Ponele.info

¿Qué hacemos con el turismo post pandémico?

Pumas paseando por las calles de Santiago de Chile. Cabras que miran vidrieras en Reino Unido. Jabalíes olisqueando coches que no se mueven desde hace meses en Haifa, Israel. Patos que nadan un rato en los canales de Venecia. Y ciervos dándose una corridita por los centros comerciales de Nara, Japón. Esas fueron algunas fotos (muchas fake news) que vimos en 2020, el año en que los humanos se encerraron y otras especies tuvieron la chance de salir al exterior.

Ahora, mientras la pandemia del Covid ¿retrocede?, todos empiezan a volver a salir. Y mientras las especies se vuelven al lugar de donde vinieron las vacas dejan de mugir por las calles de Nueva Deli, los pavos no pueden hacerse los cancheros en las avenidas de Madrid–, las industrias vuelven de a poco a funcionar como antes. Entre ellas, una que mueve nada menos que ciento 120 millones de puestos de trabajo: la del turismo internacional.

Ese aviso de que había que tener paciencia y esperar un tiempo para volver a ser igual que antes le afecta a esta industria más que a muchas otras. No queda opción, los puntos fuertes del turismo internacional, esos que figuran en mapas y guías, tendrán que acomodarse a las medidas sanitarias si quieren recibir a esos visitantes un poco molestos, pero que sostienen su economía.

Cada punto turístico batalla como puede con este monstruo que se está volviendo contra ellos

Los mejores ejemplos del turismo postpandémico están en Europa, el destino más demandado por los viajeros internacionales. En Barcelona, donde el turismo emplea a unos cuarenta mil trabajadores directos y unos 100 mil de forma indirecta, muchos sostienen que van a darle batalla al turismo de masas, porque argumentan que prefieren uno de calidad. Los grandes cambios por venir serían que los micros que trasladan a turistas por un día deberían estacionar fuera de la ciudad, y que se impedirían los cruceros. Se proyecta implementar la aplicación “Check Barcelona”, que sugerirá lugares menos conocidos, marcará qué sitios emblemáticos están más concurridos y permitirá comprar entradas.

Cada punto turístico batalla como puede con este monstruo que se está volviendo contra ellos. En Venecia, donde en este tiempo de pausa el agua se volvió más clara que en los últimos 60 años, implementarán cámaras de videovigilancia y registro de datos móviles para intentar controlar el torbellino de visitantes que baja de los cruceros. Para el año 2022 pretenden implementar un sistema de multas que penalizará a quienes tengan el deseo de pasar la noche en Venecia, con el objetivo de generar una fluidez de entrada y salida constante. Los residentes de Venecia sostienen que esos son placebos, que la única opción posible es que los cruceros lleguen a otros puertos; los que manejan estos barcos gigantes responden que el tour funciona solo si el punto final es Venecia. Un dilema que no parece tener una respuesta simple.

Y Amsterdam, que, con 800 mil residentes, recibió en 2019 23 millones de turistas, no va a quedarse sin intentar cambiar. Desde hace años allá se intenta dominar la Zona Roja ese barrio que atrae a quienes desean comprar cannabis en un coffee shop y después salir a mirar cómo las prostitutas se venden en las vidrieras–, y ahora están pensando en varias opciones: dejar que las trabajadoras sexuales estén solo en un hotel y que los coffee shops no puedan venderles a los turistas. Parece que la joda loca de la Zona Roja se la llevó el Covid-19.

En Voces de Chernóbil, publicado en 1997, Svetlana Aleksiévich la bielorrusa que ganó un Premio Nobel de Literatura cuenta sobre ese extraño placer que sienten algunos por visitar Chernóbil y ver los resabios del desastre nuclear en una ciudad soviética. Hoy, a esa forma de conocer lugares peligrosos se la llama Dark Turism, y tiene hasta un documental en Netflix con ese mismo nombre. Tal vez, estos cambios traerán un nuevo tipo de turismo: uno que te permita ver un pantallazo de todo lo que antes querían ver los que viajaban, y que te mande, rápido y sin chistar, de vuelta a casa. Lo harían, supuestamente, para cuidarnos a todos. Hay que ver qué nombre le ponen. ¿Turismo chantada? ¿Turismo antimasivo? ¿Turismo postpandémico? Veremos qué pasa, no hay que caer en la tentación de deprimirse por un consumo que todavía no llegó.

contacto@ponele.info