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Bitcoins

Tierra del Fuego podría convertirse en un horno de bitcoins y en un triste ejemplo de la “reconversión” económica

Según los especialistas, las criptomonedas son activos tecnológico-informacionales más similares al oro o al petróleo que a las monedas tales como las conocemos. Para simplificar un poco de qué se trata, podríamos decir que las criptomonedas son el resultado de operaciones informáticas de desencriptamiento de un código hecho sólo para ser desencriptado. Estas operaciones se producen a través de computadoras ultrapotentes que ejecutan y resuelven complejas encriptaciones algorítmicas de una manera horizontal, eficiente y sin otra intermediación que la potencia para el cálculo, que a su vez está determinada por el poder de los servidores puestos a ejecutarlas. Y así, al desencriptar luego de competir, “acuñan” unidades de la moneda. Luego, este “trabajo” computacional puede ser traducido a otros valores, como monedas comunes, cuyo valor regulan los Bancos Centrales.

Aquellos que defienden las criptomonedas (las más famosas son Bitcoin y Ethereum, que en realidad es una meta generadora de criptomonedas y otras aplicaciones) resaltan que, a diferencia de los bancos, financieras y demás instancias intermediadoras, la tecnología blockchain, que es la que genera por ejemplo el Bitcoin, permite la generación de aplicaciones y de sistemas no centralizados, basados en el más puro sentido de la competencia por “desencriptar”. No hace falta una fiscalización externa, ya que los que desencriptan son los que invirtieron el tiempo y las operaciones matemáticas necesarias para hacerlo, a través de operaciones algorítmicas complejas que aprenden solas y “sólo” necesitan de energía y de servidores para desarrollarse. De esta manera, si esta tecnología se expandiera e hiciera más amigable, podría existir un buscador blockchain que reemplace a Google, un reproductor y alojador de video descentralizado que reemplace a YouTube, y lo mismo para servicios de alojamiento como Dropbox o para cualquier otra aplicación informática que pueda imaginarse.

 

El sueño húmedo de los libertarios

Para los enamorados de esta tecnología las aplicaciones descentralizadas representarían un escenario de competencia perfecta sin intermediarios, y, lo que también es importante, un escenario donde la censura y la vigilancia ejercida por las corporaciones junto a los gobiernos (al respecto puede verse el documental Terms and Conditions May Apply, disponible en Netflix) también podría ser trascendida gracias a esta misma descentralización anónima. Los que tienen grandes esperanzas en el blockchain, muchas veces partidarios también del ultra liberalismo propio de la ideología libertarian, confían en que en un futuro no muy lejano los activos de aplicaciones no centralizadas van a expandirse y a tener una manejabilidad parecida a aquellos de la web monopólica y tradicional. La hipótesis sería: la esencia horizontal de la internet, su verdad, está en estas tecnologías.

Los detractores de las criptomonedas declaran que, en primer lugar, representan una forma tecnológica y no accesible a todo el mundo de redoblar la especulación financiera. En segundo lugar, apuestan a que se trata de una burbuja que explotará muy en breve y cuya única finalidad real es el blanqueo del dinero proveniente de las industrias más oprobiosas que pueblan el planeta Tierra, como el narcotráfico, la venta ilegal de armas y de animales, las redes de trata y el tráfico de personas y órganos. En tercer lugar, se resalta también lo costoso en términos energéticos y por lo tanto las nefastas consecuencias en el medio ambiente que tiene este tipo de minería de datos. Se dice que hoy en día las huellas de carbono que deja la energía necesaria (mayoritariamente carbón que produce electricidad) para la generación de criptomonedas en Bitcoin o Ethereum equivale a la que producirían un millón de vuelos transatlánticos por año, o a la contaminación que produciría un país europeo de 7 millones de habitantes. El dato impactante es que, para fines de año y de continuar la tendencia alcista de la minería de datos, este consumo y la consiguiente contaminación se duplicarían.

 

China, Canadá y Tierra del Fuego

Rubén Cherñajovsky es un empresario argentino que estuvo muy vinculado al kirchnerismo, principalmente por haberse dedicado a ensamblar electrodomésticos de baja complejidad en Tierra del Fuego -teléfonos, televisores, aires acondicionados como Nicolás Caputo, amigo íntimo del Presidente Macri- gozando de exenciones impositivas e invirtiendo en investigación y desarrollo cifras siempre cercanas a cero. En sus inicios el gobierno de Macri, sin ofrecer alternativa alguna a los trabajadores, se propuso desmontar ese complejo industrial protegido e ineficiente, que generaba una fachada de sustitución de importaciones mientras que, en realidad, significaba un negocio para fugadores de dinero como Frávega o Garbarino, o para empresarios prebendarios como los mismos Cherñajovsky o Caputo.

Ni lento ni perezoso, Cherñajovsky (padre de la diseñadora de indumentaria María Cher) hizo un doble movimiento. Por un lado, invirtió en la industria pesquera, la parte de alimentos del grupo NewSan -su antigua ensambladora-. La empresa, nacida bajo el calor de las presiones del ex Secretario de Comercio Guillermo Moreno por fogonear exportaciones, se dedica hoy principalmente a los langostinos. Por otro, y luego de despedir a los trabajadores, alquiló sus galpones a un grupo de inversores argentinos que montaron un horno de criptomonedas aprovechando las exenciones impositivas que otorga el gobierno en la austral Provincia de Tierra del Fuego.

Los emprendedores, según una nota reciente de Infobae, son Miguel Klurfman, Rodrigo Benzaquen, Walter Salama y Diego Pando, fundador de la promocionada escuela de programación porteña Digital House. En los viejos galpones de ensamblaje de NewSan, alquilados a Cherñajovsky, estos aventureros pretenden generar un nuevo polo tecnológico de minería de datos para competir con China y con Canadá. Según diversas informaciones, planean también expandirse hasta la provincia de Santa Cruz, más concretamente a la localidad de Río Grande. Entre las ventajas comparativas de estar en Tierra del Fuego, los emprendedores destacan al frío (que permite que no se recalienten los servidores) y las exenciones impositivas.

 

Rezándole al generador

Mientras el mundo aún discute las tendencias de las criptomonedas, su posible “burbuja” y sus efectos ambientales, los empresarios argentinos aprovechan de las ventajas que les otorga el estado para desarrollar una industria altamente contaminante, dedicada a la especulación financiera, prescindente del capital humano por lo que no genera ningún tipo de empleo, y alejada de cualquier tipo de pago de impuesto a las ganancias o contribución, por mínima que sea, a las comunidades donde se emplaza. Todo esto sucede, además, en un país donde la energía es un bien escaso y existen cortes de luz en los grandes centros urbanos. Unos cortes de luz favorecidos, paradójicamente, por los aires acondicionados que antes se ensamblaban en aquellos mismos galpones. Quizás, después de todo, estas eran las inversiones de las que hablaba el Presidente Macri. Ponele.

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