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¿Por qué hablamos del noviazgo de Mbappé?

“Fulanito está saliendo con la modelo alta Menganita.” “Romance confirmado entre X y la modelo friolenta Y”. “Las fotos confirman el amor entre Juan Pérez y la modelo budista María Gómez”. 

Todas estas frases nos resultan ridículas. Y sin embargo, al dar la “noticia” de que el futbolista Kylian Mbappé está (¿estaría?) saliendo con la modelo Inés Rau, los medios “serios” no dudaron en aclarar que esta es una “modelo trans”. Una modelo con letra chica, digamos. ¿Por qué esta necesidad de aclarar esto en vez de hablar de ella como “la chica Playboy Inés Rau”, “la modelo de Balmain Ines Rau”, o incluso “la activista LGBT Inés Rau”? Cualquiera de estas opciones, incluso la última, se centraría en sus actividades públicas y no en su corporalidad (de la misma manera que nadie que no sea groseramente racista escribiría “el futbolista negro Kylian Mbappé”)

La respuesta fácil es “por morbo”, pero no resuelve nada: ¿Por qué genera morbo específicamente esto? Al fin y al cabo, existen muchas mujeres trans visibles y en pareja. ¿No nos vive diciendo la derecha que ya tenemos todos los derechos necesarios y que por lo tanto lo que buscamos son privilegios? 

Por supuesto, ese velo se cae completamente cuando pasamos de evaluar la cobertura periodística a las reacciones en redes sociales. No quiero reproducir los comentarios típicos de varones cis acá, pero ya se los imaginan. Son los mismos que ya eran viejos cuando la troupe de Tinelli hacía chistes sobre Cris Miró a fines de los 90s.

Creo que la explicación no hay que buscarla en Rau, sino en Mbappé. Como entre mis lectores habituales hay un contingente importante de personas a quienes las (nos) elegían últimos en la clase de educación física, doy algo de información que para la persona media puede parecer intrascendente: Mbappé no es un futbolista, sino que se perfila para ser EL futbolista de la era post-Messi y post-Ronaldo. A medida que la carrera profesional de las dos superestrellas de las últimas décadas entra en su tramo final, Mbappé parece ser uno de los mejor posicionados para ocupar su lugar. Con 23 años ya es Campeón del Mundo, cuenta con 13 títulos nacionales, 4 nominaciones consecutivas al Balón de Oro, y fue cuatro veces goleador de la Ligue 1 de Francia. Su canonización como próxima megaestrella se refleja en las portadas de las últimas tres ediciones de FIFA (una más que Ronaldo y una menos que Messi, para dimensionar). 

¿Por qué genera morbo específicamente esto? Al fin y al cabo, existen muchas mujeres trans visibles y en pareja. ¿No nos vive diciendo la derecha que ya tenemos todos los derechos necesarios y que por lo tanto lo que buscamos son privilegios? 

En suma, Mbappé es un ícono que encarna el ideal aspiracional del macho: deportista, hiperexitoso, multipremiado y multimillonario. Un tipo encaramado sobre el tope de la jerarquía masculina. Y ese tipo, que podría elegir a cualquier mujer del mundo, va y elige a una mujer trans. Una mujer tan “impura” que su condición merece ser destacada cada vez que se la menciona para llamar atención a ella. 

Yo sé que las personas tienen valor en sí mismas y no por las opiniones del resto, pero a los ojos del público hay pocas cosas más validantes que la opinión de un hombre cis heterosexual poderoso. El pelotudo promedio que pulula en redes sociales y secciones de comentarios se enfrenta entonces a una realidad dolorosa: un tipo indiscutiblemente superior a él en cualquier jerarquía imaginable declara con su cuerpo que las mujeres trans son dignas de ser deseadas. Y este mismo pelotudo promedio lleva años construyendo su masculinidad en el desprecio público hacia todo tipo de disidencia (énfasis en público, según relatan las compañeras travestis y trans que viven de cogerse a estos mismos especímenes). 

Tal vez podemos trazar un paralelo entre Mbappé y el Kun Agüero, quien fuera denostado por “comegordas”. En ambos casos el patrón es el mismo: un macho alfa castigado por sus “pares” (ni cerca, pero bueno) por manifestar públicamente un deseo que se aleje muy levemente de la norma como forma de disciplinamiento. Una versión más educada de esto (pero a la vez más nefasta por múltiples motivos) la escuchamos de nada menos que el Dr. Cormillot cuando afirmó muy livianamente que las “chicas gorditas” no pueden sufrir acoso laboral. Y sin embargo, sospecho que este colectivo de fracasados volcando su odio en redes está peleando una batalla que perdieron hace tiempo. 

 

El deseo monolítico universalizado es un producto de la sociedad industrial. Es la consecuencia lógica de un mundo ordenado por la lógica fordista, con la uniformidad como valor central. “Cualquiera puede tener un auto del color que quiera, siempre y cuando sea negro” era la frase emblemática de Henry Ford, figura emblemática de ese modelo capitalista. Hoy la realidad es otra: el hombre más rico del mundo, Jeff Bezos, lo es por tener una plataforma comercial basada en un catálogo inagotable.

En este mundo de oferta infinitamente variada nadie debería sorprenderse porque Facebook ofrezca 96 identidades de géneros diferentes, y mucho menos por que un futbolista se corra muy levemente del guión del deseo (y sí, una novia trans sigue siendo un corrimiento muy leve si se trata de una modelo con apariciones en Vogue y Playboy). Por algo en cualquier sitio porno de acceso libre hay miles y miles de subcategorías y etiquetas para satisfacer gustos cada vez más de nicho. Dato interesante: Argentina lidera el ranking mundial de búsqueda de porno trans. En el siglo XXI la verdadera cara de una persona no se revela en el divan psicoanalítico o el confesionario, sino en sus búsquedas cuando nadie mira.

Así que volviendo a Mbappé, sería raro que en un futuro próximo no veamos más casos de varones poderosos exhibiendo con orgullo a sus amores que no encajan en el relato tradicional. Y no es es una mera expresión de deseo: es la lógica de nuestro tiempo. 

Mal que le pese a muchos, algunas transformaciones no pueden ser frenadas. Los cuerpos no-normativos (trans, gordos, racializados, discapacitados y una larguísima lista de etcéteras) no sólo son deseables sino deseados, aunque Lucho945234 y Teto734590, que no serán futbolistas de elite pero tienen una cuenta de Twitter, se rían de un campeón del mundo.

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