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Te contamos qué dice la ESI y qué alegan los grupos que se oponen

Ilustración: Sukermercado

Si bien fue sancionada hace dos años, el contenido de la Ley de Educación Sexual Integral, su aplicación y la reforma que se propuso en el Congreso hace dos meses ha sido uno de los focos de debate en las últimas semanas. Bajo convocatoria del movimiento “Con Mis Hijos No Te Metas”, el pasado domingo 28 de octubre se realizó una concentración frente el Congreso (junto con otras movilizaciones menores en el resto del país) en rechazo a la modificación que añadiría en el contenido de la ESI la ley de Matrimonio Igualitario y la de Identidad de Género y, además, eliminaría el artículo 5.

Éste permite actualmente que cada institución educativa adapte las propuestas de la ley “a su realidad sociocultural, en el marco del respeto a su ideario institucional y a las convicciones de sus miembros”, lo cual constituye un factor que propicia la ineficiencia en la aplicación de la ley presente hoy en día.

En la protesta se hicieron presentes las organizaciones “pro-vida” -que hasta hace unos meses justificaban su posición en contra de la legalización del aborto bajo la argumento de que hacía falta más educación sexual- junto con fieles de la Iglesia, comunidades evangelistas, y demás grupos.

La Fiscalía de la Ciudad inició una investigación sobre las conductas antisemitas observadas en pancartas de de la marcha en las que se leían enunciados como “Argentina más masónica y sionista que nunca” junto con esvásticas. En la semana posterior a la marcha el Gobierno decidió frenar la reforma de la ley y el Ministro de Educación de la Nación aseguró se debió a que la Ley debe ser implementada en su totalidad antes de plantear estas modificaciones.

 

El derecho a la información

En las redes y programas de televisión abundan argumentos en contra de la ESI y la “ideología de género que impone”, así como se afirma que la reforma implicaría una “intromisión del Estado en aspectos que conciernen a la familia” y pondría en riesgo la plena patria potestad sobre los hijos. Sin embargo, la legislación nacional claramente recalca en repetidas ocasiones el  derecho de las personas -y sobretodo lxs niñxs- a recibir la información necesaria en lo que hace al cuidado, promoción y prevención de riesgos y daños de la salud.

Ésto no implica únicamente estar informadxs sobre métodos anticonceptivos y enfermedades de transmisión sexual, sino también poseer conocimiento pleno sobre la sexualidad propia y de los demás, teniendo en cuenta que la sexualidad es un elemento clave en el ser humano y su salud.

 

Qué dice realmente la ESI

La ESI está pensada para ser ejecutada en los tres niveles de enseñanza (si bien esto se cumple en escasas oportunidades), teniendo como ejes comunes la perspectiva de género, la valoración de la afectividad, el cuidado de la salud y la importancia del ejercicio de los derechos y, por consiguiente, el respeto por la diversidad.

A diferencia de lo planteado por algunos opositores a la ley que denuncian que ésta implica que lxs niños estén obligadxs a tocarse entre sí, e incluso que lxs maestrxs lxs toquen, en todos los niveles se hace hincapié en la importancia del respeto por la intimidad propia y ajena, y en la identificación de situaciones de posible abuso.

Así es como han surgido varios casos en los cuales, a partir de una clase de educación sexual, niñxs manifestaron haber sufrido esta clase de situaciones en el hogar o incluso en la misma institución educativa.

La llamada “ideología de género”, que en la teoría significaría “negar el sexo biológico” -ignorando la diferencia entre género y sexo que sostiene la ESI-, y en la práctica obligar a lxs niñxs a vestirse y realizar hábitos propios del otro género, provocando así dudas sobre su autopercepción y una trágica pérdida de identidad, no es más que la aceptación de una realidad: la división de géneros se basa en convenciones culturales.

La ESI propone concientizar a lxs niñxs sobre la existencia de personas que no se identifican con su género asignado al nacer, y desnaturalizar las diferencias entre hombre y mujer que tradicionalmente se han impuesto en la sociedad, dando la posibilidad a lxs niñxs de realizar los juegos y usar los juguetes y disfraces que ellxs elijan, más allá del género.

Los grupos contrarios a la ley exigen que la educación sexual sea “llevada a cabo en base a valores y en función del amor”. Este argumento es el utilizado en muchas instituciones religiosas para exponer como único método anticonceptivo válido la castidad y “la confianza en la pareja” como medio para evitar el contagio de ETS.

Alegan que la ESI, al plantear el ejercicio libre de la sexualidad como una posibilidad,  es profundamente “ideológica” e inmoral. Niegan así, paradójicamente, que establecer como requisito para el coito estar en una relación de noviazgo o incluso matrimonial signifique un acto ideológico.

Se contradicen también al plantear al amor como un valor fundamental de la educación sexual, pero negarse a que se les enseñe a lxs niñxs que la única forma de amarse no es en vínculos heterosexuales. En este sentido, la ESI también le da fundamental importancia a la afectividad en los vínculos de todo tipo, desde las relaciones de pareja hasta las relaciones filiales, así como la importancia del respeto hacia el otrx y su intimidad.

Como otro de sus núcleos centrales la ESI implica la instrucción acerca de los distintos métodos anticonceptivos disponibles, incluyendo el modo uso correcto y sus ventajas y desventajas. Este es un aspecto esencial para evitar los embarazos no deseados -que en Argentina alcanza cifras alarmantes- y disminuir la cantidad de abortos realizados.

Si bien una parte de los grupos opositores a la ley alegan estar a favor de esta sección de la normativa, muchos la rechazan fundamentando que es un aspecto que le corresponde a la familia, que actuará según sus valores y creencias. Esto implica un gran peligro para el niñx o adolescente en cuestión, ya que podría limitar gravemente sus posibilidades de decisión sobre su cuerpo y su salud.

Natalia Gherardi

Nació en el año 2000. Es ex-alumna del Nacional Buenos Aires y estudia Sociología.

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