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Tarjeta naranja y el crédito para los pobres

Todo es caro, y la plata mucho más. Para obtener un préstamo es necesario demostrar que podrá ser reintegrado. No sólo es para devolverlo sino para devolver de más. Los intereses son la forma de retribución al capital financiero y, a mayor riesgo de devolución, mayor tasa de intereses. Ciertas flexibilidades en el otorgamiento de crédito, se pagan. El mayor ejemplo de esto son los llamados “prestamistas”, a los que deben recurrir quienes carecen de respaldo básico para solicitar un préstamo.

 

Créditos al consumo

Hace poco hablamos sobre los costos financieros de las tarjetas. En los últimos años la Tarjeta Naranja fue creciendo en popularidad. En su portal de Internet puede leerse: “Somos Naranja, la principal emisora de tarjetas de crédito de Argentina. Una empresa que brinda servicios con el objetivo de conectar a la gente con experiencias únicas y de crecer a través de nuevos negocios basados en la tecnología”.

La empresa arrancó en 1985. En 1998, se aliaron con VISA y más tarde con Mastercard y American Express, “acelerando un proceso de crecimiento que nos llevó al liderazgo indiscutido que hoy ocupamos”. No obstante, los usuarios de Tarjeta Naranja pagan un 20 por ciento más de interés de lo que lo hacen los de Visa o Mastercard, por ejemplo.

En el sitio Tené Cash por un préstamo de $ 20000 deben abonarse 6 cuotas de $ 5145.03. Casi 14 por ciento de interés mensual. Diría Bertolt Brecht: “¿Qué es el robo de un banco en comparación con fundar uno?”.

 

Créditos a la producción

Una forma más útil de crédito para los pobres es el microcrédito productivo. Focalizadas en zonas de barrios carenciados, villas o asentamientos en donde viven personas con ideas y planes a realizar pero que no pueden hacerlo por falta de dinero y acceso al crédito bancario. El objetivo es apoyar emprendimientos de lo más variados: gastronomía, peluquería, desarrollo de páginas web, marroquinería, reparación de celulares, etc.

En todo el mundo existen bancos que brindan microcréditos. El Grameen Bank de Bangladesh es, quizás, la institución de microfinanciamiento más importante. Entre los más conocidos figuran el Banco Sol, de Bolivia, el Banco Mundial de la Mujer que trabaja sobre todo en América Latina, el SEWA de la India.

La devolución de los desembolsos se encuentra en el rango del 95 por ciento. Para otorgarlos, se estudia el proyecto, su factibilidad y planificación. Además, se realiza asesoramiento, control y seguimiento. De este modo, baja el riesgo de incobrabilidad.

En nuestro país sólo el 2 por ciento de los potenciales microproductores acceden al financiamiento: poco más de 80 mil beneficiarios sobre una población de 4 millones de posibles emprendedores. Se registran 32 instituciones de microcréditos pequeñas (cartera menor a $ 2 millones), 15 medianas (cartera entre $ 2 y $ 10 millones) y 11 grandes (cartera mayor a $ 10 millones de pesos). El 90 por ciento son asociaciones sin fines de lucro y el resto, sociedades anónimas, la mayoría grandes.

Respecto a los costos, veamos un caso. El Banco Provincia indica que, para este tipo de créditos, la tasa de interés efectiva anual (TEA) es del 63,23 por ciento y el Costo Financiero Total (CFT), del 75,21. Un ejemplo: para una financiación de $100.000 a 24 meses otorgados en Buenos Aires, la cuota del primer periodo de 30 días sería de $7.750. La tasa efectiva mensual, incluyendo todos los gastos, es de 4,78 por ciento.

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