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Will Smith hizo eterno un mal momento.

El domingo a la noche pasó lo pronosticado: mientras la academia le entregó el premio mayor a una película que recaudó apenas un millón de dólares (la milésima parte de lo que un estreno de alto presupuesto, o incluso menos) tras su paso por salas de cines, el suceso más memorable de la ceremonia será material de memes por años a futuro.

Como es esperable, además de los memes, las redes se convirtieron en un hervidero de opiniones no solicitadas.

Como es esperable, además de los memes, las redes se convirtieron en un hervidero de opiniones no solicitadas.

En primer lugar, lo obvio: como persona trans, gorda y de pelo bastante escaso, no puedo dejar de simpatizar con el roscazo a Rock. En un nivel visceral, se siente satisfactorio que alguien ubique a un cómico que recurre a reírse de cuerpos ajenos en uno de los escenarios más grandes del mundo. 

Así que sí, en este plano, no puedo más que empatizar con Jada Pinkett Smith. Pero a la vez, la celebración del sopapo de Smith me despierta un par de contradicciones.

Menos Óscar y más memes

Porque justamente pertenezco un colectivo que sistemáticamente ha sido considerado un blanco aceptable por parte de cómicos, y sobre todo por sus públicos. Hasta hace muy poco la condena social por hacer un chiste transodiante era nula. Y ojo que lo entiendo: yo también crecí mirando Videomatch y me reí de cosas que hoy no quiero recordar. Acá nadie tiene el culo limpio.

Pero aún limitándome a casos recientes como los especiales de Dave Chapelle o Ricky Gervais, que en la última década nos han tomado como blanco de su “humor”. Por ejemplo, en este monólogo Gervais en la ceremonia de los Globos de Oro de 2016, a partir del minuto 1:53, en el que nombra a Caitlin Jenner con su deadname:


Ese chiste gratuito a expensas de una persona trans no despertó la ira de nadie, sino risas del auditorio. Y de hecho, todo intento de crítica ha sido leído como una búsqueda de “cancelar” o “censurar” a estos humoristas. Cuando une empleade trans de Netflix organizó una protesta contra el especial de Chapelle, la respuesta empresarial fue despedirle sumariamente ¿Estoy tan desquiciada si pienso que hay un doble estándar impresionante cuando quien reacciona es un varón cis, heterosexual y padre de familia?

Aún con la visibilidad que produjo el escándalo, la entrega del domingo fue segunda menos vista de la historia (sólo por delante de la del año pasado, tras un año casi sin estrenos de cine por la pandemia).

Pero, hipocresías aparte, no puedo dejar de pensar que el resultado de la agresión de Smith es altamente peor que haberse quedado en el molde. Además de lo que indicaría la lógica más elemental (un golpe es una respuesta MUY desproporcionada a un chiste, por más odioso que sea), las consecuencias son aún peores para Jada.

Pensemos esto: si Smith se quedaba en el molde, sin reaccionar, nadie hubiera recordado ese chiste. Aún con la visibilidad que produjo el escándalo, la entrega del domingo fue segunda menos vista de la historia (sólo por delante de la del año pasado, tras un año casi sin estrenos de cine por la pandemia). Nuestra memoria se hubiera quedado en otros momentos horrendos de esta última entrega, como Amy Schumer llamando “calientasillas” a Kirsten Dunst, o Regina Hall manoseando y acosando actores en el escenario.

Sin embargo, tal como sucedieron las cosas, no hay manera de evitar la propagación de miles de notas sobre el incidente, el chiste de Rock, o la condición de salud de Jada. Y quedará a futuro encabezando todas las listas de “momentos más escandalosos de los premios”, desplazando de ese lugar al error en la entrega de 2017 que por breves instantes coronó a La La Land como gran ganadora antes de quitarle el galardón y dárselo a Moonlight. Lo que podría haber sido un mal trago momentáneo quedará inmortalizado.

Porque, como dije hace unos días, los Óscar han caído en una total irrelevancia cultural… pero quedan los memes. 

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