puerta de la victoria”, “pisar la sal”, etc.

“Pare de sufrir” no es sólo conocida por su programa de tele sino también por la enorme cantidad de denuncias y sospechas sobre sus métodos. Investigaciones de noticieros de Panamá demostraron que varios de los objetos “milagrosos” no son lo que prometen: el “agua del Jordán” es una mezcla de agua de Panamá, y el “aceite de Israel” es fabricado en Panamá y comprado en un supermercado.

Para ingresar, se requiere copia del DNI y del cheque salarial, teléfono, dirección y un cabello “para la sanación”. Se insta a los fieles a pagar el diezmo, que oscila entre los 500 y los 20.000 pesos, para poder lograr la salvación. El cielo no es barato.

En Buenos Aires, esta institución se ubica sobre la avenida Corrientes, por el barrio de Almagro, y parece más el castillo de un visir que una iglesia: un imponente e inmaculado edificio se erige entre kioscos, con robustos empleados de seguridad en la puerta y cámaras de seguridad dignas de aeropuerto.

Todo eso contribuye a la sugestión. Mientras preparaba esta nota y al clickear en un link que contenía una denuncia sobre la Iglesia, la computadora de este joven periodista se apagó de repente. Ponele que haya sido una gran casualidad…

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