“Hay muchos espacios públicos que se vuelven de uso privado, o casi privado, como si la calle pasara a ser una especie de patio del fondo de la casa que le crece a un costado”. La frase pertenece al personaje de una de las irrupciones publicadas por el fallecido escritor uruguayo Mario Levrero, allá por el año 2000*. Por aquellos años se gestaba el caldo de cultivo que desembocaría en la crisis económica, social, política y cultural del 2001 en Argentina y que a posteriori, configuraría la división en dos de la emblemática Plaza de Mayo mediante unas vallas negras de más de dos metros. De un lado el pueblo; del otro los burócratas.
Casi 17 años más tarde, el gobierno de la Ciudad a través del Ministerio de Desarrollo Urbano, a cargo de Eduardo Macchiavelli, institucionalizó esa división con la instalación de rejas aún más altas que sustituyeron el viejo y “transitorio” mecanismo.
Con veredas más anchas y tras seis meses en obra, reabrió el pasado martes 28 de mayo la Plaza de Mayo con una serie de modificaciones (además de las rejas) como por ejemplo el cambio de las baldosas, la restauración de la Pirámide y la supresión de los carriles que tenían las calles laterales.
La inauguración estuvo acompañada de quejas de patrimonialistas y organizaciones civiles por los cambios que no pasaron el filtro de la Legislatura porteña. Según los números oficiales, la Plaza incorporó 4 mil metros cuadrados y más de mil en superficie verde. El costo total de la obra fue $43.792.575 que se pagó con fondos del Gobierno porteño.
Entre los cambios también figuran la renovación de las farolas por luminarias LED, baldosas blancas en sustitución de las rojas que había instalado la última dictadura militar y la remoción de las calcáreas que estaban pintadas con los históricos pañuelos de las Madres. (Fueron dibujados nuevamente sobre el renovado piso en una de las últimas rondas).
En ese marco, la presidenta de la asociación Civil Basta de Demoler, la doctora María Carmen Usandivaras, dijo a este portal que desde el año pasado empezaron a cuestionar las reformas que dispuso la gestión de Horacio Rodríguez Larreta en la Plaza de Mayo “sin que se sancione una ley en la Legislatura porteña”.
“El Código de Planeamiento Urbano de la Ciudad dice que el Área de Protección Histórica 1 (AP1) requiere para su modificación, ya sea la calzada, las luminarias o la instalación de rejas, que que haya una ley aprobada”, sostuvo. Y agregó: “Eso no se ha cumplido. No encontramos documentación que avale que la Plaza haya tenido esta configuración actual”.
La organización que preside Usandivaras llevó a cabo una acción judicial a través de una medida cautelar que recayó en el Fuero Contencioso Administrativo y Tributario (Juzgado N° 3, Secretaría N°5, a cargo del juez Pablo Mántaras).
“El gobierno porteño convirtió la Plaza en Disneylandia con las nuevas luminarias. No hubo la decisión de cumplir con la ley. Tienen la costumbre de hacer las cosas así pero hay procedimiento a seguir”, amplió.
Asimismo, el Observatorio del Derecho a la Ciudad y el de Patrimonio y Políticas Urbanas presentaron un recurso de amparo contra la instalación de las rejas, que quedó en manos del juez en lo Contencioso Administrativo porteño Osvaldo Otheguy. Los argumentos son los mismos: que la instalación no fue aprobada por ley y que las mismas no forman parte del diseño histórico de la Plaza de Mayo, ya sea que se tome la morfología que tenía en 1897, según el criterio de la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos, o en 2000, cuando se aprobó el Código de Planeamiento urbano.
El ministro de Ambiente y Espacio Público Eduardo Macchiavelli aseveró en declaraciones a la prensa, que en reemplazo de las vallas de contención que se encontraban frente a la Casa de Gobierno, instalaron rejas que cuentan con un sistema de plegado y portones. “Esto, a diferencia del vallado anterior, facilita el flujo del tránsito, mejorando los accesos. El resto de los espacios de Plaza de Mayo permanecerán abiertos como lo estuvieron hasta el momento”.
En tanto, el legislador porteño por Autodeterminación y Libertad (AYL), Fernando Vilardo, consideró que el accionar del gobierno de la Ciudad es violento. “Nosotros hacemos mucho hincapié en que hacen obras y la población no es consultada. Manejan el espacio público como si fuera de ellos”, analizó al tiempo que añadió que el caso de la Plaza “tiene un elemento más potente porque es de la población y además, es un ámbito de encuentro para los que se manifiestan en contra de las políticas del poder”.
“Las vallas en 2001 dividían a la población de la Casa Rosada. En esa etapa había una crisis de representación muy grande. Sinembargo, siguieron estando y hoy ponen una reja. ¿Por qué la reja? Si gobernaran para la mayoría no haría falta ninguna”, afirmó.
Según el legislador de izquierda, defender el espacio público como si fueran tierras propias, “tiene poco que ver con una idea de democracia profunda y con la idea del pueblo decidiendo”.
*Estas Irrupciones de Mario Levrero aparecieron entre 1996 y 2000 en la sección Cultura de la revista Posdata. La editorial Criatura las publicó en formato libro.
Por Daniel Blanco Gómez